Desde hace una semana se agudizó una crisis que se venía desarrollando alrededor de las vacunas. Que se caía el acuerdo con Pfizer. Que la vacuna rusa no era apta para la población en riesgo y que tampoco estaba garantizado que llegara. Las disputas por los beneficios de las multinacionales atentan contra la necesidad de una vacunación universal, gratuita y eficiente para todas y todos.
Escriben: Gerardo Uceda y Guillermo Pacagnini
Médicos y dirigentes del MST
Como frutilla del postre de una política sanitaria que estuvo lejos de lo necesario para enfrentar a la pandemia, el gobierno se complica a la hora de asegurar la vacuna. Pese al cheque en blanco que significó la ley de vacunas votada en el Congreso, se frenaron las negociaciones por la vacuna de Pfizer. Y, sobre llovido mojado, avión de por medio para apurar la llegada de la Sputnik V, Putin aclara que no es apta para los mayores de 60.
Por su parte, la oposición de derecha quiere sacar rédito transitando un peligroso rumbo que cuestiona la propia vacunación. En el medio, sin parecer importarles demasiado a ambos, están el personal de la salud y la población en general, que necesitan de una respuesta concreta y urgente.
Otra vez “la economía” sobre la salud
La discusión por el tema vacunas ha derivado en una crisis política en el gobierno. Casi en forma simultánea se conoció que peligraba el acuerdo con Pfizer y que la vacuna rusa no llegaría en el tiempo y forma que habían anunciado. Los dimes y diretes del propio presidente y su cuestionado ministro de salud potenciaron la crisis. Ginés acusó al laboratorio yanqui de pedir una ley que los salvaguarde de cualquier efecto indeseable de sus vacunas en el largo plazo. El presidente tratando de relativizar sus dichos, pero sin llegar a explicar lo que en realidad pasaba. Los voceros del laboratorio aducen que el problema es que Argentina no quiere correr con los costos de la logística de distribución, hecha en todo el mundo por DHL, pero planteando seguir conversando. A tal punto que ahora se habría retomado una negociación secreta.
Como si esto fuese poco, por el lado de la vacuna rusa el panorama también se complica. Primero por las declaraciones de Putin, quien dijo que no se aplicaría la vacuna porque no estaba aprobada para gente mayor de 60 años, nada menos que la población más necesitada de la misma. Y segundo porque trascendió que Rusia no disponía de aviones para enviar las vacunas a nuestro país. Podríamos agregar que, aunque trascendió menos, la otra vacuna a la que apostaba el gobierno, la de Oxford-Astra Zeneca y que en teoría se iba a producir también en un laboratorio de Argentina y de la cual ya habríamos pagado por adelantado, está también con problemas de producción y tampoco estaría disponible para la fecha que pretendían desde la Casa Rosada.
Mandaron a Vizotti a Rusia con una delegación de expertos y un avión de Aerolíneas para apurar los trámites de revisión de los protocolos y asegurar que el 23 de diciembre la vacuna esté en Argentina como había prometido el presidente.
El trasfondo lleva la marca genética del capitalismo. Lejos de un estudio colaborativo para unir esfuerzos en una sola vacuna eficiente y para todos, los países imperialistas compiten entre sí, acaparan la producción y distribución de vacunas, dejando en inferioridad de condiciones a los países más pobres y dependientes.
¿En qué situación están las vacunas?
En todo el mundo existe una extrema urgencia por empezar a vacunar. Esta urgencia es política y económica a la vez. La carrera política tiene muchas aristas, pero fundamentalmente hay una disputa entre EEUU y Europa, por un lado, Rusia por otro y China en tercer lugar para ver cuál es el bloque que encuentra primero la supuesta cura de la pandemia, lo que le daría una ventaja geopolítica de carácter estratégico hacia futuro.
Con un rebrote en ciernes y el horizonte de una segunda ola, Alberto Fernández necesita dar alguna señal con la llegada de una vacuna para tratar de enmendar todos los desastres sanitarios cometidos y ver si por esa vía recupera un poco de imagen y credibilidad. Por un lado, existe la necesidad imperiosa de toda la burguesía que se reactive la economía, hoy nuevamente cuestionada por las segundas y terceras olas europeas y estadounidense. Y por otro lado está la urgencia de laboratorios y farmacéuticas de ser los primeros en disponer de una vacuna para ganar mercados.
La realidad es que la urgencia hizo que todos los laboratorios se apuraran a publicar sus datos, a superponer etapas clásicas de la investigación clínica y apretaran a los entes reguladores de salud de cada país e incluso a la propia OMS. Así la de Pfizer consiguió la aprobación en 40 países, fundamentalmente de EEUU y Europa publicando sus datos de Fase 3 en una prestigiosa revista médica conocida como New Engrande Jornal of Medicine, mientras que la vacuna Sputnik V conocida como la “rusa” aún no publica sus datos fehacientemente ni tiene el reconocimiento de la OMS. Por su parte las vacunas de Astra-Oxford y las chinas están más atrasadas por nombrar las principales en danza. La pelea detrás de esos datos duros, es evidente.
