El presidente Javier Milei utilizó su participación en el America Business Forum de Miami para anticipar lo que será una ofensiva contra los derechos de los trabajadores en Argentina. Ante un auditorio repleto de empresarios y figuras de la derecha internacional, el mandatario anunció que a partir de diciembre buscará imponer su agenda más reaccionaria aprovechando la nueva configuración del Congreso.
Durante su exposición, Milei detalló cómo el resultado electoral le podría permitir avanzar con reformas que benefician exclusivamente a los sectores más concentrados de la economía. “Construiremos las mayorías políticas que hacen falta para aprobar las reformas que Argentina necesita“, afirmó, en un claro eufemismo para referirse a su paquete de medidas regresivas. El presidente fue específico al mencionar la “modernización laboral“, que en realidad significa precarización laboral, y la “baja de impuestos” para las grandes fortunas mientras mantiene la presión fiscal sobre los trabajadores.
Aprovechando los resultados de octubre, los nuevos posicionamientos parlamentarios y el oportunismo de los gobernadores, Milei hace gala del nuevo momento. Con las presiones del FMI y de los EEUU, por poner en marcha las reformas estructurales, el presidente pasea por el país gobernado por Trump, para comentarles a los poderosos las posibilidades que se pueden abrir en Argentina. Claro, que ninguna de las leyes prontas a ser discutidas en el Congreso todavía no tienen un destino asegurado. Y donde la movilización para resistir estos embates puede jugar un rol decisivo para determinar la profundidad de estas promesas de ajuste.
Por otra parte, en la intervención del Presidente, fiel a su estilo provocador, también incluyó provocaciones internacionales. Al referirse al triunfo del demócrata Zohran Mamdani en Nueva York, Milei lo equiparó con el kirchnerismo en un intento burdo de exportar su guerra cultural.
Continuando con su agenda, la cumbre en Mar-a-Lago desnudó los verdaderos intereses del gobierno. En la lujosa cena de la CPAC, con entradas a 2.500 dólares, Milei fraternizó con los representantes del gran capital internacional. Las trece corporaciones con las que se reunió incluían a gigantes mineros como Glencore y Newmont, el mismo tipo de empresas que saquean los recursos naturales dejando pasivos ambientales y sociales. También estuvo Morgan Stanley, emblemático banco de inversión que especula con la deuda de los países periféricos, además de ser la misma firma que especuló con una corrida cambiaria de acuerdo al resultado de las elecciones legislativas.
Este viernes en Nueva York, Milei completará su gira con un encuentro en el Council of las Américas, think tank tradicionalmente al servicio de los intereses corporativos estadounidenses. Allí buscará convencer a los capitales de que “el momento de aprovechar las oportunidades es ahora“, en lo que constituye una verdadera invitación al saqueo de los recursos nacionales.
La decimocuarta visita de Milei a Estados Unidos consolida un modelo de dependencia recargada hacia el gobierno de Trump y todos sus socios. Lejos de representar los intereses de las mayorías trabajadoras y los sectores populares, el gobierno actúa como gestor de los capitales extranjeros, ofreciendo mano de obra barata y recursos naturales a cambio del apoyo político de la administración norteamericana. Lo que se anuncia como “reformas para el crecimiento” no es más que el remate de lo poco que queda del país en beneficio de una minoría privilegiada.

