El viernes 5 de diciembre se anunció la compra de Warner Bros. por parte de Netflix por 83.000 millones de dólares. Un suceso que conmocionó a la industria del cine y el streaming, ya que se unirían la primera empresa (con 300 millones de abonados) y la tercera (con 128 millones).
La compra se da después de que Netflix, gracias a la restricción en el compartido de cuentas, produjera un aumento en la facturación de la plataforma de un 16%, llegando hasta los 11.100 millones de dólares en el trimestre que finalizó el 30 de junio, superando las estimaciones de analistas y de la misma compañía.
A la vez, este proceso se da en un momento de retroceso del servicio de cable en Estados Unidos —principal mercado de referencia— y en el mundo. Por esta razón, la compra sería solo del estudio Warner Bros. y de la plataforma HBO Max, dejando de lado la CNN y los canales Discovery, que son parte de la compañía hoy por hoy.
Un sector todavía con poca rentabilidad, pero al que apuesta la burguesía
El servicio de streaming tuvo un impulso gracias a la pandemia en 2020, que generó que más familias se suscribieran a este tipo de servicios para disfrutar de contenido audiovisual y también sonoro en sus casas.
Sin embargo, estos servicios, al igual que muchas empresas de internet, no han generado ganancias durante muchos años. Sin ir más lejos, recién en el último año empresas como Paramount y HBO empezaron a dar un margen de ganancia, y solo Netflix y Disney tuvieron un beneficio considerable frente a las pérdidas previas.[1]
A la vez, los cálculos de los analistas del sector plantean que recién para 2027 el servicio de streaming va a superar la facturación de la televisión por cable. Es en este marco, en el de una posible llegada a la cúpula del negocio para el sector, que Netflix intenta garantizarse ser la principal empresa dentro de esta industria.[2]
La oferta de Netflix y la aceptación por parte de Warner generó revuelo en el sector. Paramount —apoyada por una de las principales fortunas de Estados Unidos, la familia Ellison, la segunda del mundo según Forbes— hizo una propuesta para la compra completa de todo el paquete de Warner por más de 108.400 millones de dólares. Esta oferta es un intento de sobrevivir de una de las productoras de cine y televisión más importantes de Estados Unidos, que no logró todavía hacer pie en los sistemas de streaming. Por otro lado, también es una apuesta de Donald Trump, ya que Larry Ellison es un aliado y financista de las campañas del ultraderechista expresidente de Estados Unidos.
¿Y esto qué significa para el cine y los productos audiovisuales?
El crecimiento de los canales de streaming generó un cambio en los formatos de producción audiovisual. Las películas interconectadas, las series entregadas todas en un solo día para producir maratones eternas de consumo cambiaron la forma de consumir (¿y de disfrutar?) el cine y las series. La pausa y la contemplación dejaron de ser un hecho importante; la sobre explicación y la necesidad de ganchos narrativos, visuales y sonoros que mantuvieran la atención todo el tiempo fueron creciendo en este tipo de productos. Las películas pensadas para el recorte en redes sociales tipo TikTok o Instagram, en donde —en la imagen horizontal— los costados son de relleno y toda la información más importante se pone en el centro (de esa manera permite un recorte más rápido), van construyendo otro tipo de lenguaje para la producción audiovisual, generando cambios muy fuertes en la forma de pensar el cine.
Un ejemplo de esto es que, en Argentina, el gobierno de Milei, que desfinancia al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), tuvo la política de buscar creadores de contenido para redes sociales a través de concursos del instituto.
A su vez, en el gobierno de la provincia de Buenos Aires de Axel Kicillof, que acaba de lanzar su ley de fomento a la industria del cine, todos los apartados tienen como eje no solo la creación de cines, sino la creación para plataformas de streaming y de servicios audiovisuales por demanda. En un claro reflejo de cuál es el sector de interés para el gobierno de la provincia de Buenos Aires.
Construyamos un camino alternativo
Desde La Colectiva (red cultural) y desde muchos otros sectores, se viene luchando por el sostenimiento del financiamiento de la producción nacional de cine y productos audiovisuales. Más allá de esta lucha por sostener los fondos de fomento al instituto de cine, se hace fundamental que discutamos qué cine queremos, para qué y hecho por quién. En este sentido, es central que el instituto sea dirigido y coordinado por sus trabajadores y realizadores audiovisuales de diferentes estilos y formatos.
Necesitamos pluralizar las voces que discuten qué modelo de país, qué modelo de cine, qué modelo de arte y de cultura queremos. Necesitamos construir espacios de debate y de organización para luchar contra este gobierno que propone la destrucción de nuestro cine y nuestro arte.
A diferencia de lo que se creyó con el nacimiento de internet, donde se pensaba en la muerte de las grandes cadenas y productoras de cine, música y series, lo que internet trajo es una profundización de la concentración y la transformación de varias productoras en una sola, en un gran conglomerado monopólico, como puede ser Disney con Fox o ahora Warner con Netflix.
En este sentido, las voces cada vez se achican más y los espacios para poder crear y obtener trabajo se van reduciendo. Por eso es central que los que hacemos arte, los que hacemos cine, busquemos la forma de hacerlo por nuestras propias manos: para reflejar y discutir este mundo al que nos quieren llevar, y empezar a construir imágenes, ideas y conceptos de uno distinto; uno donde todos tengamos posibilidad de disfrutar y hacer arte, todos tengamos posibilidad de vivir de lo que creamos y todos tengamos posibilidad de decidir.
[1] https://www.forbes.com/sites/bradadgate/2024/10/11/streaming-units-are-starting-beginning-to-be-profitable/
[2] https://www.bloomberglinea.com/negocios/servicios-como-netflix-y-amazon-superaran-por-primera-vez-a-tv-paga-en-ingresos-en-2027/
