Luis Meiners, Socialist League de EEUU (LIS)
La crisis que estamos viviendo plantea enormes oportunidades y desafíos. Las luchas de la clase trabajadora y los pueblos marcarán la dinámica del período que empezamos a transitar. Con ellas vendrá un proceso de radicalización y giro a izquierda que abre la perspectiva de construir importantes organizaciones revolucionarias. Sin embargo, la existencia de condiciones favorables para esta tarea no garantiza su éxito. Éste depende de nuestra capacidad de responder adecuadamente, desde el análisis hasta la política y las tácticas.
El debate en torno a las distintas orientaciones para la construcción de organizaciones internacionales es primordial en el presente. Desde la Liga Internacional Socialista, intentamos llevarlo a la Conferencia convocada por el FITU. Lamentablemente, este no fue tomado a fondo por el resto de las organizaciones, por lo que queremos desarrollar en esta nota nuestras opiniones al respecto.
Dos concepciones equivocadas
La crisis y dispersión del movimiento trotskista en la posguerra tuvo consecuencias importantes sobre las distintas organizaciones que reclamaban el legado de la Cuarta Internacional. A errores oportunistas y sectarios, hay que sumar el desarrollo de concepciones equivocadas sobre cómo encarar el problema de la construcción de organizaciones revolucionarias a nivel nacional e internacional.
Una de éstas fue la tendencia a pensar y actuar como si el problema de dirección del proletariado pudiera ser resuelto desde una dirección nacional. Hemos denominado a esta práctica como «nacional-trotskismo» y ha conducido al abandono de la construcción internacional. Esto describe de manera bastante cercana el presente y la historia del Partido Obrero. La Conferencia reflejó su casi inexistente desarrollo internacional.
Pero esto no es más que la consecuencia de una concepción profundamente arraigada en dicha organización. PO piensa que en soledad, su dirección ha resuelto los principales problemas teóricos y políticos de nuestro tiempo, y que puede por sí sola orientar la política concreta para cada situación nacional. Vale decir, que el problema de la dirección internacional del proletariado ya está resuelto, es el PO. Lo que resta es que las demás organizaciones revolucionarias y el proletariado lo reconozcan.
Desde esta concepción equivocada postulaban como tarea para la Conferencia del FIT-U resolver el problema de dirección del proletariado. Esta orientación sobredimensionada impide que la Conferencia actúe efectivamente sobre la realidad, con objetivos más modestos. Simultáneamente, reduce el análisis y debate político concreto a una serie de consignas «todo terreno», válidas para toda situación de la lucha de clases.
Otra concepción, que hemos denominado como la internacional de «partido madre», es una generalización dogmática y equivocada de la táctica de apoyar, desde un partido más consolidado, la conformación de núcleos revolucionarios y su desarrollo en cada país. La crisis del trotskismo de posguerra derivó en la conformación de agrupamientos defensivos, tendencias internacionales en torno a un partido con mayor desarrollo. Pero hacer de esta necesidad un método es un error importante.
El PTS y su Fracción Trotskista expresan esta orientación de manera cabal. Sus organizaciones internacionales se construyen a partir de la adhesión no sólo a un programa y una concepción estratégica, sino a toda una tradición teórico-política, que incluye un canon de interpretación de los clásicos y de la historia del movimiento trotskista. Esto, nuevamente, implica presumir que la propia dirección ha resuelto los principales problemas del presente, y que el resto de las tradiciones y corrientes del movimiento trotskista no tienen nada que aportar a la elaboración colectiva.
Izquierda Socialista y la UIT-CI, por su parte, han derivado en una variante similar producto de un conservadurismo notorio que los lleva a aferrarse dogmáticamente a elaboraciones previas. Esto no sólo los desarma en la interpretación de la realidad cambiante, sino que además los estanca en la construcción defensiva que agrupa sólo a quienes provienen del morenismo. Notablemente, es lo opuesto a los esfuerzos de Moreno por formar parte del movimiento trotskista internacional.
El proyecto de la LIS
Desde la Liga Internacional Socialista defendemos otro modelo de construcción internacional. Entendemos que la magnitud y extensión del proceso de radicalización al que estamos ingresando es muy superior a la capacidad de respuesta de los agrupamientos internacionales actualmente existentes. Por eso es fundamental construir una organización que esté abierta a la confluencia de organizaciones socialistas revolucionarias que provienen de distintas tradiciones.
El movimiento trotskista internacional ha atravesado una serie de crisis durante décadas, cuyo análisis excede el presente artículo. Razones objetivas y subjetivas condujeron a un panorama de fragmentación y agrupamientos defensivos, cada uno de los cuales sostiene (frecuentemente con métodos burocráticos) su interpretación del legado programático y teórico y de la historia de la corriente.
Esta realidad ha sido un factor que ha obstaculizado un avance cualitativo del trotskismo ante la crisis de aparatos y corrientes contrarrevolucionarias y reformistas. Por supuesto no es el único factor, existen condiciones objetivas. Pero sobre este factor podemos actuar de manera directa, hacerlo resulta decisivo.
Desde la LIS buscamos construir una organización internacional que responda a estos desafíos del presente. Venimos demostrando en la práctica que existen condiciones para que partidos nacionales y agrupamientos internacionales que provenimos de distintas tradiciones dentro del movimiento trotskista podamos confluir. Incluso que de ese trabajo en común pueda surgir una nueva tradición, que incorpore lo mejor de las anteriores y las supere. Esto requiere una apertura genuina a trabajar con diferencias.
La base para esto es una comprensión común de las tareas del momento, un programa claro que retoma las enseñanzas fundamentales del socialismo revolucionario y una delimitación estratégica en la defensa de la revolución socialista y el partido leninista. A partir de estos puntos existen matices, debates. Por eso, también es necesario darnos un funcionamiento que permita que esas discusiones se desenvuelven democráticamente en el marco de una intervención común.
Necesitamos una organización internacional sólida, que debata y elabore colectivamente. El aporte de distintas perspectivas es fundamental para construir un análisis científico de la realidad. Sólo con elaboración colectiva podremos intervenir efectivamente para transformarla.