martes, 19 noviembre 2024 - 00:24

Opinión. A 100 años de la muerte de Lenin

Compartimos la siguiente nota publicada originalmente en el sitio web de la Liga Internacional Socialista.

Este 21 de enero se cumple un siglo de la muerte de Lenin. Fue el principal dirigente, junto a Trotsky, de la revolución rusa y desarrolló algunos de los aportes fundamentales a la política y práctica revolucionaria después de Marx. Su legado, la tergiversación del mismo y la lucha por defender el auténtico Lenin, marcaron el desarrollo del movimiento obrero durante estos 100 años. Hoy, rescatar sus conclusiones centrales es esencial para reconstruir las organizaciones revolucionarias que necesitamos para encarar la lucha por el socialismo mundial.

Los aportes de Lenin a la teoría, la política y la praxis revolucionaria son sin duda las más significativas desde Marx. Aquí solo mencionaremos las más trascendentes.

El imperialismo, el Estado y la revolución

Su análisis del imperialismo como etapa decadente del capitalismo fue clave para determinar las posibilidades de la revolución y sus protagonistas. Identificó que la consumación de la repartija del mundo por parte de las principales potencias capitalistas y la concentración del capital en unos pocos monopolios que manejan la producción y las finanzas de la economía mundial determinaba el fin del rol progresivo del capitalismo. La expansión económica y acumulación de riqueza de la burguesía ya no traería mejoras en la vida y bienestar del conjunto de la humanidad.

En adelante el capitalismo imperialista sólo avanzaría intensificando la explotación, la opresión, la miseria y las guerras. En adelante, toda burguesía jugaría un papel reaccionario y contrarrevolucionario.

Cuando gran parte del movimiento socialista europeo se asimiló a la democracia burguesa y revisó a Marx para justificarse y plantear una vía parlamentaria al socialismo, Lenin defendió el marxismo revolucionario. En El Estado y la revolución, una de sus mayores obras, rescata al verdadero Marx para reafirmar que el Estado burgués es creación de y para la burguesía y la única vía al socialismo pasa por destruirlo y reemplazarlo con un Estado de la clase trabajadora.

Estás conclusiones fueron clave para desarrollar una política revolucionaria. Donde otros pensaron posibles cambios importantes dentro del capitalismo o de la mano de fuerzas burguesas, Lenin, junto a Trotsky y otros que compartieron su análisis pudieron dirigir a la clase obrera y las masas rusas al poder y la fundación del primer Estado obrero de la historia.

El partido revolucionario

Ese análisis también llevó a lo que sería el mayor aporte de Lenin, y que en última instancia permitió el triunfo de la revolución rusa, el partido revolucionario. Antes de Lenin, los marxistas revolucionarios militaban dentro de los grandes partidos socialistas de la Segunda Internacional. Luchaban por su política dentro de los mismos, luchaban por dirigirlos, pero convivían en los mismos partidos con los reformistas. No tenían una organización propia para discutir y actuar con política y orientaciones centralizadas.

Lenin estaba convencido que si la clase obrera tenía que tomar el poder, necesitaba un partido preparado para esa tarea. Tal era su convicción, que en 1903 dividió al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso en torno a esa discusión. Los Mencheviques surgieron de quienes sostenían la construcción de un partido movimiento, el el que todo aquel que acuerde con la política del partido es miembro. Los Bolcheviques surgieron de Lenin y otros que construyeron una organización cuyos miembros eran los militantes activos de la misma.

Construyeron un partido de revolucionarios profesionales, organizado en torno a militantes que hacían de la política su actividad central. Lo dotaron de un programa claramente socialista y revolucionario. Y desarrollaron un régimen interno que combinaba la más abierta libertad de discusión democrática con la más disciplinada unidad en la acción, el centralismo democrático. Estas características le dieron a los bolcheviques la necesaria flexibilidad táctica, sensibilidad hacia el movimiento de masas y firmeza de principios para navegar el torbellino del proceso revolucionario y triunfar en la encarnizada disputa por dirigirlo. 

