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Opiniones sobre el fin del mundo es una columna que busca dar cuenta de lo que reflejan algunas de las notas de opinión dominicales de los medios masivos de comunicación y otras nuevas plataformas. Obviamente, por el medio donde se publica esta pieza, busca entender la realidad y a la vez proponer ideas para transformarla mediante políticas socialistas.
Nada puede discutirse este domingo al margen del hecho de la semana: el triunfo de Trump en las elecciones estadounidenses. El republicano llegará por segunda vez a la Casa Blanca tras un triunfo que resalta por el hecho de haber ganado, por el voto popular, la mayoría en el Senado; y se estima para cuando termine el recuento que también corra la misma suerte para la Cámara de Representantes. Y algo no menor también, la mayoría de jueces afines en la Corte. No es en este lugar donde vamos a hacer un balance de las elecciones mencionadas, pero sí, para entender los resultados de dichos comicios, partimos de la declaración que publicó la LIS y la OTI, unos días atrás de la votación, donde anticipaban: “Mientras el Partido Republicano con Trump a la cabeza se ha radicalizado hacia la derecha, los demócratas se han mantenido como defensores del statu quo, incluso moviéndose más hacia la derecha. Llaman a votarlos simplemente porque Trump es peor, pero terminan alienando a millones de personas que decidirán no acudir a las urnas”. Lo remarcado es para entender que la lógica del malmenorismo, esta vez encarnado por el Partido Demócrata y la candidatura de Kamala Harris solo sirvió, de nuevo, de alfombra roja para la ultraderecha.
Sin dudas, el resultado del norte de América puso y mantiene bastante efusiva a la comarca libertaria de Argentina. Los hermanos Milei, la familia Caputo y el séquito que se pasea por la Casa Rosada festejan una victoria a varios kilómetros que obviamente los fortalece en su empresa ultraderechista. Es un apoyo a las ideas conservadoras de la nueva ola mundial, pero todavía no genera las seguridades que el gobierno plantea para hacerse de los recursos que tanto necesita Argentina.
Joaquín Morales Solá lo ilustra del siguiente modo: “Aturdida por la aplastante victoria de Donald Trump, la cresta mileísta (¿también Javier Milei?) deduce que ese triunfo en el otro extremo de América perpetuará en el poder al actual presidente argentino. Han leído muy poco de historia y carecen de experiencia. En primer lugar Trump, bueno o malo, será el líder de la primera potencia del mundo y aplicará políticas para su país que beneficiarán o perjudicarán al resto de los países. O podrían beneficiar a algunos y perjudicar a otros. Es probable que en el corto plazo Trump ayude a Milei en el Fondo Monetario Internacional, donde Estados Unidos tiene una influencia decisiva. El gobierno argentino espera firmar un acuerdo con el Fondo que incluya el envío de recursos frescos por valor de 20.000 millones de dólares, si fuera posible. Hasta ahora, la Argentina recibió de ese organismo solo asientos contables”[i]. Eso no es todo, para ser concreto, el analista de La Nación también recuerda que durante el mandato de Mauricio Macri, un verdadero par de Trump, las políticas del ultraderechista norteamericano significaron para nuestro país un salvavidas de plomo. Solá describe: “La Reserva Federal de los Estados Unidos (el Banco Central norteamericano) subió las tasas en 2017 y en 2018, cuando ya Trump era presidente. Una mala noticia para la Argentina. Trump había anunciado, además, el ‘plan de construcción de infraestructura más importante de la historia de los Estados Unidos’. Hiperbólico, como siempre. Fue suficiente. Todos los dólares que andaban en inversiones de riesgo se fueron al más seguro país de Trump, aunque este quería ayudar a Macri en la Argentina”[ii]. Elementos a tener en cuenta para formular nuevas preguntas: ¿será la victoria de Trump la nueva fecha de vencimiento del carry trade que impulsa Caputo desde Economía? Todo está por verse.
