miércoles, 18 diciembre 2024 - 18:23

Masacre de Pacheco. La Triple A ataca al PST y a la vanguardia obrera clasista

Se cumplen 47 años del ataque para policial al local del Partido Socialista de los Trabajadores en Pacheco y del asesinato de tres jóvenes militantes. Con este golpe, que luego fue continuado por otros brutales ataques de las bandas fascistas, se  pretendía quebrar a un partido profundamente inserto en la numerosa vanguardia obrera clasista que dio origen el proceso abierto con el Cordobazo. No lo lograron.

Sobre la medianoche del 29 de mayo de 1974, una banda de la Triple A, integrada por un numeroso grupo de atacantes con armas pesadas y entrenamiento militar, tomó a balazo limpio el local del PST de Pacheco, situado en el barrio obrero de El Talar. Luego de vencer una modesta resistencia que no estaba preparada para enfrentar semejante ataque, secuestraron a tres compañeras y tres compañeros y los sacaron del lugar en varios autos. A las pocas cuadras liberaron, bajo duras amenazas de muerte, a las compañeras y desaparecieron del lugar. En la mañana del día 30, aparecieron acribillados en la zona de Pilar los cuerpos de Oscar Dalmacio Meza (Hijitus), Mario Zidda (el Tano) y Antonio Moses (Tony).

Pocas semanas antes de la masacre, Inocencio “el Indio” Fernández, otro compañero obrero del PST de la zona, fue asesinado al salir de su casa. El Indio tenía 26 años, había venido de su Chaco natal a los 19 y luego de pasar por las filas del peronismo hacía pocos meses se había acercado al partido. Era un activista de la fábrica metalúrgica Cormasa, enfrentaba a la comisión interna patotera y burocrática, cada vez más desprestigiada entre las bases de su fábrica, que ya había enfrentado a los balazos a compañeros que habían volanteado en la puerta de la metalúrgica.

El asesinato del Indio junto a la reciente voladura con panes de trotil del local de Beccar, también de la zona Norte, fueron los antecedentes de este ataque. Pero la magnitud del mismo, contra una organización socialista legal, cuya militancia cotidiana se desarrollaba en el seno de las luchas obreras y estudiantiles de aquellos años y que no compartía las acciones de las organizaciones armadas, alejadas de las luchas concretas de las masas, constituyó un hecho político nuevo. Un salto en el accionar de las bandas fascistas dirigidas por el ministro de Bienestar Social, el “brujo” José López Rega, con el total consentimiento de Perón e Isabelita y la participación activa de la burocracia sindical.

La Triple A contra la vanguardia obrera

La vuelta de Perón en 1973 no fue para recrear un gobierno parecido al de sus dos primeras presidencias, en el cual las luchas obreras permitieron a los trabajadores hacerse de un nivel de vida y conquistas históricas. Lejos de pretender acaudillar un proyecto de resistencia -aun limitada- a la penetración imperialista, el “General” venía a tratar de encaminar el proceso abierto por el Cordobazo en 1969, el cual había herido de muerte a la dictadura militar de aquel entonces y obligó a los milicos a pactar con el PJ y la UCR una salida electoral. Perón tenía que poner en orden al país, descargar un importante ajuste sobre los trabajadores con el llamado Pacto Social, liquidar a la nueva vanguardia y para ello necesitaba de la imprescindible dirigencia sindical tradicional. Por eso, el 1 de mayo de ese año echó a los Montoneros de Plaza de Mayo, a los que creyeron que con el General se podía construir “la patria socialista”, cuando estos “imberbes” cantaron contra la dirigencia sindical.

La Triple A fue entonces un instrumento creado para enfrentar a esa numerosa vanguardia clasista que generó el Cordobazo y que era un obstáculo fundamental para los planes del gobierno peronista y un enemigo estratégico a derrotar para cumplir con la tarea de estabilizar el país.

El PST en esos años había penetrado en forma muy importante en la vanguardia obrera de la zona Norte. Muchas fábricas, sectores de trabajadores y de la juventud venían protagonizando importantes luchas por fuera de las conducciones gremiales tradicionales. En forma paralela a la asunción del tío Cámpora (1) se produjo una ola de tomas de fábricas. Una de las más importantes fue la de los Astilleros Astarsa. Una toma con rehenes que triunfó en toda la línea y de la cual nuestro compañero Meza fue uno de sus dirigentes.

Este proceso de luchas y surgimiento de un nuevo activismo se expresaba en varias fábricas de la zona, en los conflictos como el de Matarazzo, que fue una toma con rehenes; Panam; Provita; Terrabussi; Fate; etc. Una vanguardia obrera que tenía distintas manifestaciones en todo el país, entre ellas la de los metalúrgicos de Villa Constitución.

