sábado, 23 noviembre 2024 - 06:39

Misiones. La provincia que no libera a María Ovando

Una provincia que desde hace años reproduce un formato patriarcal, punitivista y coercitivo tanto en su justicia como para el régimen penitenciario. Una justicia para judicializar pobres y mujeres. Ahora más empoderados por el discurso nacional de Milei y el protocolo de Bullrich, profundizan sus prácticas. María una fuente inagotable de lucha y fuerza.

Por Andrea Lanzette

María Ovando, un reencuentro necesario

Volver a ver a María después de mucho tiempo de no vernos, fue una verdadera emoción, para ella que casi no me reconocía, e insistía que antes estaba mas rubia, pero fundamentalmente para mí.

La conocí hace más de una década atrás, y sin lugar a dudas ambas crecimos, pero en esta visita María me lleno de fuerzas, de entusiasmo y optimismo. Mi recuerdo de María, era de esa mujer cuyo destino desde los 12 años, había sido estar sometida y obedecer, a su padre, a sus parejas, a sus hijos, suegros, al estado y a una larga lista de personas que solo vieron en ella una mujer entregada. Pero me encontré con una mujer entera, empoderada y dando batalla, una mujer resistiendo.

María, una historia de vida cargada de injusticias

María Ovando fue condenada en 2011 bajo el argumento de no haber evitado la muerte de su hija de tres años, fallecida por desnutrición. Las condiciones de vida de María y su familia de 12 hijas e hijos eran de extrema pobreza; ella no contaba con trabajo formal ni percibía ninguna asistencia del Estado. Por la muerte de su hija, María Ovando estuvo presa veinte meses y en noviembre de 2012 fue finalmente absuelta por el Tribunal Penal de Eldorado, en Misiones.

Ocho años más tarde, en octubre de 2020, la mujer fue sentenciada por ese mismo tribunal a 20 años de prisión por encontrarla culpable de no haber impedido el abuso sexual de dos de sus hijas, en una investigación plagada de irregularidades y con pruebas fuertemente cuestionadas. El encarcelamiento es injusto y  hemos denunciado muchas veces la necesidad de investigar el entramado de poder que llevó a esta condena. Es evidente que existe un especial ensañamiento con María para intentar disciplinar al movimiento feminista que tomó su caso como paradigma del machismo reinante en el Poder Judicial de la provincia.

La presentación realizada ante la Corte de Misiones asegura que las vulneraciones sufridas por María Ovando componen un “recorrido de violencia institucional”.

La violencia continua aún hoy

La cárcel es un entorno durísimo en cualquier lugar, pero en Misiones digamos que es en formato Rovira, el régimen carcelario de la única cárcel de mujeres es cruel, inhumano y cargado de irregularidades. Pero María, esa mujer sumisa, miedosa, callada de entonces, hoy es una leona que puede verse así misma con orgullo, y proyectando un futuro. Aún en este escenario injusto.

La única cárcel de mujeres se encuentra en Posadas, por lo que quienes son del interior de la provincia, se encuentran lejos de sus familias, y sus familias deben hacer enormes esfuerzos para visitarles. Elemento que hace que las mujeres allí detenidas, no tengan muchas visitas seguidas. Pero quienes logran hacer el esfuerzo para visitar a alguna presa allí, se encuentra con un aparato penitenciario inhumano y vejatorio.

La requisa sobre todo los productos de higiene, limpieza o alimentos que ingresen para su familiar es exhaustiva, a igual que sobre los cuerpos, que variando de la buena voluntad, puede pedirte que te saques la ropa, o parte de ella. La salita de visitas, casi no tiene sillas, su estado de abandono y humedad lo hacen un lugar hostil, allí las familias pueden ver a su familiar por turnos, en condiciones poco cómodas. Y si se les ocurriera compartir una comida, debe ser en esas condiciones sin cubiertos y mientras dure la visita. No se puede luego llevar a la celda los restos de comida.

La comida de esta cárcel ya ha sido observada, por no estar en condiciones, mucho de lo que llegaba estaba vencido según el reporte de la Comisión Nacional de control carcelario, al igual que el estado de las camitas donde duermen, cuyas estructuras tienen cucarachas, que deben las presas combatir con agua caliente.

