La última ola de renuncias en el Gabinete del gobierno nacional pareciera no ser la última. Al menos ayer se confirmó que Juan Manzur, actual jefe de Gabinete renunciaría una vez terminado 2022 para volver a Tucumán. Así lo dio a entender él mismo al sentenciar que “en algún momento” dejaría el cargo.
Quien llegó para sumarle “volumen” político al alicaído gobierno de los Fernández luego de las elecciones de medio término de 2021, se va desinflado y sin trascender de forma alguna. De presunto candidato presidencial, en representación de un “peronismo federal”, el tucumano solo aspirará a retener el gobierno en su provincia, pero como vicegobernador. Tras sus dos mandatos como gobernador, se apronta solamente a acompañar a Osvaldo Jaldo.
Este movimiento no es para nada descolocado con la realidad del Frente de Todos. Pocos días atrás Juan Zabaleta había realizado una maniobra similar, renunció al Ministerio de Desarrollo Social para volver a la intendencia de Hurlingham. Varias lecturas resaltan de estos cambios y renuncias. Por ejemplo, que Alberto está haciendo volver a ciertos funcionarios a sus puestos para que no haya disputa en esos territorios con otros sectores de su frente. Tal es el caso de La Cámpora y Zabaleta en Hurlingham. El caso de Manzur, más allá de la afinidad de este último con el presidente, es distinto, hay un nivel de autonomía un poco más alto. Sin embargo, la clave que permea toda la batalla superestructural del peronismo es la crisis interna que nace como subproducto de una crisis social y económica que no cesa.
El sálvese quien pueda del Frente de Todos también quedó expresado el pasado 17 de octubre con la diversa cantidad de actos que cada tribu peronista realizó. Más allá de la discusión propia de la coalición gobernante, lo cierto es que en ningún momento los cambios de figuras trajeron algo bueno para los trabajadores, siempre fue en detrimento de los mismos. Manzur es un caso testigo: el presidente lo fue a buscar tras la derrota de 2021 para sumar volumen, en referencia a los contactos que el gobernador tucumano mantiene con el establishment estadounidense y el empresariado local. Un caso similar al de Massa que, hasta el momento, no ha hecho más que imprimir un ajuste fenomenal con el que se siguen derritiendo los salarios.
Sin pena ni gloria Manzur regresará a Tucumán, lugar donde se supo construir como una de las figuras más representativas de la casta política a nivel nacional. Es uno de los gobernadores con más patrimonio en una de las provincias donde la explotación a los trabajadores, como los cosecheros, se refleja en condiciones laborales cuasi esclavistas e ingresos míseros.