lunes, 18 noviembre 2024 - 18:22

ONU. Oferta 2×1 en negacionismo climático y desigualdad de género 

En la reciente Asamblea General de la ONU, la Argentina liderada por Javier Milei nos regaló un nuevo “papelón” mundial. Pero para sorpresa de nadie, este gobierno con cada acción tanto en el plano nacional como internacional reafirma su carácter reaccionario, negacionista y misógino, entregado plenamente a las relaciones carnales con las corporaciones.

La delegación argentina fue la única de 169 países en votar contra los derechos de comunidades indígenas, de la mano del Canciller Gerardo Werthein que reemplazó recientemente a la “castrista” Diana Mondino. Werthein es empresario que hasta hace poco fue embajador Argentino en Estados Unidos y para el FMI, viene de una de las familias más ricas del país, es sobrino de un banquero admirador de Martínez de Hoz, ¿qué currículum, no?. Un gran muchacho al servicio de hacer grandes negocios con el imperialismo y sus empresas. 

¿Por qué Argentina voto en contra?

Uno se puede preguntar, ¿quién puede votar en contra de los derechos a las comunidades indígenas? Bueno, un gobierno alineado a lo peor de la casta política y empresarial, férreo defensor del modelo extractivista y su ataque a las comunidades que sufren las consecuencias ambientales, económicas y sociales. Son justamente esas comunidades quienes se organizan y enfrentan a las topadoras en el monte contra la deforestación, los agrotóxicos con la avanzada de la frontera agropecuaria o son quienes se organizan contra la megaminería y en defensa del agua. El modelo de vida y producción de las comunidades no tiene nada que ver con el modelo extractivista capitalista y choca de frente con este, que solo sigue la ganancia privada sin importar cuantas vidas y territorios se lleve por delante. 

Esta resolución de la ONU establecía que “los pueblos indígenas deben participar plenamente en la toma de decisiones sobre asuntos que afecten sus derechos”, en los artículos 46 y 47 insta a los Estados a que se asegure que los pueblos indígenas no sean desplazados a la fuerza y/o sin un “consentimiento” libre, previo e informado, además de una exigenicia a las empresas multinacionales que les pide que: “respeten los derechos humanos de los niños indigenas, y que eliminen el trabajo forzoso y el trabajo infantil“. Estos son solo algunos de los artículos del documento presentado en el organismo, que incluso no tenemos confianza en que la ONU pueda garantizar un proyecto ampliamente progresivo para las comunidades y sus derechos, pero aun así siendo un proyecto formal y escueto, se opone.

Milei y su gobierno son la representación política más explícita y visceral del programa de la burguesía, les garantiza todos las herramientas económicas, legales y jurídicas para la explotación y el saqueo de nuestros bienes comunes naturales, con proyectos como el RIGI. A nivel internacional buscan marcar un posicionamiento “anti-Agenda 2030” y son confesos negacionistas de la crisis climática. Por eso siguen los lineamientos de Trump al retirar a la delegación argentina de la COP 29, al igual que cuando el yanqui bajó a los Estados Unidos del Acuerdo de París en su anterior gestión, ambos plantean que el “cambio climático es un invento del socialismo”.

Promo 2×1 

Apenas tres días después de la votación, Argentina repitió la dosis: votó en contra de la resolución para “eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la violencia sexual y por razón de género, la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación”. Nuevamente aplica la agenda ultraderechista y libertaria se aplica al 100%.

Las comunidades originarias y las mujeres son quienes más sufren las consecuencias de la crisis climática y la destrucción de los territorios, los desplazamientos forzados y la explotación de este modelo irracional. 

Necesidad de un cambio de paradigma

La lógica de este sistema social y productivo, mercantilista e irracional que atraviesa desde la explotación de los bienes comunes naturales hasta a nosotrxs como seres humanos, plantea situaciones aberrantes como estas. Tampoco son opción las variantes que plantean un posible cambio dentro de los marcos de este sistema, tratando de hacerle un lavado de cara verde de manera discursiva, pero siendo los primeros en mantener sin chistar al extractivismo como modelo productivo hegemónico. 

La propia ONU, es parte del maquillaje superficial a este sistema, ya que su rol contra las injusticias sistémicas es totalmente declarativo y permisivo de ello.

La única salida posible a la crisis climática es una salida ecosocialista, para ponerle un freno rotundo que nos permita sostener un planeta habitable, pero también donde quienes vivimos en los territorios seamos los que decidimos que hacer con nuestra tierra, bienes comunes naturales y medios de producción. Que las comunidades tengan la libertad de decidir sobre que se hace y que no se hace. Al mismo tiempo, ese cambio debe leerse también en clave internacional, siendo federaciones de países con pleno control de sus trabajadores, las que definan los rumbos del mundo contra la crisis climática y la opresión de género.

Guillermo Delfino

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