Transcribimos la editorial de Alejandro Bodart, dirigente nacional del MST en el FIT Unidad y coordinador de la LIS, de la edición especial de Panorama Internacional, programa de la Liga Internacional Socialista, emitido el miércoles 1 /3/23.
Hace pocos días, el 24 de febrero, se cumplió un año de la invasión rusa a Ucrania. Decenas de miles de personas han muerto desde que Putin inició esta guerra fratricida. Son millones los desplazados y los que han perdido sus trabajos y se ha destruido la infraestructura del país que costará años reconstruir. A nivel mundial la guerra profundizó la crisis capitalista, generando más inflación y suba del precio de los alimentos y la energía. La guerra también cambió la situación política en el mundo y generó divisiones y grandes debates en la izquierda.
La invasión rusa a Ucrania se da en medio de una agudización de la disputa entre las potencias imperialistas, entre un imperialismo todavía hegemónico pero en decadencia como el estadounidense y el surgimiento de nuevas potencias imperialistas que intentan ocupar su lugar, principalmente China. Esto ha confundido a gran parte de la izquierda mundial, que solo ve esa disputa interimperialista y pierde de vista que junto con eso estamos asistiendo desde hace un año a una agresión directa de una potencia como Rusia, contra un país semicolonial al que busca someter y dominar.
Los revolucionarios tenemos que tener bien en claro que estos dos procesos, los roces interimperialistas y la guerra en Ucrania, si bien están relacionados no son lo mismo y nos obligan a tener una política para responder a los dos al mismo tiempo. A repudiar a ambos bandos imperialistas en su disputa por la plusvalía mundial, ya que ninguno de los dos tiene nada de progresivo, y a defender al mismo tiempo el derecho a la autodeterminación del pueblo ucraniano.
La integridad territorial de Rusia no estaba amenazada por la OTAN ni por Ucrania cuando Putin decidió invadirla, su objetivo no fue defenderse sino expandir su dominio en toda la región para someter a Ucrania nuevamente, como lo hizo en el pasado reciente, y así posicionarse como un socio importante de China en su disputa con Estados Unidos.
Putin con una superioridad militar cualitativa a su favor pensó que podría ocupar Ucrania rápidamente, llegar a Kiev en pocos días y poner un gobierno títere que le respondiera, pero se encontró con una resistencia tan grande y decidida por parte de la población ucraniana que todos sus planes se le desbarrancaron. Hace un año que sus tropas están empantanadas, han perdido decenas de miles de soldados y la moral de su ejército vacila permanentemente. Esto lo ha obligado a sumar compulsivamente al ejército a cientos de miles de jóvenes, provocando la ira de sus familias, a involucrar a Bielorrusia, a recurrir a la ayuda de Irán y últimamente a reclamarle a China, que se mantienen prescindente, que lo apoye.
Solo después de que el pueblo ucraniano evitara un rápido triunfo ruso, el imperialismo occidental comenzó a apoyar al gobierno de Zelenski y de manera dosificada, con el objetivo de debilitar a Rusia, no de apresurar su derrota. Se habla mucho de las armas de occidente, que efectivamente han jugado un rol importante, pero lo cualitativo no han sido las armas, sino la autoorganización de la población para resistir y la decisión de todo un pueblo de dar su vida para garantizar su derecho a decidir su futuro. Sin esto hubiera sido imposible resistir durante un año como lo vienen haciendo.
Desde la LIS no nos hemos sumado al pedido de armas al imperialismo occidental, pero mucho menos al boicot a dichos envíos que hacen los esbirros de Putin. Estamos con la resistencia ucraniana y es su derecho defenderse utilizando todos los medios a su alcance. Esta justa lucha en defensa de su autodeterminación e integridad territorial debe ser apoyada por todos los revolucionarios del mundo, lo que significa estar por la derrota de Rusia, por la retirada incondicional de su ejército de territorio ucraniano.
Desde la izquierda campista y sus aliados nos dicen que esto fortalecería a Estados Unidos y la OTAN, mostrando que en realidad están por el triunfo de Putin. Este argumento es muy tramposo porque la realidad muestra que la OTAN y Estados Unidos, que estaban muy mal antes de la guerra, se han fortalecido gracias a esta aventura lanzada por Putin y Rusia.
La pregunta que nos tenemos que hacer los revolucionarios es: ¿qué ayudaría más a nuestra clase, a los trabajadores de Ucrania, de Rusia y todo el este europeo? Si un triunfo de Putin que lo refuerce en el poder o lo contrario. En esto no podemos tener dudas, la derrota de Putin, que hoy oprime con su bota a todo el este europeo, liberaría fuerzas de tal manera que abriría la posibilidad de un ascenso revolucionario extendido a toda la región, a la posibilidad de su caída y de todo el régimen represivo que ha armado para garantizar las ganancias de la nueva oligarquía que surgió del derrumbe de la Unión Soviética, de la caída por medio de la movilización de los dictadorzuelos que a fuerza de represiones brutales contienen a las masas en Bielorrusia, Kazajstán y toda el área. A los trabajadores de Ucrania, tonificados por un triunfo, les permitiría volverse con más fuerza contra las medidas antiobreras que Zelenski y la burguesía ucraniana han aprovechado para implementar durante la guerra.
Hoy, más allá de la profundización de los roces imperialistas, no estamos en medio de una tercera guerra mundial, por ahora ninguno de los bandos imperialistas en pugna quiere avanzar en ese sentido. Si la hubiera y en un futuro no podemos descartarla, lógicamente habría que desarrollar una política que responda en primer lugar a ese hecho y la lucha de Ucrania contra la invasión rusa pasaría a un segundo plano detrás de ese hecho central. Pero esa no es la realidad actual y actuar como si lo fuera implica hoy ubicarse junto a una potencia imperialista invasora, como lo es Rusia, contra un pueblo semicolonial que resiste.
Nos basamos en la experiencia de la tradición del marxismo revolucionario y el leninismo. Mientras el hecho central sea un ataque imperialista contra un país oprimido, los revolucionarios estamos con los oprimidos. No es una mera opinión expresada aquí o en artículos y declaraciones, a diferencia de casi todo el resto de la izquierda, la LIS tiene una sección en Ucrania que lleva adelante esta política en la práctica bajo las condiciones más difíciles imaginables.
La Liga Socialista Ucraniana tiene militantes luchando en el frente con unidades nacidas de la autoorganización en los comienzos de la invasión, tiene dirigentes sindicales y activistas jóvenes que intervienen en la cruda realidad de la guerra. Desde la LIS estamos con ellos por el triunfo de las masas ucranianas y la retirada incondicional de las tropas rusas que es la vía más directa a la paz. Estamos por la autodeterminación del pueblo ucraniano y también de las regiones ruso-parlantes que lo quieran. Estamos contra toda injerencia del imperialismo occidental en Ucrania y la región y la retirada y disolución de la OTAN. Estamos por la organización independiente de los trabajadores ucranianos. Estamos por un gobierno de los trabajadores en Ucrania y una federación socialista voluntaria en toda la región. Por eso luchamos y vamos a seguir luchando.