Bastó que el Banco Central vuelva a retomar el crawling peg, la devaluación del dólar diaria calculada en un 3% mensual, para que los especuladores del blue, reprimidos hasta ahora por el gobierno, lo llevaran de nuevo a $ 1.000. Detrás de la corrida, muchos economistas adelantan para el periodo post electoral un fuertísimo ajuste, gane uno u otro candidato.
Para los analistas el dólar oficial lleva un atraso de como mínimo un 38% y la brecha cambiaria ya se ubica en un 150%. Así, este nuevo despertar del precio del dólar se produce cuando aún no se disipó la discusión sobre la verdadera tasa de inflación y las perspectivas económicas del proceso post electoral.
El índice de 8,3% de octubre estuvo condicionado por tarifas y precios “pisados” para evitar los dos dígitos del mes anterior en la previa a las elecciones. Ahora, distintos economistas y consultoras vuelven a pronosticar un repunte importante del índice para noviembre. El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que publica el Banco Central fija la inflación de noviembre -que se conocerá el mes próximo- en un 11,5%, la consultora Eco Go lo hace en un 12,2%. La proyección inflacionaria anual de los especialistas habla de un 185%.
Ya varios analistas económicos sostienen que pese a las promesas de Massa de no devaluar, sería inevitable una devaluación más o menos rápida de entre un 25% y un 35%. Otros hablan de cifras mayores. El plan de Milei, si bien ahora dice que no va a dolarizar por lo menos hasta que transcurra el primer año y tampoco dinamitaría todo el Banco Central, provocará un rápido corrimiento de todos los precios de la economía.
La conocida economista liberal Dal Poggetto -que ha vuelto a sonar como una posible ministra de Massa- acaba de señalar en una reciente conferencia que “hoy hay un esquema de represión financiera que tiene una enorme cantidad de costos. ‘Es ineficiente pero es eficaz, entre comillas, para sostener la demanda de pesos’. Sin embargo, como el Banco Central se quedó sin dólares, se está paralizando la economía con el freno de las importaciones”.
La jefa de la consultora Eco Go coincidió con otro economista liberal, Agustín Etchebarne, en que no habría lugar para el gradualismo en torno a los ajustes necesarios para “normalizar” la economía. Según este último “el ajuste va a venir y el crawling peg (microdevaluaciones periódicas) no va a durar. Podemos ver en la historia lo que hicieron para hacer este tipo de ajustes y te asustás. Los peronistas aplicaron con Menem un plan Bonex. Le confiscaron los depósitos a mucha gente con un bono a 10 años. La otra manera es la hiperinflación. El problema de las Leliq tiene una solución horrible por delante, cualquiera de las soluciones que tomes.”
La otra alternativa, de ganar Milei, es su conocido plan de dolarización, aunque no se sabe a ciencia cierta de donde va a sacar los dólares. Los referentes de la Libertad Avanza han mencionado distintas opciones, todas dudosas. Desde los dichos sobre los argentinos con capacidad de ahorro que sacarían los dólares del colchón porque se retomará la confianza, pasando por un préstamo especial del Fondo por U$S 15.000 millones, hasta como propone Ocampo, la formación de un fideicomiso que otorgue como garantía los bonos de ANSES y las acciones de YPF.
En lo que los economistas liberales coinciden con Milei y, pese a su relato electoral, con Massa, es en la necesidad de un fuerte ajuste fiscal. El liberfacho ya adelantó en sus conversaciones con el FMI que quiere privatizar todo y hacer un ajuste fiscal superior a lo que los funcionarios del imperialismo estarían exigiendo. Massa en cambio ha hecho campaña hablando de defender al Estado y prometiendo aumentar presupuestos, como el caso del destinado a Educación.
Sin embargo, un artículo del economista Ismael Bermúdez, publicado en Clarín recientemente, nos revela cómo el ministro candidato ha venido ajustando todos los presupuestos estatales. Según este periodista, “pese de la recaudación por la sequía, la caída del gasto en términos reales llevó a que en los primeros 10 meses del año el déficit primario se redujera en un 11,7% y el financiero cayera menos, un 6,9%, por el pago de intereses”.
En relación a igual período del 2022 “los gastos totales de la Administración Nacional tuvieron una caída real del 4,3%: los gastos primarios se redujeron 4,8% mientras que los intereses de la deuda presentaron una suma del 0,3%”. Entre los recortes más significativos observa “asignaciones familiares (-28,5%), subsidios a la energía (-25,8%) y en jubilaciones y pensiones (-3,5%) principalmente por que la movilidad fue menor a la inflación”.
En este informe, Bermúdez afirma que la baja real de las asignaciones familiares para los activos fue del 43% y el deterioro de la AUH (Asignación Universal por Hijo) frente a la inflación fue del 16,2%. Además, “los programas sociales tuvieron una baja interanual en términos reales del 6,1%”
En resumen, para “normalizar” la economía, esto es para obtener los dólares necesarios para pagar al FMI la fraudulenta deuda externa y seguir garantizando la ganancia empresaria, hace falta un fuerte ajuste en las prestaciones sociales, el salario, las jubilaciones y los planes sociales. Ese es el programa esencial de los grandes empresarios, los economistas liberales y de cualquiera de los dos candidatos, para los meses que vienen.
Más que nunca es fundamental la unidad de los luchadores y la izquierda para enfrentar el ajuste en ciernes y parar los planes de hambre y entrega, y levantar un programa totalmente distinto que empiece por romper con el FMI, nacionalizar la banca y el comercio exterior, descargar fuertes impuestos sobre los grandes empresarios y ricachones, para que la crisis la paguen los que se han enriquecido a costa de los que generamos la riqueza del país con nuestro esfuerzo, los trabajadorxs.