El PO y sus colaterales sociales vienen realizando lo que denominan “campaña por el paro nacional”. Como parte de la misma han promovido dentro de la Unidad Piquetera una carta a la CGT solicitado una entrevista y se programan reuniones en principio con Moyano. Nuestro Movimiento Sin Trabajo Teresa Vive no firmó esa misiva por considerar que es parte de una política equivocada que no sirve para avanzar hacia el paro que se necesita. Veamos las razones.
Todos coincidimos en el alarmante nivel de deterioro social del pueblo trabajador y los sectores explotados, agravado por el ajuste en curso ejecutado por el gobierno para cumplir con el acuerdo con el FMI y preservar las ganancias de las corporaciones. Y, por supuesto, también coincidimos en la necesidad de un paro nacional y un plan de lucha. Así lo hemos manifestando desde nuestra corriente y cuando logramos avanzar en pronunciamientos unitarios del FIT-U, el PSC y la Unidad Piquetera.
Sin embargo, nuestras diferencias y matices crecen a la hora de implementar la política adecuada para avanzar en esa dirección.
El rol de la burocracia para evitar el paro
Cabe preguntarnos por qué hace tiempo que no hay un paro nacional. Haríamos un análisis muy unilateral si no consideráramos una multicausalidad. Hay factores objetivos que juegan su papel, como los cambios en la composición de la clase obrera con una gran fragmentación, la pandemia que agravó males derivados de la crisis capitalista, la política –preventiva de desbordes y estallidos- que han desplegado el gobierno y las patronales según el caso, adelantando paritarias, aplicando cláusulas de revisión ante la presión inflacionaria, cambios en el salario mínimo vital y móvil, y manteniendo determinados niveles de ayuda social a los desocupados.
Pero hay un rol fundamental de la burocracia para evitar el paro nacional, la que está al frente de los grandes y principales sindicatos y de las centrales, en particular la CGT. No solo facilitaron esa política; con su integración, incluso orgánica en distintos niveles y jurisdicciones del gobierno han sido funcionales y hasta correa de transmisión directa de estas políticas, embelleciendo los acuerdos salariales que se acercan nominalmente a la inflación pero no recuperan lo perdido ni tienen mecanismos para actualizar el salario real. Desmontando donde pueden los conflictos, persiguiendo el activismo, incrementando sus mecanismos fraudulentos y de connivencia con el Ministerio de Trabajo para evitar recambios clasistas en las elecciones sindicales o tratar de recuperar terreno donde dirigen sectores de izquierda.
Pese a todas estas políticas del gobierno y al freno burocrático se desarrollaron luchas muy importantes en los gremios de salud en diversas provincias y el transporte con un fuerte proceso de autodeterminación y autoorganización. Ahora mismo están creciendo peleas importantes en docentes como en Chubut (junto a la salud) y San Juan, en el SUTNA, en docentes universitarios y algunas empresas, por nombrar las fundamentales. La olla a presión crece. Pero el rol de la burocracia es pérfido: no las apoya, logra mantenerlas aisladas, impide su coordinación y se niega a toda convocatoria al plan de lucha y paro nacional que ayudaría a su triunfo y a impulsar una confrontación de conjunto.
Fuera de este chaleco, los desocupados, con los movimientos sociales combativos enrolados en la Unidad Piquetera, un paso adelante en la organización del sector vienen desarrollando un plan de lucha con un punto cúlmine en la reciente Marcha Federal. La burocracia de las centrales, con la CGT en particular, no solo no apoyaron esta pelea; sino que el mismo tiempo que la Marcha Federal hicieron eventos con su cúpula en pleno para apoyar al gobierno y amortiguar el impacto de la movida piquetera.
Una política acrítica y de adaptación
En este panorama, la campaña del PO, que hace extensiva a la CSC y al Polo se reduce al llamado acrítico al paro nacional. La propia carta solicita una entrevista sin una sola alusión a la siesta prolongada de los dirigentes burocráticos y ni menciona al paro nacional. Parece más estar al servicio de una campaña propagandística y mediática que una táctica seria para la preparación de un verdadero paro nacional. Una política equivocada por varias razones.
