Perú ocupa desde hace más de 45 días el centro de la escena política y de la lucha de clases en Latinoamérica. Como antes sucedió en Chile, Ecuador, Colombia, Haití o Puerto Rico, hoy existe en Perú un nuevo proceso de movilizaciones que ha alcanzado un desarrollo muy profundo y una crisis del régimen de carácter terminal.
Esta situación se profundiza con la caída del gobierno de Castillo que, como señalamos desde la LIS, podemos decir que no fue sorpresiva. Las concesiones permanentes a la derecha en la búsqueda de consensos y el abandono del programa por el que fue elegido, impidió que pueda poner fin a la crisis económica y social que afecta al país desde hace décadas. Castillo rompió con la base social que lo había llevado a la presidencia y se introdujo en un callejón sin salida. Presionado por la derecha que trató de forzar su vacancia vía el parlamento, el 7 de diciembre de 2022 anunció una serie de medidas que incluían el cierre del propio Congreso. La respuesta fue la vacancia de Castillo y la asunción, vía golpe parlamentario de Dina Boluarte, la vicepresidenta que ya había demostrado su alineación con la derecha.
Estallan las movilizaciones
A partir de la asunción del nuevo gobierno estallaron las movilizaciones en todo el país y, a casi dos meses de pelea, el pueblo peruano ensayó múltiples maneras de luchar con un objetivo claro: la renuncia de Dina Boluarte. El proceso de movilización fue despejando confusiones. Inicialmente un sector exigía la restitución de Castillo. Rápidamente la profundización del debate hizo comprender que la crisis social y política no se resuelve con cambios de figuritas o a través de las instituciones que hoy gobiernan. Por ello en las calles se comenzó a reclamar la renuncia de Dina, el cierre del Congreso y la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Se expresa de esta manera que la derecha en general y el fujimorismo en particular, no tienen ninguna respuesta en la vida política de Perú más que la represión. El pueblo expresa su hartazgo y avanza en su ruptura con el régimen político vetusto, racista y burgués.
Las expresiones de protesta se fueron radicalizando con cierre de rutas, toma de aeropuertos y de minas y la movilización con la Toma de Lima el 19 y el 24 de enero.
Desde la Liga Internacional Socialista participamos activamente de las acciones e impulsamos una salida de independencia de clase para la situación, planteando la necesidad de coordinación de las organizaciones en lucha, para que asuman el gobierno y la convocatoria a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana.
No matarás ni con hambre, ni con balas
La respuesta del régimen a las movilizaciones fue una escalada represiva: balas y gases sobre las movilizaciones y cortes de rutas, persecución y cárcel para dirigentes y activistas. También difundiendo discursos para criminalizar la protesta, acusando de terroristas a quienes se organizan y expresan el rechazo a Dina y al Congreso.
El avance sobre Lima de contingentes del interior del país, pueblos originarios, campesinos, estudiantes, pobladores pobres, pequeños comerciantes -incluso de sectores medios que al comienzo de todo este proceso tuvieron una actitud prescindente- fue radicalizándose en la medida que avanzaba la represión indiscriminada.
El último sábado, la máxima expresión del autoritarismo represivo del gobierno fue la intervención de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde la policía irrumpió con tanques y abuso policial en el campus universitario. El ingreso violento de 500 policías a la universidad resultó con la detención de 193 personas, incluyendo una embarazada, una niña de 8 años y adultos mayores. Gracias a la lucha persistente en menos de 48hs fueron liberados todos los detenidos y el impacto de la situación no sólo ha despertado al movimiento estudiantil sino también puso en riesgo la continuidad de la Rectora, pieza clave para que la represión se desatara.
La brutalidad del gobierno de Dina es fuertemente rechazada cada vez por más sectores que, al ver las consecuencias de la represión, se suman a la lucha.
Y en los sectores movilizados hay una gran radicalización. En Puno se avanzó a un paro seco (paro general). También hubo paros de los trabajadores mineros y de la pesca, y amenaza de cierre de oleoductos y centrales eléctricas.
Esta dinámica impacta también sobre los sectores y direcciones reformistas a quienes la situación los desborda. Quienes recurrentemente han conciliado y se han mantenido cómodos dentro de las instituciones burguesas, hoy caen en esta espiral de crisis. Nuevo Perú y todas sus expresiones internas, los dirigentes más destacados como Verónica Mendoza, no pasaron de declaraciones de forma y propuestas pacifistas y en los marcos de la democracia burguesa y el régimen actual.
También la CGTP (Confederación General de Trabajadores de Perú), si bien moviliza importantes contingentes, lejos está de postularse para coordinar los sectores en lucha y proponerse conducir globalmente el proceso. Es una tarea también del movimiento obrero poder desprenderse de esas direcciones burocráticas y es una responsabilidad de la izquierda revolucionaria encabezar la lucha por una nueva dirección clasista y combativa.
La magnitud de la movilización hace que sea improbable que Boluarte pueda perpetuarse en el poder. La única alternativa que pueden ofrecer a regañadientes, es el adelanto de las elecciones. Medida que, en el marco de la constitución fujimorista del 93 y con las autoridades electorales actuales, será una nueva trampa con el único objetivo de detener este proceso.
Una salida de fondo
Desde nuestra llegada a Lima, hemos acompañado a nuestros camaradas peruanos de la LIS en todas las movilizaciones, nos hemos reunido con numerosos dirigentes y expresado nuestra visión de que estamos en medio de una pelea muy profunda.
Hay condiciones favorables para que esta valiente y heroica lucha pueda ganarse. Ponemos nuestro esfuerzo militante en Perú y nuestra solidaridad internacional compenetrada absolutamente con ese propósito.
El debate sobre la salida a esta crisis recorre las calles y las organizaciones sindicales, políticas, indígenas, estudiantiles y sociales. En Perú los sectores obreros y populares ya hicieron la experiencia frente a las propuestas de salidas vía las reglas de las instituciones de este régimen.
El resultado fue seis presidentes en seis años y la profundización de la crisis social y económica. Como revolucionarios advertimos que las vías institucionales del régimen fracasaron estrepitosamente. Para revertir la crisis surge la necesidad de preparar y luchar por una salida revolucionaria. Por eso desde la LIS expresamos con fuerza que es urgente impulsar la coordinación de los sectores de lucha, para desde allí potenciar y darle continuidad a la movilización del pueblo y que sea esa coordinación la que asuma un gobierno provisorio. A la vez, luchar por la convocatoria a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, para debatir las medidas necesarias para resolver realmente los grandes problemas sociales, raciales y económicos y reorganizar sobre nuevas bases el país. Junto con esto tenemos que unirnos los revolucionarios para pelear con más fuerza por esta salida. Al interior del proceso de movilización y en los distintos sectores en luchas hay que profundizar el trabajo de reagrupamiento de los y las revolucionarias, comunidades originarias, estudiantes y quienes quieran pelear por esta salida.
Desde la Liga Internacional Socialista reiteramos este llamado al reagrupamiento de los sectores revolucionarios. La izquierda revolucionaria tiene este gran desafío. Llamamos a la unidad para dar esta batalla para que de una vez por todas conquistemos un gobierno de los que nunca gobernamos en el Perú, los y las trabajadoras y los sectores populares.