lunes, 16 septiembre 2024 - 16:23

Pandemia. Entre capitalistas hipócritas y capitalistas del no se puede

Y sí, indigna, ¿cómo no? ¿O no te rebela haber escuchado estos días a Larreta intentar convertirse, de repente, en defensor de la educación de nuestras infancias? Sus palabras, en el mejor de casos, suenan a decadente hipocresía electoral de un privatista confeso, enemigo de todo lo público.

¿Quién puede creer, seriamente, que a él y a los Bullrich o Macri les importen las escuelas públicas que jamás pisaron? Si es la misma educación pública a la que el jefe de gobierno porteño le baja el presupuesto y le recorta las partidas de alimentos. Es la misma educación con falta de personal, con maestras corriendo de una escuela a otra porque el sueldo de un solo cargo no alcanza. Son las mismas escuelas que dejan miles de niñes afuera por falta de vacantes.

Los responsables de este ataque permanente a la escuela pública ahora se disfrazan de defensores de una presencialidad imposible, en medio de una segunda ola que pone en riesgo la vida del personal docente, no docente y de las familias. No es casual que haya venido creciendo el reclamo docente, con grandes asambleas y un potente paro de inicio de semana. Todo eso, más la presión de un importante sector de la comunidad, empujó un fallo que hace retroceder a la presencialidad negacionista de Juntos por el Cambio y sus medios afines.

Es el mismo sector político que alimenta, en el peor momento de la pandemia, una apertura total de negocios privados, empresas y ganancias capitalistas. Representan esos intereses y los defienden a toda costa, aunque esas aperturas sean a costa de cientos de vidas y unos 30.000 contagios cada día. Así de infames son: defienden sus intereses de clase… y se les nota.

Capitalistas del no se puede

Por su parte, el gobierno nacional del Frente de Todos ensaya, desconcertado, tibias e insuficientes medidas, parciales, sin plan de fondo ni una verdadera estrategia sanitaria. Sucede que se encuentra atrapado entre un pico de pandemia, que debe intentar frenar, y un funcionamiento capitalista, que también defiende y no quiere modificar.

En esa encrucijada, se vio obligado a decretar que provisoriamente no haya clases presenciales -lo que es correcto- y cortar la circulación nocturna, pero no se anima a tocar intereses empresarios. Por eso se niega a cerrar fábricas y empresas no esenciales por un tiempo, con el falso argumento de que allí “no hay contagios”. Presidente Fernández: obreras y obreros de este país se contagian todos los días en su lugar de trabajo y en el transporte público yendo a trabajar. Y se enferman y se mueren. También le informamos que esas empresas tienen recursos millonarios para pagar salarios dignos, aun en cuarentena, si el Estado se los exigiera en vez de apañarlas.

El gobierno tampoco se anima a tocar las ganancias millonarias de las clínicas privadas, por eso se niega a unificar todo el sistema de salud bajo gestión estatal y gratuita, como debería ser en medio de esta pandemia. Ni destina fuertes partidas extra a la salud pública, para más camas y personal bien pago, pero quiere tapar esa falencia con un miserable y tardío bono de $6.500.

Menos aún se anima a garantizar que la población tenga vacunas en forma masiva. Desde la izquierda venimos explicando que en el laboratorio mAbxience, de Sigman, en Garín, se producen vacunas que van a países centrales, que deberían quedar acá y que también acá se pueden envasar. Varios funcionarios nos contestaron que no se podía, pero ahora se demostró que sí se puede. Se acaba de anunciar que entre el Instituto Gamaleya y Richmond empezarán a producir y envasar acá la vacuna rusa SputnikV, desde junio. Mientras tanto, el gobierno sigue mirando para otro lado para que el negocio privado siga adelante, aun a costa de la vida de miles.

La voz de la izquierda

Dicen que, en situaciones extraordinarias, en las grandes crisis, es cuando mejor se ve la esencia de los proyectos políticos. Y en esta pandemia se ven con claridad las miserias de la casta política tradicional, de los jerarcas pagos de este sistema en donde una patente privada está por encima de la vida de millones.

Vemos a diario sus shows televisivos, sus peleas electorales disfrazadas de preocupación educativa o sanitaria. Su cinismo de clase. Su “grieta”, ajena a las mayorías trabajadoras y populares.

¿No es hora ya de salirnos de estas nocivas opciones y alimentar una tercera voz, clara, independiente de todos los poderes capitalistas? La izquierda organizada en el FIT Unidad, del cual el MST forma parte, hemos sido la única fuerza política con un programa alternativo y de fondo para enfrentar la pandemia y la crisis económica. De a poco, va quedando claro.

Presentamos un proyecto de ley en el Congreso para declarar de utilidad pública el laboratorio de Sigman y nos movilizamos allí para denunciar sus negocios contra la vida. Fuimos también a la sede de la OMS a expresar el mismo reclamo. Este jueves 22 lo haremos al Ministerio de Salud. Y lo seguiremos haciendo una y mil veces.

Convencidas y convencidos de que el país necesita, en semejante crisis, una salida distinta. Sin corporaciones que lucren con la vida. Sin FMI ni privilegios políticos. Con presupuesto real para la heroica primera línea y con vacunas producidas en forma masiva por el Estado, para todes. Lo podés ver con tus propios ojos. Por esta salida sólo luchamos quienes somos socialistas y anticapitalistas. El resto, con acuerdos y diferencias, es parte del juego político perverso de este sistema decadente que se llama capitalismo y que nos trajo este desastre.

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