El 21 de noviembre fue nuestro día nacional. La fecha, especial para todo nuestro colectivo, otra vez nos encontró en las calles. La ALE, el sindicato independiente y combativo que construimos, resolvió en asamblea de base convocar a una 2ª Marcha de Antorchas y otra vez, volvimos a poner en agenda nuestros reclamos.
El panorama con el cual llegamos a este nuevo Día Nacional de la Enfermería tiene datos categóricos, que describen muy bien la realidad que nos tocó vivir como colectivo durante la pandemia:
• Más de 10.000 enfermeras/os contagiados de COVID
• 228 compañeros fallecidos Las cifras dan cuenta que la enfermería estuvo al frente de la lucha contra el COVID, cuidando al pueblo, sosteniendo la salud pública, reivindicando nuestro rol social fundamental. Ese orgullo lo reivindicamos con todas nuestras fuerzas.
El cuadro general que muestran estos datos contrasta con la orientación política de todos los gobiernos frente a nuestros planteos, bien básicos, bien elementales. Nos usan de marketing electoral, se llenan la boca hablando de la salud pública, pero el reconocimiento y homenaje a la primera línea no es ponerle placas (merecidas, por otro lado), a nuestros muertos y muertas: lo que exigimos son derechos, exigimos el reconocimiento salarial, laboral y profesional que se nos viene negando de forma sistemática.
Para discriminar a enfermería, tampoco hay grieta
Si hacemos un balance arrancando por CABA, la conclusión es indiscutible: en la ciudad más rica del país, ser enfermero, ser enfermera, es tener un ingreso por debajo de la canasta de pobreza, es recurrir al pluriempleo para llegar a fin de mes, es sufrir violencia laboral con negación de licencias y derechos, es no ser reconocidos. Pero, y en esto queremos ser muy claras, no es solamente Larreta o Juntos por el Cambio: en la provincia de Buenos Aires, a escala provincial (a pesar de la lucha de organizaciones hermanas y combativas), y en los municipios, la situación de enfermería es indignante. Los compañeros de La Matanza son una prueba de eso, en la zona Sur del Conurbano, en La Plata, la lucha del Larcade: ¡los intendentes feudales mantienen al personal contratado por años, ultraprecarizado y en situación de miseria! Esta es la realidad de la provincia de Buenos Aires y en el interior del país se agrava todavía más. Las organizaciones amigas de la ALE nos transmiten su situación, e incluso nos plantean la necesidad de proyectar una verdadera organización nacional de la enfermería para enfrentar tanto maltrato y desprecio.
Pero el sistema de salud sin nosotras es insostenible. La enfermería es insustituible y somos el colectivo profesional mayoritario, aunque nos relega el modelo médico hegemónico predominante y sostén del poder político que nos posterga. Sin embargo, el mensaje que dimos en las calles fue clarísimo: no nos callamos más.
No es una conspiración: es un régimen de poder en los hospitales
Ya lo venimos denunciando: en la Ciudad de Buenos Aires existe un sistema de poder opresivo y explotador contra la enfermería en la salud pública. En primer lugar, la corporación privilegiada de la Asociación de Médicos Municipales (AMM) que desde su dirigencia monopoliza concursos, que se les ponen los pelos de punta al pensar que una enfermera o enfermero pueda dirigir o gerenciar un hospital, o un centro de salud. Esa casta que hace lobby contra la enfermería, nos quiere sometidas, nos quiere como mano de obra barata, para beneficiarse y favorecer sus negocios en el sector privado. Nefastos.
¡Y cómo olvidarnos, de la dirigencia de SUTECBA! Décadas atornillados al sillón del sindicato, y que lo único que representan son sus propios intereses y privilegios económicos. Pactan con los gobiernos contra la enfermería, están desesperados por la caja de la cuota sindical, por el manejo discrecional de los “módulos” (horas extras), no lucharon ni por el acceso a los EPP, son felpudos y oficialistas del gobierno de turno: una vergüenza. A este tándem de negocios y privilegios, con el empresariado de la salud privada y Larreta como socios “orgánicos”, lo enfrentamos como obstáculo para lograr nuestros objetivos.
Del estallido del 2018 a la actualidad: la conclusión de construir nuestro propio sindicato
Nuestra profesión ha sido históricamente ninguneada por el poder político y sus socios sindicales. Pero en el 2018 la enfermería irrumpió de rabia y conciencia, y, aunque en ese momento tuvimos fuerza en las calles, nos faltó orientación y una perspectiva para canalizar positivamente toda esa energía de lucha. Nos quedaron conclusiones profundas que, en principio, desde ALE, tratamos de convertir en acción constructiva hacia adelante. En estos dos años con la pandemia, aprendimos más: supimos sintetizar en un movimiento común, que hoy potencia la ALE, un nuevo proyecto para que la enfermería se empodere, no vuelva a empezar todos los años desde cero, y que podamos contar con una poderosa organización propia de nosotras y nosotros. Desde ese lugar, nos proponemos unificar por la base a la enfermería en cada hospital y apostar a movilizarnos de conjunto con todo el equipo de salud. Por eso, es un orgullo lograr coordinar medidas de fuerza con la Comisión de Enfermería de la APyT del Garrahan, con los compañeros de la AGHIM del Moyano, de la CICOP, de la Comisión Interna del Italiano y la Agrupación Bordó en ATSA, con la Asociación Bonaerense de Enfermería, con el Centro de Estudiantes de la Grierson y tantos otros sectores. Inclusive, con la Agrupación Celeste de SUTECBA, que está enfrentando a Genta. En resumen: nuestro propósito es hacer un potente sindicato de la enfermería y una sólida unidad de todo el equipo de salud por el conjunto de nuestras reivindicaciones. Eso lo volvimos a gritar en nuestro día nacional.
Somos la pesadilla de los que nos discriminan
Somos orgullosamente enfermería y clase trabajadora. Estamos por la unidad de todo el equipo de salud y contra el modelo médico hegemónico. Además, levantamos un modelo sindical democrático e independiente de los gobiernos de turno, y luchamos para transformar de punta a punta este sistema que se sostiene por nuestro esfuerzo. En este 2021 volvimos a levantar nuestras antorchas por nuestros reclamos, y no vamos a parar de luchar en cada hospital construyendo delegaciones fuertes de ALE, multiplicando nuestra iniciativa popular con 40 mil firmas (de las que ya tenemos la mitad), para que la legislatura de CABA esté obligada a tratar la inclusión de enfermería en la Ley N° 6035. Nos dan la espalda los que mandan, porque creen que “ganan tiempo”. Pero no saben lo que hacen: se metieron con la generación equivocada. Vamos por aumento salarial que nos equipare al costo de la canasta familiar, como piso. Vamos por un bono “Primera Línea” de fin de año. Vamos por el pase a planta de los contratados y contra los despidos. Vamos por reconocimiento a nuestro colectivo. Luchamos por un modelo de salud de calidad, con más presupuesto y personal, al servicio de todo nuestro pueblo. Ese es nuestro orgullo y compromiso. Somos enfermería. Somos la ALE.
Andrea Ramírez y Carolina Cáceres, enfermeras y referentes de ALE.