Justamente uno de los centros de este ascenso obrero y surgimiento de una importante camada de activistas anti burocráticos era el gremio metalúrgico. En la zona Norte, perteneciente a la región controlada por la UOM Vicente López, este activismo dirigíalas comisiones y cuerpos de delegados de muchos establecimientos. Nuestro compañero Arturo “Pedro” Apaza fue, como dirigente de la metalúrgica De Carlo, candidato a secretario general de la lista gris, de oposición a la burocracia de Calabró y Minguito(2) en la UOM VL. El temor de estos burócratas hizo que la proscribieran preventivamente con un artilugio estatutario menor. Era una lista que agrupaba a fábricas como Corni Pacheco, Cormasa, De Carlo, Tensa, EMA, Astarsa metalúrgica, Búfalo, Wobrón, Otis, Texas Instruments, Bianchetti, Vicciu, Ipsam, entre las más importantes.  Una lista en la que el PST tenía un peso mayoritario frente a otras corrientes de la vanguardia de aquellos años.

La masacre de Pacheco fue entonces parte de un giro reaccionario del gobierno peronista que necesitaba enfrentar y derrotar al nuevo activismo. Por eso, también distintos investigadores señalan la participación activa de la estructura de la UOM en la organización de las bandas de la Triple A.

La reacción

Ya con el asesinato del Indio Fernández se había producido una movilización de alrededor de 500 compañeros que, además, se dirigieron al Ministerio del Interior. Los compañeros de la fábrica, al conocerse la noticia de su asesinato, desalojaron a los viejos delegados burocráticos e impusieron una nueva y combativa conducción obrera.

Con la masacre de Pacheco la repercusión nacional fue enorme. Los asesinatos aparecieron entre las notas más importantes de los principales medios. Astarsa paró al enterarse del asesinato de Oscar; Wobrón, en la que trabajaba Tony, pese a estar controlada por la burocracia también paró. El colegio Industrial de Tigre donde estudiaba el Tano, hizo a instancias del PST una importante asamblea. También hubo paros en Corni, de la cual era delegado un compañero que logró escapar del ataque. De Carlo, EMA, Tensa, Cormasa, Astilleros Sánchez y Príncipe Menghi. La presión sobre la UOM local hizo que esta decretara un paro de 15 minutos para el lunes siguiente.

Conocida la noticia, inmediatamente llegaron más de 100 adhesiones de todo el país a las acciones de protesta exigiendo investigación, juicio y castigo a los responsables de la masacre. Numerosas fábricas hicieron asambleas y gremios como la FOTIA o el SMATA cordobés hicieron llegar su repudio. La Federación Gráfica decidió realizar paros de 15 minutos en todo el gremio. Los velatorios de los compañeros se convirtieron en verdaderos actos contra los fascistas y sus cómplices. El viernes 1 de junio desde el PST se informó a los obreros de Astarsa, astillero que paró tanto en la parte metalúrgica como naval. Los compañeros de Meza, junto a los de Corni, Cormasa y otras fábricas concurrieron a su velatorio, que se realizó en los Bomberos de Tigre. Asistieron unos 1.200 trabajadores y luego un cortejo llevó a pulso el féretro del compañero a la puerta de Astarsa donde se realizó un importante acto.

El acto más importante se hizo frente al local central PST de la calle 24 de noviembre de la Capital Federal, donde fueron velados los restos de Zidda y Moses. Numerosas columnas participaron de este acto, que fue un ejemplo de unidad de acción contra el fascismo y al cual asistieron más de 3.000 compañeros, constituyendo la acción más importante de ese momento contra un ataque de estas características.

Allí concurrieron representantes de las principales organizaciones de vanguardia de aquellos años. En el acto que se hiciera frente al local, cerca de 22 representantes de organizaciones políticas y sindicales ocuparon el palco. Entre ellas se destacó el discurso del diputado del peronismo de base, Ortega Peña. Estuvieron dirigentes del Partido Comunista, Vanguardia Comunista, Acción Comunista, la Juventud Radical, PO, PCR, P. Intransigente, P. Rev. Cristiano y UDELPA entre otros. Por los sindicatos hablaron Di Pasquale de Farmacia, Actis de Villa Constitución, Vagará de la Federación Gráfica Bonaerense, Ávila de Propulsora, Patalá del SMATA Córdoba, Apaza de De Carlo, Ríos de Corni y un delegado de Astarsa.

