Milei de mal en peor ¿Y si todo se derrumba?

Desde hace un tiempo, para el gobierno de Milei cada día que pasa es peor que el anterior. Si bien la situación general de malestar social y problemas económicos venía de antes, se agravó en términos políticos con la aparición de los audios de Spagnuolo y el famoso 3% de Karina. Configurando un escenario político que desencadenó un impacto profundo el pasado 7 de septiembre con su enorme derrota electoral.

Esa noche fatal para Milei no fue el final de un sueño, sino el inicio de una pesadilla para el mundo libertario. Desde entonces emergió una nueva coyuntura política donde el gobierno aparece como recién lanzado desde las alturas de un tobogán. Y todos sabemos que eso solo conduce hacia abajo. ¿Podrá frenarse antes de tocar tierra? Como mínimo podemos decir que su proyecto viene cayendo hacia abajo a alta velocidad. Y si bien todavía no hay desenlace, es evidente que no parece teniendo muchas chances de frenar a tiempo.

Como un boxeador muy golpeado que no sabe bien como seguir ni de donde agarrarse para no caer, los días siguientes a las elecciones bonaerenses Milei fue improvisando respuestas insólitas. En su Bunker habló de errores a corregir, pero que no iba a cambiar nada. Los días siguientes se abalanzó con la frase “no nos movemos ni un milímetro del plan”. Días después, por cadena nacional, el famoso “león” no hizo ni un solo rugido, dejo de usar la palabra motosierra y prometió aumentos en salud y educación buscando con mentiras no perder en el Parlamento días después. No lo logró y perdió por paliza el debate de los vetos al Garrahan y a la universidad, mientras su crisis interna y la de sus aliados del Pro se evidenciaban. Con ese nuevo y profundo golpe político, este viernes en Córdoba su discurso directamente ascendió al delirio, diciendo que los audios de Spagnoulo fueron hechos con Inteligencia Artificial. Así anda el mundo libertario en los niveles de improvisación y desquicio.

Conclusiones de una doble derrota

La experiencia indica que en el análisis político la superficialidad no conduce a conclusiones correctas. De cada hecho hay que ver su real magnitud y profundidad. Obviamente, hay medios tradicionales que no lo hacen, no por olvido, sino por conveniencia de clase o de negocios.

Un periodismo de izquierda hace lo contrario. Toma todos los elementos de la realidad y los analiza en profundidad y en perspectiva. Para ponerlos luego en función de impulsar una política anticapitalista y socialista con el MST y el Frente de Izquierda. Sobre esta base periodística y política, decimos que la derrota del gobierno el miércoles 17 en el Parlamento es de enorme profundidad y tiene doble carácter.

Por un lado, está la derrota en el recinto. Se venía hablando en los días previos de posibles votaciones ajustadas o que podría perder una y ganar otra. Finalmente, la combinación de un gobierno en crisis, la presión social y la fuerza de la calle fueron empujando a un desenlace distinto, donde Milei fue perdiendo la mayoría de sus ahora ex aliados y así sufrió una derrota política total, frente a los dos vetos que pretendía imponer. Debacle de un gobierno que al otro día en el Senado, también fue derrotado en el tema ATN.

La otra cara de la derrota estuvo afuera del Congreso, donde miles llegaron junto al Garrahan y a la comunidad universitaria en una movilización muy grande y de carácter nacional, que se fue transformando con el paso de las horas en un festejo masivo como nunca antes desde que asumió Milei. No hubo amenazas previas ni protocolo de Bullrich que pudiera actuar ni impedir en nada la fuerza social de esa convocatoria que rodeó el Congreso.

Para comprender a fondo el cambio de la situación en el país, solo basta con hacer un ejercicio mental de recuerdos y volver un minuto sobre el 2024 y como eran las jornadas donde se votaban en el Congreso leyes centrales para el gobierno. En esos días, adentro del recinto con el apoyo de sus aliados los libertarios ganaban todo con claridad. Mientras afuera las fuerzas de seguridad empujaban manifestantes hacia arriba de la vereda, lanzaban gases, reprimían, detenían, salían de cacería con sus motos y luego Bullrich en conferencia de prensa exaltaba su accionar. Todo eso pasó hace muy poco, pero la dinámica de la crisis del gobierno, el alza del descontento social y la coherencia de quienes nunca dejaron de luchar cambiaron toda la situación abriendo un momento distinto. Ahora el Parlamento no aparece como un terreno fácil para ellos. Y lo más importante, que incluso actúa sobre el propio Congreso, es que las calles volvieron a ser nuestras. No hay libertario ni protocolo que lo impida.

Trabajadores del Garrahan festejando la derrota del veto en Diputados. Foto: Ariel Espósito

No es una elección, es la crisis de todo el plan

En un intento desesperado por quitarle magnitud a la derrota, Milei dijo estos días que las de Buenos Aires fueron tan solo una elección provincial, que una nacional es distinta. Lo que no dice es que él mismo se encargó de nacionalizar la elección bonaerense, que finalmente hizo las veces de plebiscito castigando duramente su gestión presidencial. Y ahora la campaña hacia las elecciones de octubre arrancan desde esa impronta de derrota oficialista.