El internacionalismo

La otra obsesión de Lenin era el internacionalismo. Si hay algo sobre lo cual Lenin insistió sin ambigüedad, fue la certeza de que si la revolución no se expandía por Europa y el mundo, el jóven Estado obrero ruso no tenía posibilidad de sobrevivir como tal. Tal era esa certeza, que al mismo tiempo que lucharon una guerra civil, enfrentaron sequías y hambrunas devastadoras, los bolcheviques dedicaron sus mayores esfuerzos y recursos a construir la Tercera Internacional y a apoyar a los revolucionarios europeos. 

No era una fantasía. Estallaron tres revoluciones en Alemania entre 1918 y 1923 y varias más en el resto de Europa. Los partidos comunistas de la Tercera Internacional organizaron a cientos de miles y dirigieron algunas de esas revoluciones. Lamentablemente perdieron. Una de las conclusiones más difíciles de asimilar, pero que siempre motivó la intensidad política de Lenin, es que las decisiones políticas importan. Innumerables condiciones objetivas condicionan las posibilidades, los límites y las oportunidades que pueden haber para los revolucionarios, pero en momentos clave, tener o no tener la fuerza para disputar es determinante. Incluso teniéndola, acertar o equivocarse hace la diferencia. Lo que hacemos o no hacemos importa.

El legado de Lenin

Esto mismo es evidente también en la última batalla que encaró y no llegó a dar Lenin, contra la burocratización del Partido Bolchevique y la Unión Soviética. Tras el fracaso de la revolución alemana, la URSS quedó aislada y comenzaron a fortalecerse los elementos más conservadores del partido, encabezados por Stalin. Lenin advirtió sobre este peligro y se dispuso a combatirlo, pero no llegó, dos ACV se interpusieron y quitaron su vida. Fue Trotsky quién entonces encabezó la lucha contra la burocratización y contrarrevolución stalinista. Él, sus valientes compañeros y quienes continuaron la lucha después de ellos, lograron mantener vivas las lecciones del marxismo revolucionario, con los aportes imprescindibles de Lenin, que nos permiten seguir dando la pelea hoy.

El stalinismo, para justificar su contrarrevolución, tergiversó a Lenin (como también a Marx), creando un culto a un Lenin que defendía todo lo contrario a lo que había desarrollado en vida. En nombre del “leninismo”, crearon el partido monolítico, vertical, autoritario, de centralismo burocrático; reemplazaron el internacionalismo y la independencia de clase con el nacionalismo, el frente popular con la burguesía y la coexistencia pacífica con el imperialismo. Durante décadas, correspondió al trotskismo defender el bolchevismo auténtico. Afortunadamente, no se cortó el hilo rojo y el marxismo revolucionario sobrevivió hasta nuestros días.

Leninismo hoy

En el mundo convulsionado y polarizado de hoy casi no pasa un año sin alguna rebelión o revolución. Cada una reafirma las ideas centrales de Lenin. El capitalismo solo profundiza la miseria, todo experimento político dentro de los marcos del sistema, desde las izquierdas amplias y progresismos hasta las extremas derechas, solo administra y profundiza esa miseria. Y, por encima de todo, cada revolución y rebelión que pasa insiste en señalar la necesidad de partidos revolucionarios con peso para disputar la dirección de las masas trabajadoras y el destino de los procesos revolucionarios.

El proyecto de la Liga Internacional Socialista está dedicado al reagrupamiento mundial de los revolucionarios para reconstruir partidos y una internacional con los principios y métodos que permitieron a Lenin, Trotsky y los bolcheviques lograr el mayor triunfo que la clase obrera ha logrado en la historia.

Construimos partidos y una Internacional en base a un programa de firmes principios revolucionarios, con un método sano, fraternal y democrático a la hora de discutir todo y definir las tácticas de cada organización,  y profundamente unidos en la intervención concreta en la lucha de clases con campañas internacionales y en el apoyo mutuo en la construcción partidaria y formación de cuadros profesionales de la revolución: partidos y una International leninistas.

Por Vicente Gaynor

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