Las dudas sobre el devenir de la relación simbiótica entre los presidentes de peinados extraños se manifiestan en la mayoría de los diarios más afines al círculo rojo. En Clarín, Ricardo Kirschbaum sostiene que el gobierno local “espera respaldo político y tiene ocultos temores económicos por el súper dólar y los aranceles a las importaciones que quiere implantar el triunfador del martes pasado”[iii]. Para seguir remarcando contradicciones en este sentido, podemos sumar un aporte algo más crítico. Alfredo Zaiat escribió lo siguiente en su columna dominical: “El triunfo electoral contundente del líder republicano, que lo llevará nuevamente a conducir la Casa Blanca, deriva en la exhibición de una contradicción libertaria evidente: festeja el regreso al poder del político que Milei imita en desbordes, discursos violentos y cosmovisión ultraconservadora de la sociedad, al tiempo que colisiona con la concepción económica de Trump proteccionista y de defensa de la producción nacional”[iv]. Y además sumó un elemento imposible de obviar: “China es considerada el principal enemigo del comercio internacional y de actividades evaluadas como estratégicas por Estados Unidos, mientras que la Argentina -incluso la de Milei- tiene con la potencia asiática vínculos comerciales, financieros y de inversión relevantes”[v]. Todas alertas ante la recomposición del nuevo mundo que se geste con el segundo mandato de Trump, en medio de la decadencia imperialista de Estados Unidos.
Semanas alegres, pero una realidad diferente a la del prócer Trump
El riesgo país, pizarras todas verdes en la city porteña, dólar en baja e inflación en el mismo camino temporalmente, sumado a la victoria de Trump, establecieron una panacea libertaria que los tuiteros no paran de agitar en la calle digital. Sin embargo, la realidad es más compleja. Y eso, diferentes elementos del gobierno lo leen. Haciendo referencia a la falla de las encuestas en Estados Unidos, sin despejar de la ecuación los efectos sociales de la motosierra de la que se vanagloria Milei, Patricia Bullrich, según Eduardo van der Kooy en su trama política, empieza a razonar del siguiente modo: “Otra pontificación: ‘las encuestas ya no sirven como termómetro ni como diagnóstico’, afirmó. Muy pocas acertaron la victoria de Trump. Temerario: el gobierno de Milei está apuntalado, básicamente, por los números que brindan los trabajos de opinión pública. ¿Será verdad, siguiendo el razonamiento de Bullrich, que después de once meses turbulentos conserva una adhesión social tan alta?”[vi].
Las razones de estas dudas que hacen a los problemas estructurales que se esconden debajo de la alfombra en las redes sociales, son las que ponen nerviosa a la ministra que colabora todos los miércoles con represiones periódicas a los jubilados, para que el equilibrio fiscal se cumpla a costa de la motosierra en el presupuesto previsional. Son estos elementos los que hacen pensar a algunas cabezas de este gobierno la posibilidad de que el fenómeno Milei, es decir su proyecto y no el sentido de la polarización social que existe, sea algo efímero. En este sentido, Jorge Liotti enumera en su columna: “El gobierno ha demostrado hasta ahora como los principales logros de su gestión el equilibrio fiscal, el ordenamiento económico y el control de la inflación. De los tres objetivos, solo el último es directamente percibido por los ciudadanos, ya que los otros escapan de su apreciación directa. Los mercados miran la macro; los votantes sienten la micro.
Pero el mérito de la baja de la inflación tiene dos atenuantes importantes. El primero, que viene de arrastre, es que la gente no percibe una mejora real en sus ingresos en relación con su poder de compra, expresado con la frase ‘no llego a fin de mes’. Pero a eso se agregó otro fenómeno curioso que ha empezado a visibilizarse últimamente y que emergió con nitidez en los focus group que organizó la consultora Shila Vilker con votantes de Milei. ‘La inflación bajó, pero los precios no’, dijo uno de ellos. ‘Los precios suben más que la inflación’, refrendó otro, como si estuvieran disociados”[vii]. ¿Se reiterará la tesis “Es la economía, estúpido”? Una posibilidad que nadie descarta.
