jueves, 21 noviembre 2024 - 17:19

Palestina. Más allá de la frontera entre capacidad y discapacidad

La foto del ya fallecido Fadi Abu Salah no deja de afectarnos. Convoca a darle sentido, comprender los mundos de otros. No soy ajeno a las primeras impresiones que todos tenemos. La silla de ruedas, su discapacidad como falta de piernas, piernas que “perdió” en un bombardeo israelí. Primero le quitaron las piernas, luego la vida. Avanzaron y amputaron su cuerpo y vida como lo hacen con el territorio y  su pueblo.

Hasta acá nuestras reflexiones, un poco permeadas por la lógica individual de nuestras tierras, y de una épica que tiene su contracara de victimismo.

Hay algo de “a pesar de” su discapacidad, Fadi Abu Salah mantiene su lucha. Damos por hecho que no tener piernas, como lo consideramos acá, también allí es una discapacidad. Una deficiencia en el cuerpo que sin discusión alguna es una pérdida. Israel tiene una estrategia de discapacitación del pueblo Palestino que impone sin ningún tipo de contra respuesta.

Si eso es así, como también pensamos la discapacidad, se convierte en un destino al que se recibe pasivo y no queda otra que entregarse a padecer.

Pero no fue el caso de Fadi Abu Salah, ni de su pueblo.

El cuerpo de Fadi Abu Salah y de muchos más se convirtió en el mismo campo de batalla. Un campo de batalla íntimo y personal donde el deseo de liberarse se vuelve máquina de guerra.Esa fragilidad del cuerpo a la que clasificamos en el peor lugar como cuerpo discapacitado tiene mucho para refutarnos. Si el cuerpo solo fuera territorio de saqueo, disputa y conflicto, no tendríamos con qué ganar la guerra ni con qué oponernos.

Lo que vemos como discapacidad en Fadi Abu Salah no abarca el aumento de su deseo contra este mundo genocida, ni funcionan nuestros cálculos sobre las situaciones que incrementan tu potencia y resistencia.Porque también nosotros solo vemos a un individuo, no entendemos las redes que lo sostienen y constituyen. En los estudios sobre discapacidad se llama a esta manera de entender la discapacidad  modelo individual, que entre muchos perjuicios tiene el negar las relaciones que definen una vida. En Fadi Abu Salah la relación de su cuerpo con sus mutilaciones y este con el testimonio de resistencia de su pueblo componen una nueva y más intensa relación. Las mutilaciones no lo descomponen; al contrario, lo recomponen y lo sitúan al frente de la resistencia.

Así que a nuestro juicio tan occidental le anda faltando un poco preguntarse: ¿Quién dice quién “tiene” discapacidad? ¿Quiénes son los “capacitados”? ¿Hay cosas específicas que te debilitan?Los que no logramos parar los aumentos en los alimentos y la precarización constante, ¿miramos a los palestinos como víctimas?

Decía Ahed Tamini, la joven palestina encarcelada ocho meses por abofetear a dos soldados israelíes: “Los palestinos no somos víctimas, somos luchadores por nuestra causa”. La escritora argentina Leonor Silvestri en su libro Games of Crohn, donde narra su internación, dice: “Nada más extraordinario, nada más potente, nada más interpelador, nada más intenso me ha ocurrido en la vida. Ninguna experiencia más singular que haya posibilitado tanta expansión de límites corporales cuando en apariencia me acorta y me acota”.

La discapacidad nos habla en esta coyuntura neoliberal desmontando nuestras ideas de autosuficiencia e independencia. Diciéndonos que no es la imagen débil, miedosa, entristecida e incapaz de sublevarse que relacionamos a ciertos cuerpos. Que hay mucho más en ellos y en sus potentes relaciones, si ellas son despertadas.

Marcelo Gil

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