El Área Metropolitana de Buenos Aires amaneció nuevamente con un paro de colectivos que afecta a millones de personas. La Unión Tranviarios Automotor (UTA) concretó la retención de tareas por falta de pago salarial y aguinaldos, una medida ya anunciada y que se activó ante el incumplimiento de múltiples empresas del sector. Mas allá de los conflictos que se profundizan hacia dentro del espacio sindical, por abajo crece la bronca no solo frente a salarios bajo, mucho mas ante este atraso de pago.
Se ratifico el paro
Desde las 00.00 rige una retención de tareas por tiempo indeterminado en todas las empresas que no abonaron la totalidad de los salarios de noviembre. Los choferes se presentan en sus lugares de trabajo, pero no salen a manejar si el sueldo no está acreditado.
¿Es un paro total?
No, pero el impacto es masivo: decenas de líneas del Conurbano y algunas de la CABA se encuentran completamente paralizadas. Otras podrían sumarse a medida que se confirme quién pagó y quién no.
Líneas afectadas
Entre las líneas que no funcionan están: 22, 28, 33, 44, 75, 101, 135, 153, 159, 172, 174, 219, 242, 253, 298, 300, 317, 321, 324, 372, 383, 500–508, 548, 570, 583, 584, 603, 619 y 624, además de casi todas las líneas de Florencio Varela.
En contraste, líneas como la 60 y los servicios de El Nuevo Halcón funcionan normalmente por haber abonado el total del salario.
¿Qué originó el conflicto?
El motivo central es claro: las empresas no pagaron los sueldos completos. Algunas no depositaron ni el 50% legal; otras pagaron en cuotas. Ante esto, la UTA activó la medida prevista: “Sin salario, no hay servicio”.
Las cámaras empresarias atribuyen sus dificultades a la reducción de subsidios, el aumento de costos y la supuesta desactualización de la tarifa técnica. El Gobierno, por su parte, publicó ayer la Resolución 86/2025 para actualizar los subsidios. Pero la realidad es que los fondos no llegaron a tiempo, y los trabajadores volvieron a quedar como variable de ajuste.
Un ajuste que empuja al colapso
Cabe señalar que el Gobierno es responsable directo del escenario actual. El programa de Javier Milei combina:
- Recorte de subsidios sin planificación
- Aumentos históricos del boleto,
- Ausencia total de control estatal sobre el destino de los fondos,
- Y nula garantía para el pago de salarios, pese a que se trata de un servicio público esencial.
El Gobierno intervino tarde, sin garantizar que el dinero llegara a tiempo a los trabajadores. Y mientras tanto, exige “normalidad” a un sistema que él mismo desfinancia.
Un servicio público como si fuera un feudo privado
La crisis del transporte no puede explicarse solo por el ajuste del Gobierno. Las empresas también tienen responsabilidad directa:
1. Opacidad total en sus cuentas
Las patronales reclaman más subsidios pero no abren sus balances, ni rinden qué hicieron con los fondos ya recibidos.
No explican por qué, incluso con aumentos del boleto de más del 900%, siguen sin pagar salarios en tiempo y forma.
2. Modelo de gestión orientado a garantizar ganancias, no servicio
La lógica empresarial es clara:
- Cuando hay subsidios altos, ganan.
- Cuando los subsidios bajan, ajustan sobre los trabajadores y usuarios.
- Nunca pierden ellas: el sacrificio siempre lo ponen otros.
3. Flotas envejecidas que no reinvierten
Las cámaras admiten que casi el 30% de las unidades tiene más de 10 años de uso.
Es decir, años cobrando subsidios y tarifas crecientes sin invertir en mantenimiento, seguridad o renovación.
4. Salarios como variable de ajuste
En lugar de priorizar el pago de haberes —que es una obligación legal—, muchas empresas optaron por pagar en cuotas, atrasados o directamente no pagar, usando a los choferes como rehenes para presionar por más subsidios.
El boleto por las nubes, el servicio en el piso
El ajuste tarifario es brutal:
- Más del 912% de aumento en menos de un año,
- $593 en CABA,
- $658 en el Conurbano,
- Y casi $500 en líneas nacionales.
Los usuarios pagan más que nunca en la historia reciente… para recibir menos servicio que nunca.
El deterioro del transporte demuestra que:
- El aumento del boleto no mejora el sistema,
- Tampoco garantiza que las empresas paguen a los trabajadores,
- Ni asegura un transporte digno, confiable y seguro.
Perspectivas del conflicto
El paro continuará hasta que las empresas acrediten los salarios completos. Algunas podrían normalizar sus servicios durante el día, pero otras —las más complicadas financieramente o las más reticentes a pagar— podrían sostener la paralización.
Lo que queda claro es que el sistema, tal como está, es inviable. El Gobierno ajusta; las empresas especulan; los choferes trabajan sin certezas; y los usuarios quedan atrapados entre ambos. Mientras tanto, la UTA sostiene su postura: “Sin salario, no hay servicio”.
Un conflicto que vuelve a exponer un modelo de transporte quebrado, desigual y rehén de intereses privados en un servicio que debería ser 100% público y garantizado.

