jueves, 26 diciembre 2024 - 14:25

Monopolios alimenticios. La razón de la suba de precios

La escalada inflacionaria no para. El gobierno quiere contener los precios mediante una medida que no es más que un parche electoral. En el trasfondo de todo, la verdadera causa de que la remarcación en las góndolas sea constante son los monopolios alimenticios. Un poder del que se queja el gobierno, pero no afecta. 

Roberto Felleti comenzó su gestión a cargo de la Secretaría de Comercio con una “disputa” con los formadores de precio. Mario Grinman, presidente de la Cámara de Comercio y Servicios, salió al cruce y amenazó con que exista desabastecimiento de productos. La solución del gobierno, en vez de atentar con el poder concentrado de los mismos, reside en patrullar góndolas y decirles a los trabajadores que no compren en las cadenas donde no se respete el congelamiento de precios por noventa días. Una tomada de pelo para el bolsillo de las mayorías, además de una confirmación al círculo rojo: si presionan, consiguen lo que quieren. 

El monopolio de los alimentos 

En Argentina la posibilidad de que la inflación sea un fenómeno casi permanente, en gran parte, se produce por la concentración existente en las empresas de productos de consumo básico. Para graficar este fenómeno podemos recurrir a los números de un estudio del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). En este informe de CEPA se destaca que: 

  • Arcor produce el 78% de los enlatados; 
  • Molinos Río de la Plata y AGD de Urquía el 80% de los aceites comestibles; 
  • El 75% del azúcar blanco la produce Ledesma, de la familia Blaquier; 
  • Bagley Argentina, del grupo Arcor y la multinacional Kraft- Mondelez, detentan el 60% del mercado de galletitas; 
  • Bimbo controla el 80% de la panificación mediante las marcas Fargo, Bimbo y Lactal y 
  • Mastellone, La Serenísima y Sancor controlan el 82% de la producción de lechei

Esta concentración que se detenta en la producción, también se traslada en la comercialización de los productos. Retomando los datos del informe del CEPA, las cuatro firmas más importantes de supermercados controlan la mayor cantidad de boca de expendios que acapara casi el 80% de las ventas minoristas. Citando nuevamente la fuente podemos demostrarlo: 

  • Grupo Inc. S. A. (integrado por Carrefour, Día y Carrefour Express), detenta 600 bocas de expendio por todo el país; 
  • Cencosud S.A. (Jumbo, Disco y SuperVEA) posee casi 300; 
  • Walmart Argentina S.A, hoy de De Narváez, tiene 61 puntos de venta, y 
  • Grupo S.A, Importadora y Exportadora de la Patagonia (donde se encuentran La Anónima, Quijote y Best) posee otras 112 bocas de expendioii

Como resultado de lo descrito, no surge más que un poder descomunal. Un poder económico y social, parafraseando a Lenin y su obra sobre el imperialismo, que se puede precisar como monopolio. Y, para ser más específicos, podemos definir al mismo como un mecanismo cuya esencia permite la posibilidad de fijar los precios de las mercancías de manera tal de aumentar sus beneficios sobre los normales con un control importante sobre el mercado. 

Los números de la concentración 

Esta nueva forma de concentración, que ya no tiene nada que ver con el libre cambio sustituido por lejos a finales del siglo XIX y XX, logra la concreción de ganancias exorbitantes. Tan es así que, tras sobrepasar el fatídico 2020 con un balance positivo, el aumento registrado en esta parte del 2021 es considerable. Vamos con algunos números publicados por el economista modelo de CFK, Alfredo Zaiat: 

  • Molinos: En los primeros seis meses registró ganancias por 998 millones de pesos, cuando la ganancia en 2020 fue 1.746 millones de pesos. Si sigue este curso se superará. 
  • Arcor: El año pasado acumuló ganancias por 1.229 millones de pesos, mientras que, a nivel del Grupo, en el semestre que pasó, anotó la friolera de 8807 millones de pesos. 
  • Ledesma: Por último, los ingenios del norte de esta empresa, en el primer trimestre del actual (junio-agosto 2021) sumó 750 millones de pesosiii

La razón de estos balances positivos se compone por la caída estrepitosa de los salarios en Argentinaiv y los aumentos de precios. Entre los primeros ocho meses del año, en dólares, según datos de CIFRAv, trepó un 29,4 por ciento. Una muestra que los distintos programas que efectuó el gobierno a lo largo de estos dos años (Precios Cuidados o Súper Cerca) no han sido más que medidas superficiales sin posibilidad de atentar contra la estructura monopólica que impone los precios de mercado. 

