Mientras se presencia una de las crisis más importantes del gobierno tras el resultado electoral y se presentan renuncias de ministros que no son renunciados, la política del gobierno y su orientación estratégica sigue intacta. La presentación del Proyecto de Presupuesto 2022 efectuada por Martín Guzmán echa luz sobre la política de ajuste que el gobierno pretende continuar una vez terminadas las elecciones de noviembre. A pesar de roces discursivos la ley de leyes, al igual que el próximo acuerdo que se piensa cerrar con el FMI, son aceptados por el conjunto del régimen político.
Algunos números para 2022
El Proyecto del Presupuesto 2022 presentado ayer a medianoche contempla tres grandes ítems. En primer lugar, prevé un crecimiento del 4%, algo que si se compara con el año que está finalizando, muestra que el crecimiento de la economía comenzó a desacelerar en más de 3 puntos y recién el año que viene, según lo proyectado, alcanzaría los niveles del fatídico 2020 donde el PBI cayó 10 puntos.
Como segundo elemento central, se encuentra la continuidad de la reducción del déficit fiscal. Se estima un déficit primario del 3,3 % del PBI y un déficit financiero del 4,9 %. Es la persistencia y profundización de una línea de ajuste que es digitada por el FMI.
Lo que hay que recalcar es que la concreción de estas políticas no son más que por la vía de ajuste al 99% más pobre. En 2021 el “déficit cero” (1,1%) alcanzado por Guzmán, además de darse por la vía de los ingresos exorbitantes de dólares producto de los elevados precios de los commodities, sin haber modificado un ápice las retenciones, se dio también por el recorte en el gasto de jubilaciones y pensiones. En comparación con el primer semestre de 2019 (último año del gobierno macrista), el gobierno de Alberto disminuyó el gasto en la materia nombrada en un 6,9% durante el mismo período del corriente año. Además, en comparación con el 2020 hay que sumar un recorte del 53,6% en programas sociales, acá léase el fin del miserable IFE que se repartió en 3 oportunidades en el primer año pandémico.
En tercer lugar y como elemento central, hay que señalar que la ley de leyes ya se hace sin contemplar las erogaciones que Argentina tendría que realizar en concepto de deuda con el FMI. ¿Se declaró un default soberano para destinar todos esos recursos con el fin de atenuar el 51% de pobreza? No, para nada. El proyecto del presupuesto se edificó sobre la base del pre acuerdo que el tándem Guzmán-Massa ya cocinaron con los burócratas del Fondo. Sin solucionar el problema, se piensa en patear para adelante una deuda ilegal por donde se la mire, que para el conjunto de las alianzas mayoritarias (el Frente de Todos y Juntos) se tiene que pagar por la vía de un acuerdo que les costará derechos y menos ingresos a los trabajadores, la juventud y los jubilados.
Más ataques al bolsillo
Otros números importantes a repasar son la inflación proyectada y el porcentaje de la recuperación salarial que se prevé para 2022. La inflación, según lo estimado por el ministro de Economía, alcanzaría el 33%. Viendo los números de este año, podríamos estar ante el revival del “truncado” 29% pronosticado para este año, nuevamente parecería una línea consciente para acordar paritarias de miseria que no tengan que ver con la inflación real. Solo en los 8 primeros meses de este año la inflación superó el 32%, rompiendo el techo anual del 29% mencionado. Menos creíble resulta este dato si, como se rumorea – a pesar de mantenerle los jugosos subsidios millonarios- las empresas energéticas van a tener rienda suelta para implementar aumentos a los usuarios.
También es importante resaltar el 4% de crecimiento que el Proyecto de Presupuesto 2022 asigna al salario real. Sin haberse recuperado de la pérdida del más del 20% que sucedió en el gobierno macrista, el FdT aún continúa sin recomponer el ingreso de los trabajadores, lo cual fue uno de los motivos más importantes de la cachetada electoral sufrida el pasado domingo.
Problema de orientación, no de funcionarios
La rosca que sucede por estas horas donde hay ministros que pareciera van a caer tiende a ser vendida como la solución, de parte de algunos sectores del gobierno, para enderezar el andar de un gobierno que estafó a su base electoral de 2019 a la fecha. El Proyecto de Presupuesto 2022 muestra que lo equivocado no son nombres y apellidos, sino el contenido de clase del gobierno. La organización económica para el año entrante no se construyó en base a las necesidades sociales crecientes del país ni con quienes padecen las mismas, si no con un organismo internacional como el FMI.
Romper con esta dependencia es lo necesario para atender los alarmantes indicadores sociales del país que, en algunos casos, son superiores a los del año 2001. En este sentido, la voluntad política para tal cometido solo se encuentra en el FIT-U, ninguna variante de las alianzas políticas predominantes, como lo han demostrado en estos años, puede ofrecerles garantías a las mayorías trabajadoras que empiezan a mostrar su descontento con la crisis que día a día se vuelve intolerable.