viernes, 4 octubre 2024 - 14:29

Parque Patricios. Quieren arrasar con la histórica huerta comunitaria Garay

El pasado martes 17 se llevó a cabo un semaforazo en la intersección de Av. Juan de Garay y Pichincha, en el barrio de Parque Patricios, con el objetivo de alertar a los vecinos y visibilizar el reclamo en defensa de la huerta comunitaria Garay. La consigna fue clara: NO al cierre de la huerta, SÍ a su continuidad.

Este reclamo surge tras la aparición de efectivos del gobierno de la Ciudad el lunes 16, acompañados de maquinaria pesada, con la intención de destruir la huerta, un espacio verde que ha estado en funcionamiento por más de 30 años en Av. Juan de Garay 2206, sobre el parque La Vuelta de Obligado. La amenaza de demolición generó una inmediata reacción de vecinos y organizaciones barriales, quienes defendieron este pequeño pulmón verde que se ha convertido en un símbolo de resistencia y autogestión en un entorno urbano cada vez más sofocante.

Un oasis en medio del cemento

Desde el exterior, lo que se vislumbra de la huerta son las copas de los pocos árboles que subsisten en el parque, un terreno mayormente desolado. Sin embargo, al ingresar el contraste es inmediato: la huerta es un espacio de biodiversidad, vida y comunidad. Allí, durante décadas se han desarrollado actividades como el cultivo de alimentos, la educación ambiental y excursiones escolares que buscan conectar a los niños y jóvenes con la tierra, en un contexto urbano que les es ajeno.

El espacio se ha convertido en un refugio del cemento y la congestión que caracteriza a una de las ciudades más pobladas y urbanizadas del mundo. Además, ofrece una alternativa a la creciente crisis climática, recordándonos la importancia de los espacios verdes para mitigar los efectos del cambio climático, mejorar la calidad del aire y ofrecer un respiro en medio de la jungla de asfalto.

La importancia de los espacios verdes en la crisis climática

El avance del gobierno porteño sobre la huerta Garay no es un caso aislado. Se inscribe dentro de una lógica de privatización y urbanización de los espacios públicos, que está afectando de manera directa la calidad de vida en la ciudad. A tan solo diez cuadras de la huerta, el parque Uriburu fue cedido en gran parte a la empresa Techint/ Sbase / Dycasa, acaparando más del 70% del espacio público. Este tipo de políticas de uso del suelo atentan contra el equilibrio ecológico de la ciudad y la función vital que cumplen los espacios verdes.

En un contexto de crisis climática, la preservación de estos espacios resulta crucial. Las huertas urbanas, como la de Garay, no solo actúan como fuentes de biodiversidad, sino que también promueven la resiliencia comunitaria, la educación ambiental y la alimentación saludable. Destruir estos oasis verdes significa desmantelar una herramienta vital para enfrentar los desafíos ambientales y sociales que ya están afectando a las grandes ciudades.

La amenaza sobre la huerta Garay es un síntoma de un problema más profundo: la falta de visión en la planificación urbana, donde el cemento y los negocios inmobiliarios parecen primar por sobre el bienestar de los ciudadanos y la salud del ambiente. Hoy más que nunca se necesita de la movilización vecinal y el compromiso ciudadano para proteger estos espacios que pertenecen a todos.

El reclamo es claro: los espacios verdes no se negocian. La lucha por la huerta Garay es una batalla más en la defensa del derecho a vivir en una ciudad más justa, saludable y sustentable.

Giuliano Guerriero

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