El régimen penitenciario de Misiones, es acorde a una estructura de justicia patriarcal, represiva, arcaica y persecutoria. Fundamentalmente con las mujeres. Muchas de ellas están ahí condenadas por “no cumplir debidas tareas de cuidado”, ser malas madres, o malas cuidadoras, por no poder resguardar a sus hijes del hambre, del abuso o la adicción.

Un Estado absolutamente ausente frente a las necesidades de la gente, se hace presente para judicializar el hambre y el abandono que las propias políticas públicas crearon, procesando fundamentalmente a las madres. María es uno de los casos emblemáticos, pero no el único de situaciones similares, madres que no pueden proteger a su hijos, ni darles de comer, y que ante episodios de las que también son víctimas, son judicializadas, y separadas de sus hijos muchas veces con penas larguísimas y en condiciones de mayor pobreza y abandono.

Por supuesto que este régimen rovirista de décadas, se asienta en una sociedad que pone la responsabilidad de cuidado únicamente en las mujeres, exculpando a los hombres, o en todo caso, con mayores costos para las mujeres. Ser “malas madres”, malas mujeres por no poder darles de comer a sus hijos, o no poder enfrentar el abuso y maltrato de sus hombres, para con ellas y sus hijes. Una provincia en la que está ausente la ESI, y aún con prácticas similares al chineo. Un formato social que ha servido para asentar un poder feudal que se trasluce en la política y en la justicia de un modo lineal. Un régimen coercitivo y punitivista que busca mayores condenas y menos prevención, y que deja a su suerte a niñeces, adolescentes y mujeres que en el círculo de violencia que entran, solo les queda esperar la judicialización.

Misiones ha recurrido a estos formatos desde hace años, el brazo de la justicia solo alcanza a los pobres, que son los judicializados, y entre ellos a las mujeres. No hay ninguna investigación sobre la ausencia del Estado y su responsabilidad, sobre la corrupción, sobre los negocios del poder. Una provincia que solo judicializa pobres. Y no es casual porque de esa manera, el gobierno se garantiza esconder la pobreza, total son malas madres que no alimentan a sus hijos. A la vez que también busca restringir la lucha, persiguiendo y procesando a quienes levantan la voz. Una justicia misionera, muy acorde con los intereses de la política y de las corporaciones de la provincia, pero también en sintonía con el gobierno nacional. El protocolo de Bullrich, y los aires de reforma laboral y judicial que plantean desde el gobierno de Milei son elogiados por el gobierno de Rovira. Sin lugar a dudas, los procesos de lucha hoy en la provincia, la lucha docente, la de salud, desnudan algunos de estos entramados y ponen de manifiesto la descomposición de un gobierno provincial que desde hace décadas empobrece, persigue y procesa, pero aun queda el gran desafío de denunciar la responsabilidad nacional. No solo en el recorte de presupuestos, sino también con el discurso que brinda la legitimidad en los formatos represivos que buscan. Por eso Rovira y Milei pueden tener signo político en apariencia diferente, pero tienen los mismos intereses.

Pero existen mujeres que luchan con todas sus fuerzas

No dejo de asombrarme de la entereza de María, y de la amorosidad que tiene por los vínculos que las sostienen, por sus hijos y por ella misma. En ese lugar horrible e injusto, María tiene fuerzas, y te brinda una porción de esa fuerza. Enseñándonos la necesidad de no abandonar y de seguir luchando contra la injusticia y el abandono del estado.

Ante tanta injusticia, por suerte existen las Marías, las mujeres que resisten, que perduran, que aun aman, que pueden reconstruirse y dar, que pueden verse así mismas con amor, entendiendo lo que les pasó. Y aún viviendo la mayor de las injusticias, pueden re inventarse, y sonreír. También existen otras mujeres que sostienen, que la visitan, que la alientan, y que con una mirada feminista y amorosa rodean estas causas de lucha, exigiendo justicia. También están esas luchadoras silenciosas, las Alicia, las Roxana, las Ceci. Mujeres que llenan de color esos lugares sombríos.

En esa tarde de charla amorosa, hablamos de nuestros hijos, de hombres, de sueños, de nuestros recorridos, de nuestra vida. Y militamos la resistencia frente a tanta injusticia. Renovamos fuerzas. Nos abrazamos, nos contuvimos, algo que seguramente este gobierno Misionero, su justicia comprada, y su cárcel feudal no entenderían. Nuestra lucha nos permitirá hacer justicia, más temprano que tarde. Y ver libre a María. Arriba las que luchan.

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