El gobierno de Javier Milei intentó cerrar la campaña legislativa con un acto en Moreno que mostrara fortaleza y victimización al mismo tiempo. Para eso desplegó un operativo de seguridad desmesurado, con Prefectura, Gendarmería, Policía Federal, Bonaerense y hasta francotiradores en los techos, en lo que se anticipaba como un escenario de “alta tensión”. Sin embargo, el operativo “piedrazos” terminó en un fiasco: no hubo la violencia buscada para sostener el relato de un presidente perseguido, sino un acto deslucido y marcado por el descontento popular.

Una puesta en escena que se desmoronó
El club Villa Ángela de Moreno, señalado previamente por las autoridades bonaerenses como un predio inseguro y precario para una convocatoria masiva, fue la sede del cierre. Pese al despliegue de recursos y la campaña mediática, las imágenes hablaron por sí solas: muchas sillas vacías, militantes que se retiraban antes de que finalizara el discurso y un clima más parecido a un funeral político que a una celebración de cierre de campaña.
Milei abrió el acto con un tono defensivo, aludiendo a supuestas amenazas contra su vida y defendiendo a su hermana Karina, envuelta en el escándalo de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad. El presidente no pudo evitar reconocer que las encuestas lo muestran en “empate técnico”, lejos de la épica triunfal que intentó instalar en los primeros meses de gobierno.


Incidentes afuera y desgaste adentro
En las afueras del predio, sí se registraron incidentes aislados: corridas, piedrazos, empujones y un periodista del canal América herido en la cabeza. Pero lejos de reforzar la narrativa oficialista, estos episodios expusieron la precariedad de un operativo montado más para fabricar un enemigo interno que para garantizar la seguridad de los asistentes.
Dentro del acto, la desconexión entre Milei y la realidad del pueblo trabajador quedó en evidencia. Mientras millones sufren el ajuste, la inflación y la precarización laboral, el presidente solo habló de conspiraciones y de salvar la imagen de su entorno familiar. La bronca de los vecinos de Moreno, expresada en insultos y abucheos en las inmediaciones, fue una muestra del hartazgo social que crece en los barrios populares.

Castiga con la izquierda
El fracaso del cierre de campaña libertario no es un hecho aislado: expresa el desgaste acelerado de un gobierno que en menos de un año mostró su esencia antipopular. Ajuste brutal sobre los salarios, entrega de recursos a los grandes empresarios, represión a las protestas y corrupción en las más altas esferas son la verdadera cara de la “libertad” que promete Milei.
Ante este panorama, se vuelve urgente dar una respuesta política clara. Es necesario canalizar la bronca en una alternativa de los trabajadores. El Frente de Izquierda Unidad se presenta como la única fuerza consecuente para enfrentar el ajuste, defender los derechos populares y castigar en las urnas a un gobierno que gobierna para los ricos mientras profundiza la miseria de las mayorías.
El 7 de septiembre, votar a la izquierda es la mejor manera de decirle basta a Milei, a sus maniobras de victimización y a un modelo que solo trae más desigualdad.