Los lleva a adaptarse a la política de la burocracia. No es un hecho aislado, pasó y, si no cambian, va a volver a ocurrir. Frente a la iniciativa de la CTA Perón, la de Godoy, que simulaba un paro y promovía una marcha funcional al gobierno salieron inicialmente a apoyar un paro ficticio, sin asambleas ni sustento real y a impulsar la marcha. Ante los debates realizados en la mesa del Plenario del Sindicalismo Combativo (PSC) que entre otros impulsamos desde ANCLA/MST debieron cambiar de posición y se firmó un comunicado conjunto correcto.
Debilita la pelea del movimiento piquetero sembrando expectativas en que se va amplificar la lucha de la mano del apoyo de Moyano y Cía. y que van a lanzar un paro general. Desconocen cambios no menores: esta burocracia está muy integrada al gobierno y a diferencia de otras etapas en la que era más permeable a las presiones viene en una prolongada tregua sin acciones. Esto se repite en todas las centrales. Por supuesto que la crisis en las alturas o un incremento de rebeliones por abajo, podrían modificar este status quo. Pero no es lo que sucede hoy.
Aleja la posibilidad de unidad con el movimiento obrero. En lugar de impulsar el desarrollo del PSC, con una política para fortalecerlo y articular con la UP para desde allí fortalecer las peleas desde abajo, golpear como un solo puño, amplificar la denuncia a las conducciones burocráticas y desde allí reclamarles, busca un atajo con reuniones cupulares y metiendo confusión. No fue casual que, en la preparación de la Marcha Federal, desde el PO no aceptaron reuniones conjuntas con el PSC y el impulso a una marcha articulada de ocupados y desocupados. Por supuesto que tampoco abonan la unidad con la izquierda, cuando es la izquierda, centralmente la del FIT Unidad, quien motoriza gran parte de la organización barrial piquetera y del activismo obrero combativo.
Denunciar, activar… y también exigir
Desde ya que una campaña de agitación por el paro y el plan de lucha es útil, amplifica y ayuda a instalar la urgencia del paro. Pero solo eso, desligado de la acción por abajo con un programa correcto que incluya la denuncia a la burocracia y una política para desarrollar las nuevas direcciones, siembra expectativa en la burocracia, confunde, debilita la movilización y aleja del camino de la unidad de ocupados y desocupados. Está bien la agitación propagandística del paro, pero si no va acompañada de acciones concretas por abajo que hagan avanzar el activismo no sirve. El activismo empujando desde abajo es la clave a futuro, porque es el germen de la nueva dirección. Y en lo inmediato es fundamental para impulsar y fortalecer las luchas y para garantizar que de verdad que se concrete el paro.
Llama la atención el giro copernicano del PO. Hemos polemizado durante largos años con su tradicional posición sectaria contraria a la exigencia. Era una de sus chicanas habituales hacia nuestra corriente el negarse a reclamar medidas a la burocracia. Su política inmutable era solo de denuncia y denuncia, y por esa vía no disputaban y terminaban capitulando a la burocracia. Y lo hacían en tiempos en que la burocracia tenía como política más habitual la táctica de hacer acciones para descomprimir y desmovilizar. Ahora el PO hace lo opuesto, tan unilateral y equivocado como antes: reclaman solamente. Y encima con una burocracia sumida en la inacción connivente con el régimen y el gobierno.
Una política correcta, marxista implica una ecuación de denuncia y exigencia, que se adecúe a la coyuntura. Pero siempre denunciando a la burocracia y a la vez reclamando para desenmascararla correctamente, impulsar la movilización y el proceso de recambio de dirección.
Una correcta “campaña” arranca por desarrollar el PSC, apoyar las luchas e incorporar la necesidad del paro activo y resuelto en asambleas y en los pliegos de reclamo. Impulsar reuniones de activistas y asambleas en todos los gremios y promover la articulación del sindicalismo combativo con la Unidad Piquetera. Y juntos desplegar una fuerte denuncia de la burocracia de todo pelaje, llamándola a romper con el gobierno, a organizar el paro y el plan de lucha y también planteando que hace falta una nueva dirección combativa y democrática.
La unidad de los trabajadores ocupados con los piqueteros es clave, pero también con la izquierda. Es importante discutir estas tácticas y políticas en la mesa del FIT Unidad para implementar una política común de nuestras organizaciones, ya que estamos en la raíz de los conflictos y de la organización combativa. Ello es fundamental y ayuda a cometer menos errores que terminan siendo un obstáculo no menor para el desarrollo del proceso más general de lucha y nueva dirección.