A la vez, no se trata de una cuestión meramente electoral. En realidad, los resultados electorales son el reflejo en la arena política del descontento social creciente a causa de los resultados y la debacle de todo un plan económico, político y social. A esta altura se manifiesta un descreimiento creciente arriba y abajo. Por eso, la crisis es tan grave y no encuentra salida.
Abajo, desde el punto de vista de la población, el avance del descontento y la oposición al gobierno es marcada y evidente. Y tendrá nuevas manifestaciones las semanas y meses que vienen. Y arriba, en las esferas del poder político y económico más concentrado, la decepción viene en aumento.

Esto sucede, porque más allá de que el FMI tuvo que salir a declarar reafirmando su apoyo al gobierno, algo que tenía que hacer al solo efecto de no empeorar más la situación, la realidad es que hoy el gobierno ya está incumpliendo todo lo acordado. Solo esta semana que pasó quemó más de 1.100 millones de dólares de reservas para que no se dispare el dólar oficial. Y ni sabe como afrontará en esas condiciones los enormes vencimientos de deuda de fin de año y de todo 2026.

Si las preocupaciones e incertidumbres crecen por arriba no es casualidad, se debe a una cuestión muy concreta. Todo indica que, con Milei no se podría continuar avanzando en garantizar los dos objetivos centrales que ellos tienen: un audaz plan de reformas estructurales que garantice la ganancia de una ultra minoría y cambie todas las reglas de juego en el país. Ni tampoco el plan de pagos y sometimiento a largos años con el Fondo. Todo eso está cuestionado en la realidad y el tema recorre los pasillos de Wall Street, la city porteña y en toda reunión o evento empresario que se lleve adelante.

El mañana se debate hoy

El poder capitalista, imperialista y nacional, junto a sus analistas y medios masivos de comunicación viven una situación compleja y crítica. Tienen que combinar su necesidad de ayudar a evitar un desenlace de caída del gobierno que se combine con un salto en la movilización social. Y a la vez no puede no hablar de qué hacer si Milei no puede continuar, porque son conscientes que un escenario sin Milei podría ocurrir pronto.

Un reconocido economista burgués decía días atrás en La Nación: “Si el Gobierno vende reservas dispara el riesgo país, si aumenta la tasa de interés frena más la economía, si restablece trabas para la compra de divisas exacerba la brecha cambiaria, si abandona el régimen de bandas producirá una devaluación, con todos sus costos añadidos…Nada es gratuito, todas las opciones tienen daños colaterales…Se encerró solo en un callejón”.

A esto habría que agregarle que, en la gran burguesía y en la oposición tradicional saben perfectamente que para sostener un acuerdo o para hacer un nuevo salvataje con el FMI este organismo exige que haya un amplio acuerdo político. Mirando las últimas votaciones en el Parlamento es algo que parece bastante lejano. Todavía más en medio de elecciones, donde cada cual atiende su juego y sus necesidades políticas propias.

En este contexto, en diferentes ámbitos del poder ya es un secreto a voces que se deben evaluar otras opciones. Algunos le piden a Milei que cambie el plan, que reconozca que este no va. Otros comienzan a exaltar la figura de Schiaretti como ordenador de un nuevo espacio políticos de varias provincias y él mismo se postula en actos y entrevistas. Otros medios tradicionales invitan a Kicillof, quien se maneja con tono moderado, como estos mismos sectores del poder necesitan.

Mientras la economía se desploma, acompañando la crisis política, se está debatiendo bien arriba una posible Argentina sin Milei. Nadie lo confirma ni tampoco lo oculta. Solo se suceden reuniones, hipótesis, intercambios de ideas y posibilidades. Mientras el riesgo país vuela, los bonos caen, la producción industrial y el consumo siguen en picada y el dólar supera la famosa banda que se suponía no iba a superar. Así estamos, a una eternidad de los tiempos donde Milei decía querer llegar a elecciones en un clima de tranquilidad.

Las próximas semanas, a este ritmo, pueden traer nuevas tensiones. Aunque el conjunto de fuerzas tradicionales y empresarias no quieren que todo implosione ahora, las crisis de envergadura a veces tienen sus propias dinámicas imparables. Veremos cuál será el desarrollo de ésta. Por lo pronto, sino hubiera un cambio de calidad en la crisis, la siguiente estación son las elecciones del 26 de octubre. ¿Qué pasaría si La Libertad Avanza vuelve a ser derrotada? Está claro que en principio va a pelearla y que un sector social todavía lo apoya, pero su dinámica es en baja y con claras posibilidades de volver a perder. Si eso sucede, tomaría mucha más fuerza la idea de un recambio y muy posiblemente el ascenso social y la fuerza en las calles podría dar un salto que bien puede ser mortal para Milei. Hacia eso vamos.

