La Masacre de La Plata, como se conoció la acción asesina de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) y de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), tuvo lugar entre el 4 y 5 de septiembre de 1975, y es considerada uno de los episodios más oscuros de nuestra ciudad y del movimiento socialista de nuestro país.
En esos días, ocho militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), partido antecesor del MST, fueron brutalmente asesinados por la organización paraestatal conocida como CNU, bajo el gobierno de Isabel Perón.
La Masacre
En la noche del 4 de septiembre de 1975, cinco militantes del PST se dirigían a llevar el fondo de lucha recaudado para los obreros de Petroquímica Sudamericana (hoy MAFISSA), quienes habían ocupado la planta en protesta por las condiciones laborales que imponía la familia Curi.
Pero nunca llegaron al lugar, ya que fueron interceptados por un grupo paraestatal, que los secuestró, torturó y asesinó. Sus cuerpos fueron encontrados al día siguiente, en el camino a La Balandra, una zona rural costera de Berisso. El lugar era conocido como un punto donde se descartaban los cuerpos de las víctimas de las bandas fascistas de la Triple A. y la CNU.
Al día siguiente, fueron secuestrados otros tres militantes del PST en las inmediaciones del local partidario, quienes sufrieron el mismo cobarde destino.
El crimen que ningún gobierno quiere investigar
Estas bandas fascistas son comúnmente asociadas con la dictadura genocida que se apoderaría del país al año siguiente, pero este tipo de operaciones comenzó antes, como podemos confirmar con la Masacre de La Plata.
El fuertísimo ascenso obrero y popular nacido del Cordobazo puso al régimen político y a las patronales contra las cuerdas. La militancia revolucionaria crecía y la reacción capitalista ensayó distintas “soluciones” fachas nacidas del Estado junto a personal policial, militar y de las burocracias sindicales.
La Triple A fue una organización paraestatal creada en 1973 por José López Rega, entonces ministro de Bienestar Social del gobierno de Juan Domingo Perón. Su objetivo era eliminar activistas políticos, especialmente a aquellos vinculados con la izquierda marxista y a la izquierda peronista. La CNU, por su parte, era una agrupación de extrema derecha que operaba en las universidades y colaboraba estrechamente con la Triple A en sus siniestras tareas.
Durante el tercer mandato de Perón y el posterior gobierno de su esposa, Isabel Perón, la Triple A y la CNU actuaron con total impunidad, llevando a cabo una campaña de terror que incluyó secuestros, torturas y asesinatos.
La impunidad se extendió por casi medio siglo con la constante negativa de la Justicia para investigar los crímenes del período 1973-1976 como delitos de lesa humanidad. Posteriormente, parálisis de la causa judicial reabierta de la Masacre, confirma que ningún poder político buscará la verdad que tanto afecta al gobierno de Perón.
¿Quiénes fueron los militantes asesinados?
Adriana Zaldúa: Tenía 22 años. Trabajadora del Ministerio de Obras Públicas y estudiante de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Hugo Frigerio: Tenía 30 años. Delegado del Ministerio de Obras Públicas. Tenía un hijo.
Roberto Loscertales: Tenía 31 años. Le decían “El Laucha”. Fue dirigente en el Centro de Estudiantes de Ingeniería de la UNLP y obrero del Astillero Río Santiago.
Ana María Guzner Lorenzo: Tenía 33 años. Era empleada en Consejo Profesional de Contadores y bibliotecaria en Facultad de Ciencias Económicas de la UNLP. Militaba en el gremio no-docente universitario ATULP.
Lidia Agostini: Tenía 25 años. Odontóloga y trabajaba en un dispensario de la Municipalidad.
Oscar Lucatti: Tenía 25 años. Nacido en Ensenada. Trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas.
Carlos Povedano: Tenía 24 años. Conocido como “Dicky”. Era trabajador en la Delegación de Previsión Social de la Nación y estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNLP.
Patricia Claverie: Tenía 21 años. Estudiante de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP. Trabajaba en el Senado provincial.
Bajo la lluvia ajena
No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y nadie nos corta la memoria, la lengua, las calores. Tenemos que aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares y un océano. El sol me mira cuando ellas respiran en la noche, duelen de noche bajo el sol.
Juan Gelman
A pesar de no tener una conexión directa con la masacre en sí, Juan Gelman sufrió los horrores de la dictadura: vivió en el exilio debido a su actividad política y periodística, y sus hijos y nuera fueron secuestrados. Su hija, Nora, fue puesta en libertad, pero su hijo Marcelo y su nuera María Claudia, no. En el año 2000, su nieta, que nació en cautiverio, fue encontrada.
Sobre sus huellas andamos
Hoy, al caminar por la calle 54 entre 8 y 9, podemos ver las “Baldosas blancas por la Memoria, Verdad y Justicia”, con los nombres de los compañeros y compañeras del PST y la fecha de su asesinato. Un homenaje que no corrige los errores del pasado, pero muestra que allí, en una calle aparentemente común, ocurrió una masacre que se llevó la vida de ocho jóvenes revolucionarios.
Mantener viva esa memoria es esencial, para que el pueblo trabajador nunca olvide lo que un gobierno capitalista y las patronales son capaces de hacer para intentar frenar la lucha de obreros, estudiantes y sectores populares.
El gobierno de Milei busca reconciliar a la sociedad argentina con las fuerzas armadas y los genocidas para avanzar en un régimen político más autoritario y sin libertades democráticas para el pueblo trabajador. Esa es su receta de revancha para una clase capitalista vampira que extrae su opulencia fundiendo lo público, superexplotando trabajadores y destruyendo la naturaleza.
Nuestra revancha es honrar la vida y militancia de las y los caídos de la Masacre de La Plata de la mejor manera que podemos hacerlo lxs socialistas: luchando con rabia contra toda forma de explotación, luchando hasta vencer. ¡Compas de la Masacre, hasta el socialismo siempre!
Leonel Acosta y Marcela Gottschald