El gobierno negacionista de Milei que votó en soledad contra los derechos de los pueblos originarios en la ONU, ahora deroga la Ley 26.160 de Emergencia territorial indígena. Es un ataque disfrazado de un supuesto interés en la “economía y la pacificación”, pero en verdad solo busca resguardar los intereses de los grandes capitales y la propiedad privada por sobre la reparación histórica y los derechos humanos básicos.
La justificación racista, colonial y negacionista
“Contrarían los principios de respeto a la propiedad privada sobre los que se ha fundado la República Argentina”
Este argumento omite que los derechos de los pueblos originarios también están enraizados en la fundación del país y consagrados en la Constitución Nacional (artículo 75, inciso 17) y en tratados internacionales como el Convenio 169. Presentar la propiedad privada como un valor absoluto desconoce el derecho colectivo de las comunidades indígenas sobre sus tierras ancestrales. Además, la República Argentina se fundó sobre la base de un genocidio indígena, especialmente en la llamada “Campaña del Desierto”, impulsada desde el Estado por Julio A. Roca. Esta campaña no solo implicó el exterminio de pueblos originarios, sino también el despojo sistemático de sus territorios.
La “famosa propiedad privada” que se defiende como pilar de la república está manchada con sangre. No fue producto del mérito de ningún burgués, sino el resultado de un saqueo violento perpetrado por terratenientes y oligarcas que, a punta de pistola y con la complicidad estatal, robaron y usurparon tierras a sus legítimos habitantes. Este decreto no solo perpetúa esa historia de despojo, sino que busca consolidar un modelo colonial de acumulación, que invisibiliza y pisotea los derechos de los pueblos originarios.
“La situación económica del país demanda el fortalecimiento de la confianza […] y el rápido ingreso de inversiones genuinas“
Usar la crisis económica para justificar el despojo es inadmisible. Este discurso prioriza a inversores extranjeros y corporaciones por sobre los derechos históricos de los pueblos originarios, perpetuando un modelo extractivista que consolida la reprimarización económica, profundiza la desigualdad social y saquea los recursos naturales. Lejos de fortalecer la economía nacional, proyectos como los impulsados por el RIGI no promueven una industrialización sostenible ni generan empleo de calidad, sino que explotan los bienes comunes para el beneficio de unos pocos, agravando la dependencia económica y el deterioro ambiental.
“La irrazonable extensión de la medida de emergencia”
La extensión de la emergencia es consecuencia de la demora estatal en cumplir con el relevamiento territorial y la protección de los derechos indígenas. No es irrazonable; lo irrazonable es dejar a las comunidades sin garantías frente al avance del agronegocio y otros intereses privados. Esta situación también refleja la complicidad del PJ, que, lejos de resolver el relevamiento y otorgar las tierras a sus verdaderos dueños, optó por prolongar indefinidamente las prórrogas, perpetuando la vulneración de derechos.
“Contribuya a la pacificación de los conflictos latentes o activos”
Este argumento invisibiliza que los conflictos son generados por la falta de reconocimiento de derechos y por la violencia ejercida por el Estado, las corporaciones y sus grupos parapoliciales. Los muertos y heridos siempre los ponen las comunidades indígenas y quienes las apoyan, como lo demuestran los casos de Elías Garay, Rafael Nahuel, Santiago Maldonado. “Pacificar” no puede ser sinónimo de despojo; requiere reconocer los derechos y garantizar justicia para las comunidades indígenas.
“La situación precaria de los legítimos propietarios o poseedores”
La precariedad de los “legítimos propietarios” es un argumento falaz. Las comunidades indígenas son las verdaderas víctimas de precarización, siendo despojadas de sus tierras y sometidas a condiciones de vida indignas. Ejemplo de eso son la Lof Pailako, Lof Quemquemtreu, Lof Winkul Mapu, Lof Cayunao, la comunidad de Susques y Guerrero de Jujuy entre muchísimas más.