La situación del peronismo
La trifulca entre el gobernador Quintela y Cristina Fernández de Kirchner se resolvió por la vía judicial. Una paradoja para la ex vicepresidenta que quedará como autoridad máxima de uno de los partidos más añejos, que hoy atraviesa una crisis mayúscula. Sin embargo y paradójicamente, según Horacio Verbitsky “la consagración de CFK al frente del peronismo por ausencia de otra lista con los avales estatutarios requeridos, ha incrementado la percepción favorable sobre la ex presidenta en todos los sondeos, como la principal opositora a los hermanos Milei”. Esto es lo que explica que CFK esté haciendo todos los movimientos como si ya estuviera en campaña electoral (el único camino que ve para desplazar a Milei, lejos de la calle). De esta forma se explica también la caminata por Avellaneda. Con estas acciones, como lo explica María Cafferata en Página 12, se busca la propaganda del nuevo plan de país de la expresidenta: “Algunos ya los viene deslizando en sus cartas: las nuevas relaciones laborales, la necesidad de una reforma de la educación pública, el avance del narco, la ineficacia burocrática del Estado, entre otras. ‘Acá el desafío no es solo Milei, sino que muchas personas piensan como él. Y el partido es el mejor lugar para discutir estas cosas’, explica un dirigente que insiste en que la única persona que tiene el capital político para avanzar en este sentido es CFK. CFK como presidenta del PJ, CFK como ordenadora del peronismo y CFK como candidata”[viii].
Este panorama o esta nueva transformación del kirchnerismo, que Guillermo Pacagnini define como la tercera, parafraseando la idea de los peronismo que planteó Horowicz, muestra un viraje conservador. Pacagnini plantea: “¿Ahora se ensaya una tercera etapa? Lejos, muy lejos de la novedad que fueron, de aquel aire renovador, vuelve una Cristina muy emparentada con la vieja política pejotista, cuestionada y con un programa ‘torcido’ hacia la derecha. Lejos del frente liberador o nac & pop, con menos progresía y más pragmatismo, apela a convencer que es lo posible, al mal menor para tratar de capitalizar la creciente bronca contra Milei”[ix].
Unir luchas, fortalecer una propuesta para instalar que Milei se tiene que ir
En medio del mapa social y político descrito, se siguen desarrollando luchas. Una que le está costando una confrontación muy dura en términos mediáticos al gobierno es la que lleva adelante con Aerolíneas e Intercargo. Además, el Garrahan sigue en el mismo sentido batallando contra el recorte en salud. Ambas experiencias, aun sin encontrar unidad por el rol de la CGT, también coinciden o coincidieron con otras luchas, como la del hospital Bonaparte o el conflicto universitario. Sin dejar de contar el paro de transporte, el cual si la UTA hubiese adherido se lo estaría analizando como un exitoso paro general en todas sus líneas. Una acción que hubiera condensado y mostrado las fuerzas existentes para enfrentar el plan libertario
Jornadas de luchas también se preparan para noviembre. Estos puntos hacen muestran de que, más allá de que no emerja con claridad una nueva conducción hegemónica que enfrente a Milei, sí le aparecen límites sobre los que aún le cuesta avanzar.
El FIT-Unidad tiene un rol crucial para jugar. Algo que, volviendo a la columna de Pacagnini, se puede sintetizar del siguiente modo en esta cita: “La izquierda se viene fortaleciendo, y el FIT Unidad es la expresión unitaria de que levanta ese programa, esas propuestas de fondo y ha ganado presencia activa en los procesos de lucha social y política, en las calles, las organizaciones y también en el parlamento. Pero somos conscientes desde el MST de que eso no alcanza, y venimos impulsando la necesidad de una mayor postulación y fortalecimiento incorporando a todos los sectores que quieran confluir sumando su aporte para la construcción de una nueva y fuerte alternativa desde la izquierda. Por eso convocamos a toda esa militancia obrera, popular y de la juventud a dar juntas y juntos estos pasos hacia la alternativa que se necesita”[x].
[i] Alegrías, disparates y pánico. Joaquín Morales Solá – La Nación (10-11-2024)
[ii] Ídem.
[iii] Trump y Milei, un solo corazón; Macri vs. Macri; Cristina, Kicillof y la inseguridad. Ricardo Kirschbaum – Clarín (10-11-2024)
[iv] Quién festeja con más ganas el triunfo de Trump. Alfredo Zaiat – Página 12 (10-11-2024)
[v] ídem.
[vi] Milei y un anabólico con efectos secundarios. Eduardo van der Kooy – Clarín (10-11-2024)
[vii] Milei y el dilema del opositor deseado. Jorge Liotti – La Nación (10-11-2024)
[viii] Kirchner: qué hay detrás de las caminatas por La Matanza, Avellaneda y Lanús. María Caferatta – Página 12 (10-11-2024)
[ix] Qué fue y qué es el kirchnerismo. Guillermo Pacagnini – Alternativa Socialista (Noviembre)
[x] Ídem.