El salvavidas de siempre

Por lo pronto, si semejante situación de crisis de este gobierno no es todavía peor, se debe por un lado a la propia existencia de elecciones que el régimen utiliza para dirigir el descontento hacia ahí y que no gane más peso en la calle. Y por otro lado, el gobierno no termina de derrumbarse por las viejas direcciones políticas que hasta hoy lo sostienen. Desde una reciente reunión y gran evento de muchos dirigentes del PJ bonaerense con Kicillof de anfitrión, el periodista que cubría el evento resalto: “En medio de las turbulencias financieras, los resbalones económicos, las sospechas de corrupción y las internas en el oficialismo nacional, hubo acuerdo en este diseño: Dejemos que el trabajo lo hagan ellos. No interrumpamos el desastre que está haciendo Milei, se escuchó en las mesas de discusión”.

En una entrevista en Radio Con Vos, Santoro se expresaba en igual sentido: “Creo que los que dicen, tal vez sin saberlo o sin quererlo, que Milei se tiene que ir antes, están laburando para Milei”. Y la ausencia notoria de la CGT en la calle y su decisión evidente de no convocar a ninguna medida de lucha habla de la misma decisión política: dejar que el gobierno siga y solo enfrentarlo en las elecciones de octubre y en las del 2027. Ahí radica la única posibilidad que tiene el gobierno de no derrumbarse, en el usufructuar de alguna forma el valioso tiempo y oxígeno que le dan estas direcciones cómplices. Razón de más para seguir insistiendo en que hay que derrotar a Milei lo antes posible, pero sin volver al PJ ni a ninguna de las fallidas recetas que ya gobernaron.

Que se vayan

La única salida democrática y justa para la población es sacarse de encima a este gobierno de coimeros y ajustadores. Los que hablan en los grandes medios de comunicación, tanto analistas como políticos, diciendo que tiene que seguir porque fue votado y eso es la democracia, en realidad son unos hipócritas que defienden la propuesta más antidemocrática de todas.

Que alguien haya sido votado hace dos años no le da derecho a estafar, coimear, ajustar, liquidar las jubilaciones, hundir la producción y el consumo, matar la obra pública y querer destrozar el trabajo digno y la salud y educación pública. Quien hace todo eso no puede seguir como si no pasara nada. Millones de familias trabajadoras que no llegan a fin de mes tienen todo el derecho del mundo a movilizarse a exigir que se vayan. Eso sí que es democrático y necesario. Por eso ahora que derrotamos los vetos, apoyamos completamente la necesidad de salir más que nunca a la calle y con la más amplia unidad. Como el próximo 2 de octubre cuando se traten en el Senado para acompañar al Garrahan y a la Universidad y darle al gobierno y a sus vetos la derrota final. Y de ahí seguir con nuevas acciones coordinadas, progresivas y exigiendo un paro general hasta terminar con todo este plan macabro y antipopular.

A la vez, queremos que el pueblo sepa toda la verdad, porque también es su derecho. Frente a tantas estafas y coimas, proponemos la creación de una Comisión Investigadora Independiente, compuesta por personalidades intachables que investigue a fondo el tema coimas y haga castigar a todos los culpables. Proponemos que el Congreso también impulse un Juicio Político a Milei, porque en cada paso que avanza la investigación va saltando a la vista que él era parte y sabía de todos esos audios y de lo que se estaba haciendo.

Este gobierno y su régimen autoritario, ahora muy en crisis, no va más. No puede ser que en esta situación un presidente repudiado y tres o cuatro funcionarios sigan decidiendo sobre la vida de millones. Hay que terminar con esta farsa y abrir un proceso constituyente, donde el pueblo elija representantes y se debata a fondo sobre los grandes temas del país. En una Constituyente que debería ser libre y soberana, nosotros propondríamos romper con el FMI y dejar de pagar la estafa de la deuda ilegal. Ponerles fuertes impuestos permanentes a los ricos y grandes empresas y bancos. Echar a las grandes corporaciones extractivas que saquean y contaminan y terminar con las privatizadas para que los servicios esenciales sean públicos y bajo control social. Propondríamos un aumento urgente de salarios, jubilaciones y asistencia social y de los presupuestos de salud y educación pública. Y propondríamos muchas otras cosas para terminar con un régimen a favor de unos pocos capitalistas.

Junto a todo esto, mientras luchamos en la calle por todos nuestros derechos y contra el gobierno, también tenemos que impulsar procesos asamblearios, genuinos y autoconvocatorias, como en su momento hicimos en el 2001 y hacen parte de la historia de lucha de nuestro país. Porque en el fondo, toda esta crisis confirma que tenemos que luchar más que nunca para dar vuelta todo. Para eso tenemos que fortalecer a la izquierda anticapitalista y socialista y en las elecciones de octubre convocar a votar al Frente de Izquierda para que haya más diputados que defiendan los derechos sociales y democráticos de las mayorías.

Y algo extremadamente prioritario: jugarnos a organizar políticamente a miles, transformar al Frente de Izquierda en un gran partido común de corriente organizadas democráticamente, abrir las compuertas de nuestro frente a intelectuales, referentes sociales, independientes y grupos aliados. Generando así mejores condiciones para dar pasos hacia una estrategia de fondo: la lucha por un gobierno de los trabajadores y la izquierda, que es el único camino posible para cambiar toda esta situación a favor de la clase trabajadora y de la juventud.

Otras noticias