Menos consumo y más inflación. Los pronósticos de la OCDE

Tras las elecciones legislativas el gobierno de Javier Milei intentó construir una narrativa de estabilidad y éxito económico, pero la realidad de los números proyectados por los propios organismos internacionales se encarga de desmentir ese optimismo de ficción financiera.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) acaba de publicar su informe de Perspectivas Económica de diciembre[i], documento que choca de lleno con las expectativas de la Casa Rosada. Lejos de ratificar un sendero de sólido crecimiento y de desaparición de la inflación, el organismo con sede en parís ha empeorado sus pronósticos para la Argentina de cara al 2026. El informe deja traslucir que la supuesta estabilidad libertaria es demasiado frágil y que, para sostenerla, el capital financiero exige profundizar las reformas estructurales, es decir, incrementar aún más el ajuste sobre la clase trabajadora.

Uno de los datos más alarmantes para el gobierno, que le pega al ministro Luis Caputo, reside en la corrección negativa de las metas inflacionarias, ya que una parte de su discurso de confianza se estructuraba alrededor de una inflación decreciente. A pesar de que el gobierno se anima a vender a la inflación como un problema del pasado, la OCDE proyecta que el índice de Precios al Consumidor para 2026 será del 17,6%. Esta cifra representa un aumento del 1,1% respecto a lo que el mismo organismo había estimado apena tres meses atrás, en septiembre.

Este nuevo cálculo, al alza, demuestra que la inercia inflacionaria está lejos de desaparecer y que las inconsistencias macroeconómicas persisten a pesar del brutal torniquete monetario y recesión inducida. La promesa de una inflación de un dígito o cercana a cero, que es el caballito de batalla de campaña permanente de los libertarios, choca con las previsiones de quienes, en algún punto, tendrían que ser los defensores a ultranza de este modelo.

A este escenario de recalentamiento inflacionario se le suma un horizonte de enfriamiento en la actividad económica real. El informe ha recortado drásticamente la proyección del Producto Bruto Interno para el 2026. Si en septiembre la OCDE estimaba una expansión del 4,3%, ahora ha bajado la expectativa a un modesto 3%. Esta caída de 1,3% en la previsión de crecimiento es la confesión de que el rebote en “V” que prometían los voceros oficiales se parece más a una “L” prolongada, donde la economía queda estancada. Incluso para el año 2025, las proyecciones se han ajustado a la baja, pasando del 4,5% al 4,2%. Estos números revelan que la economía argentina sigue atrapada en una dinámica recesiva de la cual no puede salir por la vía de la producción genuina y el mercado interno, sino que depende exclusivamente de factores exógenos y volátiles.

Otra de las cuestiones mencionadas en este informe, es el tema del crecimiento. Para la OCDE sucederá, a duras penas, pero existirá. Claro que hay que indicar bien, gracias a que y el tipo de crecimiento. Para el organismo el impulso vendrá dado por las exportaciones y la inversión en sectores específicos, mencionando explícitamente un “sector energético y minero dinámico. Lo publicado por el informe, es la confirmación de que el proyecto de Milei es el de un esquema de saqueo extractivista, diseñado para primarizar la economía y entregar los recursos naturales sin valor agregado, mientras la industria y el comercio, los grandes generadores de empleo, se hunden. No hay desarrollo posible bajo esta lógica. Si hay crecimiento es para afuera, para los balances de las corporaciones extranjeras, no para el bienestar del trabajador argentino.

A pesar del crecimiento impulsado por el extractivismo que proyecta la OCDE, en paralelo, el organismo anuncia la destrucción sistemática del consumo interno. El documento advierte que el consumo perderá impulso debido a un “menor crecimiento de los salarios reales. Acá se encuentra el eje central del plan económico: la competitividad y el equilibrio fiscal se consiguen a costa de pulverizar salarios y jubilaciones. El organismo reconoce que la demanda interna se ha desplomado y que seguirá débil, ya que el empobrecimiento de las mayorías es una condición necesaria, y no un efecto colateral para el funcionamiento de este esquema de acumulación financiera.

Para mantener este precario equilibrio de cuentas públicas y cumplir con las exigencias de los acreedores, la OCDE ofrece aplicar una receta muy conocida. El informe subraya que, si bien se han cerrado los déficits fiscales mediante una moderación del gasto y un aumento de la recaudación —léase, impuestazos y recortes—, esto no es suficiente. Advierten que “se necesitarán más reformas para mantener la prudencia fiscal“. Cuando estos tecnócratas hablan de “más reformas“, se refieren a avanzar a fondo con la flexibilización laboral que elimine indemnizaciones y derechos conquistados, y con una reforma tributaria regresiva que alivie a los grandes capitales mientras carga el peso sobre el consumo y los salarios. Es la hoja de ruta que el gobierno intentará imponer en el Congreso aprovechando su nueva mayoría circunstancial.

El diagnóstico del organismo deja a la vista la fragilidad de la situación económica. La OCDE alerta sobre la persistencia de “vulnerabilidades macroeconómicas” y la “incertidumbre política”, señalando específicamente la debilidad que implica el bajo nivel de reservas del Banco Central. La volatilidad cambiaria reciente es una muestra de que, a pesar del “crawl” del 2% y el cepo que dicen querer levantar, pero mantienen, la desconfianza en la moneda nacional sigue latente. La recomendación del organismo de que la política monetaria se mantenga “restrictiva de forma duraderaimplica que las tasas de interés seguirán ahogando el crédito para la producción y el consumo, priorizando la bicicleta financiera como único motor de la economía.

Por último, no se puede desconocer que este ajuste brutal se da en un contexto internacional que tampoco ofrece garantías. Las proyecciones globales[ii] de la OCDE muestran una desaceleración del crecimiento mundial, que pasaría del 3,2% en 2025 al 2,9% en 2026. Las principales economías, como Estados Unidos y China, muestran signos de fatiga, lo que impactará directamente en la demanda de los commodities que Argentina exporta.

Milei, en su fanatismo ideológico, ata el destino del país al rumbo de los Estados Unidos, el cual se supone incierto. La crisis es sistémica y global, y la receta de profundizar la dependencia y el ajuste solo nos deja más expuestos a los vaivenes de un capitalismo en decadencia. Queda claro que, para los trabajadores, el único camino es enfrentar estas “reformas estructurales” en la calle, organizados y con un programa de salida propio, opuesto por el vértice a la miseria planificada que la OCDE y el gobierno nos quieren imponer.


[i] https://www.oecd.org/content/dam/oecd/en/topics/policy-sub-issues/economic-outlook/eo-dec-2025/EO118ESP_Perspectivas%20economicas%20de%20la%20OCDE_Diciembre%202025_ESP-PRT.pdf

[ii] https://www.oecd.org/content/dam/oecd/en/publications/reports/2025/12/oecd-economic-outlook-volume-2025-issue-2_413f7d0a/9f653ca1-en.pdf

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