El presidente Javier Milei se reunió este jueves con veinte gobernadores en la Casa Rosada para empezar a consolidar el bloque político que le puede permitir imponer las reformas estructurales exigidas por el FMI y Washington. En un encuentro calificado como “extremadamente positivo” por el mandatario, se estableció el marco para avanzar sobre la modificación en las leyes laborales, en la reforma tributaria, el Presupuesto de ajuste 2026 y la reforma del Código Penal, todas medidas que profundizaran el deterioro de las condiciones de vida de todos los trabajadores.
Los veinte gobernadores presentes, se encuentran muy lejos de representar una oposición genuina, llegaron con la cabeza gacha tras su pobre performance electoral. La fuerza Provincias Unidas, que aspiraba a constituirse como alternativa opositora seria para el establishment, apenas superó el 6% de los votos a nivel nacional (tomando la categoría de diputados) y no pudo imponerse ni siquiera en las provincias donde son gobierno. Esta derrota los lleva ahora a retomar su papel de socios colaboracionistas, dispuestos a cambiar sus discursos críticos por una complicidad activa con el gobierno.
La escena del abrazo entre Milei y el gobernador tucumano, Osvaldo Jaldo, quien integraba el espacio de Fuerza Patria, que supuestamente enfrentaría al oficialismo, sintetiza la verdadera naturaleza de estos acuerdos. El peronismo, una vez más, demuestra su capacidad para girar según los vientos electorales y convertirse en garantía de que las reformas más regresivas encuentren aval parlamentario. Jaldo, que en el Congreso aportó los votos clase para las leyes del gobierno, ahora renueva su compromiso con el ajuste libertario. Tal vez, esta reunión intente renovar una nueva temporada de radicales y peronistas con peluca teñidos de violeta.
Por otro lado, casi como una nota de color, luego de las elecciones hay una cuestión que el propio Milei estrena, donde su cambio de imagen no pasa por desapercibido. El libertario, que hasta semanas usaba cuatro camperas superpuestas como símbolo de su estilo anti establishment (por decirlo de alguna manera amable), ahora aparece con saco y corbata, mostrando la transformación de un presidente que se prepara para aplicar, con buenos modales, las políticas más duras de ajuste. Este tipo de metamorfosis estética acompaña su nueva estrategia de construir consensos con las fuerzas políticas del régimen para garantizar la gobernabilidad que el capital financiero internacional le exige.
El menú de reformas
Según Milei, la reforma laboral emerge como punto de “consenso absoluto”. Bajo el discurso de la modernización en las relaciones laborales, se trata de implementar lo que el DNU 70/23 no pudo: extensión de la jornada laboral a 12 horas, implementación de bancos de horas, fragmentación de vacaciones y pagos indemnizatorios en cuotas. El argumento e formalizar a los trabajadores informales es la cobertura para precarizar a quienes hoy tienen derechos.
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La reforma tributaria, presentada como reducción de 20 impuestos, en realidad significa más beneficios fiscales para las grandes empresas y carga mayor sobre los trabajadores formales. El presupuesto 2026 consolidará el ajuste fiscal que ya recortó más de tres puntos del PBI a las provincias, mientras la reforma del Código Penal apunta a criminalizar la protesta social que no dejará de crecer frene a este embate.
La lista de los entregadores
Los gobernadores que avalaron este programa de ajuste fueron Osvaldo Jaldo (Tucumán), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Claudio Poggi (San Luis), Gustavo Sáenz (Salta), Carlos Sadir (Jujuy), Gustavo Valdés (Corrientes), Jorge Macri (CABA), Raúl Jalil (Catamarca), Ignacio Torres (Chubut), Martín Llaryora (Córdoba), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Sergio Ziliotto (La Pampa), Hugo Passalacqua (Misiones), Alberto Weretilneck (Río Negro), Marcelo Orrego (San Juan), Claudio Vidal (Santa Cruz) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero). Completan la lista las vicegobernadoras Zulma Reina (Neuquén), Hebe Casado (Mendoza) y Silvana Schneider (Chaco).
Las ausencias más notorias son las de Axel Kicillof (Buenos Aires), Ricardo Quintela (La Rioja), Gildo Insfrán (Formosa) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego), excluidos por el gobierno, pero cuya oposición se limita al discurso, manteniendo siempre la disposición al diálogo con el ajuste.
El gabinete ministerial acompañó en pleno la reunión, mostrando la unidad del equipo de entrega: Luis Caputo (Economía), Patricia Bullrich (Seguridad), Guillermo Francos (Jefatura de Gabinete), Lisandro Catalán (Interior), Sandra Pettovello (Capital Humano), Pablo Quirno (Canciller), Mariano Cúneo Libarona (Justicia), Luis Petri (Defensa), Mario Lugones (Salud) y Federico Sturzenegger (Desregulación). La presencia de Santiago Caputo, asesor sin cargo oficial, pero con poder real, confirma que las decisiones se toman entre bambalinas.
Organizar la lucha contra las reformas
Ante este panorama ofensivo, donde el gobierno, junto a los partidos tradicionales que se dicen ser oposición, solo la más amplia movilización puede defender los derechos conquistados, que hoy intentan arrebatarnos. La batería de reformas que se prepara significa un ataque histórico contra las condiciones de vida de toda la clase trabajadora, mientras el capital financiero celebra la estabilidad que le garantiza sus ganancias.
La exigencia hacia la CGT a un paro general y un plan de lucha consecuente contra este gobierno, debe continuar. Pero sin depositar un gramo de confianza en estas direcciones burocráticas, las cuales, durante dos años negociaron con el gobierno y participaron del Consejo de Mayo, donde se diseñaron estas mismas reformas. La verdadera resistencia se construye por abajo, en las calles, en los lugares de trabajo, en los barrios, uniendo todas las luchas contra el ajuste, por salarios, por vivienda, por salud y educación pública.
La reunión en la Casa Rosada no es más que la consolidación del bloque de poder que responde a los intereses del FMI, los Estados Unidos y los grandes grupos económicos. Frente a esta alianza entre el gobierno libertario y los gobernadores oportunistas, no habrá ajuste ni reforma que no encuentre resistencia.
 
							 
															 
								 
								 
								