Argentina firmó 3 acuerdos para disponer de vacunas, el primero fue con Astra-Oxford, el segundo con el fondo Covax que compra a través de la OMS y el tercero con Rusia.
A la fecha de escribir este artículo ninguna de las vacunas cuenta con la aprobación de la ANMAT, aunque se descuenta que el gobierno apurará los trámites de aprobación de la Sputnik V ante el fracaso de las otras dos vías y el empantanamiento en la negociación de Pfizer que es la actualmente más comercializada.
Disputa por los mercados
Nosotros somos categóricos, el fondo de todas estas discusiones, desprolijidades y urgencias es económico. Los grandes laboratorios como Pfizer, Astra-Zeneca, Jansen o Moderna saben que el primero que gane el mercado venderá más y a mejor precio. Así de los 27 países que ya empezaron a vacunar con la de Pfizer, están los más poderosos del planeta y se da la paradoja que han comprado muchas más dosis que gente tienen para vacunar, como Canadá que compró 5 veces más vacunas de su población. Mientras que los países como el nuestro, con menos recursos económicos han quedado relegados, como advertimos nosotros que pasaría desde hace meses.
Estas luchas entre las grandes multinacionales es feroz y antigua, pero esta vez tiene algunos condimentos especiales. Por un lado, la pandemia y la crisis económica generada llevó a que sean los Estados los primeros y principales compradores, por otro lado, está la irrupción de Rusia con el Instituto Gamaleya que salió a robarles una parte del mercado y por eso la atacan tan furibundamente. Las vacunas chinas quedaron por ahora un poco relegadas en esta lucha de mercados.
En el ataque de la derecha nacional hay mucho de esto también, intentar sacar rédito frente al desgaste del gobierno y ser funcional a los intereses yanquis.
Accesibilidad universal y gratuita a la vacunación
El accionar de la oposición de derecha es criminal. Serviles a los intereses del norte, no piensan ni un segundo en los miles de agentes de la salud y personas de riesgo que necesitamos de la vacunación. Se lanzan en una campaña sin fundamento de desprestigio de la “vacuna rusa” para inducir a que la gente no se vacune y menos aún con una vacuna “comunista”. Cuando todos los expertos del mundo sostienen que más allá de los formalismos, es más que seguro que la Sputnik V sea tan eficaz como cualquiera de las otras.
Pero un responsable principal de este desmadre es el gobierno de Alberto Fernández, que con sus políticas de ajuste sanitario y doble discurso deja despejado el camino para el avance demencial de la derecha y los anti vacunas.
Lo que necesitamos, sobre todo los más expuestos, es disponer de una vacuna eficaz en forma urgente. Para ello, al tiempo que se avanza en el sistema único de salud que se necesita, el gobierno debe dejar de fomentar dudas e incertidumbre y poner todos los recursos al servicio de garantizar la vacunación universal y gratuita. Si hoy está disponible la vacuna de Pfizer tiene que disponer de todos los medios económicos para que la misma llegue al país como lo está haciendo en Chile y el resto del mundo y que podamos empezar a vacunarnos ya. Analizar profunda y científicamente, los datos de la vacuna rusa y si como todo parece indicar es eficaz, que también dispongamos de los 10 millones de dosis prometidas. El gobierno tiene que dejar de pagar la deuda, aplicar un fuerte y verdadero impuesto a los más ricos y las corporaciones y destinar todos los dólares necesarios para garantizarlo. Nosotros no tenemos dudas, lo que ahora importa es disponer de vacunas para inmunizar a la población lo más urgente posible, sin ninguna falsa ideología sobre las mismas.
Desigualdad capitalista
Se predice que no habrá suficientes vacunas para cubrir a la población mundial hasta 2023 o 2024. Además de los problemas de producción, la distribución se complica por la insuficiente capacidad de las cadenas de frío, la eliminación de desechos de riesgo biológico, la carencia de proveedores capacitados, así como deficiencias en el seguimiento de las vacunas aplicadas, sobre todo en casos en que sea requerida más de una dosis.
Sin embargo, la limitante más profunda para el acceso de las vacunas contra el coronavirus es la cantidad de recursos disponibles para su adquisición. Mientras que los países “ricos” acaparan las compras anticipadas, los países “pobres” que carecen de capacidad de fabricación y de aplicación de pruebas clínicas quedan fuera del proceso.
Países como Canadá, Inglaterra, Australia, Chile, Estados Unidos y Japón compraron dosis suficientes para inocular más de una vez a toda su población, mientras naciones como Taiwán y Vietnam no han comprado vacunas para erradicar la pandemia de coronavirus. Hasta el corte del 4 de diciembre de 2020, de las dosis compradas hasta ese momento, 53% fue adquirido por países de alto ingreso.