Por el Comité Ejecutivo del PST, lo hizo el compañero Nahuel Moreno. En su recordado discurso, refiriéndose a la escalada de acciones fascistas señaló: “…hoy estamos acá gritando por la unidad de acción(…) No queremos la unidad de acción para acompañar nuestro cortejo. ¡La queremos para aplastar al fascismo y para hacer el desfile de la victoria! (…) ¡Pero nosotros queremos impedir que el fascismo llegue y queremos impedirlo ahora!(…) ¡Al fascismo no se lo derrota por la vía de las elecciones! ¡Al fascismo no se lo derrota por la vía de los frentes! ¡Al fascismo, compañeros, se lo derrota en la calle, utilizando los mismos métodos que ellos utilizan!”.

Se citó a una reunión para concretar una pelea conjunta contra el fascismo. Las corrientes oportunistas como los radicales o el PC pretendían dar la pelea por la vía institucional de la democracia burguesa únicamente y las corrientes “combatientes” pretendían derrotarlo a partir de una pelea entre su aparato y el aparato fascista. Ninguna organización estuvo a favor de promover la más amplia movilización de masas para enfrentar a la bestia y dentro de ellas promover la auto-organización y defensa de la vanguardia para enfrentarla.

El saldo de esta política fue lamentable. Las respuestas frente a sucesivos ataques similares de la Triple A fueron más débiles. El gobierno peronista siguió un curso cada vez más represivo, hasta que con el enfrentamiento al Rodrigazo, millones de trabajadores le pusieron de nuevo el cascabel al gato. Rodrigo y el brujo cayeron, e Isabel se tomó una conveniente licencia.

La Triple A no pudo parar al ascenso y liquidar a la vanguardia obrera que rompía con la vieja burocracia. Para esa tarea tuvieron que venir los milicos y desarrollar la dictadura genocida más sangrienta de nuestra historia. A diferencia de muchos escépticos de ayer y de hoy, que piensan que no se podía parar el golpe, los trabajadores no dejaron nunca de luchar y en cada una de esas peleas estuvo planteada la posibilidad de construir una nueva dirección, liquidar definitivamente a la burocracia y eso es lo que podía impedir que los milicos pudieran avanzar. Las corrientes guerrilleras se negaron a dar esa pelea y llevaron a la derrota a miles de jóvenes luchadores, los oportunistas tampoco quisieron darla. Es la gran tarea pendiente, y para nuestro MST en el FITU, orgulloso de la trayectoria de su antecesor, el PST,  es más necesario que nunca resolverla.

El juicio y la impunidad

En el juicio realizado ante la jueza Servini de Cubria, fueron condenados Julio Yessi, quién era dirigente de la derechista JPRA, junto al torturador Salvador Sicialiano y Jorge Conti, quien fue subsecretario de Prensa de Perón en 1974, entre otros miembros de la Triple A. El fallo, del año 2017, señala que “se da por probado que la Triple A cometió homicidios, privaciones ilegítimas de la libertad y atentados de todo tipo contra activistas y organizaciones democráticas y de izquierda”, hace recaer la responsabilidad máxima en López Rega, exculpando a Perón del diseño de esta brutal banda fascista.

Tuvieron más de 40 años de impunidad. Más que gran parte de los milicos condenados por crímenes posteriores. La explicación es sencilla: todos los gobiernos peronistas (y también los radicales) trataron de que estos crímenes no se juzguen. A tal punto sostienen esta impunidad, que el principal condenado a cadena perpetua, Julio Yessi, fue absuelto en septiembre de 2019, sin tener en cuenta las abrumadoras pruebas en su contra por las que fue condenado, por la Sala I de la Cámara en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, integrada por los jueces Bruglia, Llorens, Bertuzzi y Pozzi.

Algunos medios periodísticos venían señalando en forma previa a la absolución el parentesco cercano entre Yessi y Awada, la mujer de Macri. “Pomi” Baker, la madre de Awada, es prima de Yessi. ¿Una casualidad? Nada es casualidad en el terreno de la impunidad de los que detentan el poder.

  • Héctor José Cámpora: fue presidente de la Nación durante la primera presidencia luego de la dictadura militar en 1973. Designado por Perón en su reemplazo, ya que no pudo presentarse por la forma proscriptiva de esa elección, debió renunciar para que en una nuevaronda electoralfuera electa la fórmula Perón-Perón, ya que su gobierno no podía contener el proceso de luchas abierto en el país.
  • Victorio Calabró fue Secr. Gral. de la UOM Vicente López, tesorero del a UOM Nacional y siendo electo en marzo de 1973 como vice gobernador de la provincia de Bs. As. En la formula que encabezó Oscar Bidegain, reemplazó a este último en la gobernación, cuando Perón le retirara su apoyo a este representante de la izquierda peronista. Gregorio Minguito fue su segundo en la UOM VL y lo reemplazó cuando Calabró asumió en la gobernación.

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