De todas maneras, en lo descripto, no termina el poder de las cadenas alimenticias. La reprimarización de la economía, que conlleva que nuestro país tenga una estructura económica endeble donde no sólo la suba de precios genera la tan odiada inflación, si no que también habilita la posibilidad de devaluaciones constantes producto de la debilidad de nuestro tipo de cambio, habilita a estas empresas a comportarse como los dueños del país. Al revisar el trabajo del INDEC Encuesta nacional a grandes empresas, se revela que en el ejercicio 2015 a 2019 el sector del que venimos hablando tuvo una considerable escalada en las exportaciones. Del 52,4% que los pulpos alimenticios concentraban en 2015, pasaron en 2019 a acaparar un 63%. Por eso, debido a los dólares que el Estado percibe en forma de retención por los mismos, ansiados para el pago de la deuda externa, se habilita cualquier tipo de concesión así sea renegar sobre una medida antes de que salga. 

Romper con la concentración 

Mientras el 40% del país se encuentra sumergido en la pobreza, se vuelve necesario terminar con los privilegios empresariales como el del sector de las grandes cadenas alimenticias. Medidas electoralistas, sin profundidad, como el congelamiento de precios por 90 días, no generan ningún tipo de cambio estructural sobre uno de los principales motivos de la inflación casi constante que existe en nuestro país y destroza los ingresos de las mayorías. 

Ubicar en primer lugar las necesidades sociales, y no un pacto con el capital, son los puntos cardinales que tiene que tener un proyecto político que hable en nombre de los trabajadores. Para lo mismo hay que atentar contra los intereses concentrados y aplicar una batería de medidas que rompa contra la propiedad sujeta a un puñado de empresas que hacen negocios con el hambre. 

A pesar de que Feletti y todo el conjunto del Frente de Todos hoy diga estar enfrentando a estos grandes monopolios, son los responsables de su acumulación de poder. Beneficios impositivos y hasta subsidios, son las formas de protección estatal a las empresas mencionadas en este artículo. No sólo eso, en tiempo de crisis como lo ha demostrado Alberto Fernández con sus almuerzos de gala, son los primeros actores en ser consultados para el resguardo de sus intereses. A tal punto son su guardia de hierro que los mismos actores que especulan con la comida, son los intocables que fugan el dinero del país sin sanción alguna por parte de los gobiernos. 

El fin del lucro capitalista, como planteamos desde el MST en el FIT-Unidad, parte de aplicar un control social a las grandes empresas formadoras de precios, con apertura de sus libros contables y aplicación de la Ley de Abastecimiento si acaparan o remarcan. Claro que, por el peso del poder de estos monopolios, como la porción en la que participan en las exportaciones del país, vuelve necesario la nacionalización del comercio exterior y crear una banca estatal única. En síntesis, para conquistar estas medidas, se vuelve necesario la organización en la calle de los trabajadores y las mayorías populares para garantizar el derecho a la comida y la soberanía alimentaria. 

  • i Informe CEPA: Del monetarismo extremo a los controles de precios. (17/04/2019). 
  • ii Ídem. 
  • iii Página 12: Más ganancias de Molinos, Arcor y Ledesma. Alfredo Zaiat (24/10/2021). 
  • iv Según la consultora Equilibra el salario promedio del sector privado en el país ($86.128), se encuentra 515 dólares por debajo de la previa de las elecciones 2017.  
  • v Centro de Investigación y Formación de la República Argentina. 

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