La crisis abierta en el gobierno y el Frente de Todos con la derrota electoral en las PASO entra en un nuevo momento a partir de los cambios en el gabinete. Tratan de darle un corte al acelerado descenso “en tobogán” que se inició el domingo y se profundizó con la carta de Cristina. Una muestra cabal de la profundidad de la crisis.
Hay un intento de preservar la gobernabilidad, por la vía de sostener a un Fernández cuestionado desde abajo y desde su propia alianza, condicionarlo desde el ala de CFK y salvaguardar más al régimen de conjunto. Tarea con la que colaboró poniendo paños fríos toda la oposición burguesa y la burocracia sindical.
Malos conocidos
A las apuradas, el viernes por la noche y tras bambalinas, se anunció un cambio parcial de gabinete, con la promesa de asunción para el día lunes. La sensación de vacío de poder no daba más tiempo y había que salvar la última cuota de credibilidad de un presidente grogui.
Si algunos sectores de la base del Frente de Todos pensaron que el embate de Cristina forzaría un cambio de rumbo, seguramente se vieron prematuramente defraudados al observar los nuevos viejos nombres que parecían sacados de la galería del terror. Wado de Pedro y los renunciantes K finalmente se quedaron. Y apelaron a la reserva de dirigentes de lo peor del viejo PJ para obrar de timoneles de tormenta que eviten el naufragio, por ahora. También se ratificó la totalidad del gabinete económico con Guzmán a la cabeza, pese a las facturas discursivas que colocó CFK en su carta.
Un antiderechos clerical en la Jefatura de Gabinete, (Manzur), un dinosaurio represor en Seguridad (Aníbal, el otro Fernández) y un amigo de los terratenientes y también de la Iglesia en Agricultura (Domínguez) muestran el perfil de derecha con el que “oxigenan” el gabinete.
Sin abundar en los antecedentes de otros sacados del arcón de los recuerdos como Filmus, ex funcionario menemista y ajustador de la educación, un breve repaso del prontuario de los principales personajes incorporados obra de síntesis de lo que se viene.
En las redes sociales de miles de defraudados, muchos de la propia tropa que pensaron que algo podía cambiar, repudiaron la llegada de “la morsa” Fernández. Responsable de seguridad cuando el asesinato de Kosteki y Santillán y negador de la desaparición de Julio López, desfiló por cuanto gobierno pejotista hubo, siendo funcionario de primera línea no solo de los K., sino con Duhalde y Ruckauf.
Y miles de honestas militantes del FdT que lucharon por el aborto legal y los derechos de género deben haber quedado estupefactas con la llegada del gobernador tucumano Manzur, nuevamente impulsado por Cristina en su carta para encabezar el gabinete. No se hizo conocido precisamente por su oscuro paso por el Ministerio de Salud, donde fue funcional a los laboratorios multinacionales y las patronales privadas; sí por sus posturas reaccionarias. Manzur es un hombre del Opus Dei, manifiestamente antiderechos que negó el derecho al ILE a menores víctimas de violaciones en Tucumán. Y que cobró notoriedad también por haber sido quien negoció con los gobernadores el Pacto Fiscal para garantizarle la reforma jubilatoria a Macri. Como se ve, sin mujeres, con clericales y antiderechos humanos, en el gabinete sobre derecha.
No “escucharon” al pueblo. Sí a los de arriba
Todavía no se puede decir que cerraron la coyuntura de crisis. Veremos si los anuncios le alcanzan para salir del peor momento, de la sensación de vacío de poder. Pero la crisis, la de fondo, va a continuar.
En primer lugar, porque no hay cambios en el contenido que apunten a responder las demandas que se colocaron por parte del pueblo trabajador, de las mujeres, de la juventud, desde los barrios; y que motivaron la paliza del domingo. Porque no se anunció ninguna medida para mitigar la verdadera catástrofe social en curso. No hay aumento general de salarios, planes sociales y jubilaciones. No hay verdadera ayuda universal. Se ratifica el rumbo extractivista con la ley de hidrocarburos consensuada por las diferentes alas del FdT y la oposición macrista. Nada se dice del acuerdo con el FMI y el pago que se va a realizar el 22 de septiembre, no se rumorea siquiera un nuevo impuesto a la riqueza y menos que sea permanente y progresivo como venimos reclamando desde la izquierda.
Posiblemente en el curso de la semana se realicen de manera escalonada algunos anuncios para tratar de descomprimir, parches con el salario mínimo y algún IFE parcial; pero no dejarán de ser tibios parches para intentar descomprimir a caldera y soñar con recuperar algo del drenaje electoral de cara a noviembre.
En segundo lugar, porque la fractura al interior de la coalición gobernante es profunda y el carácter de la derrota pejotista es histórico por su extensión y magnitud. Salieron golpeadas las tres alas del Frente de Todos y las contradicciones están tendientes a crecer. Porque se inició un período de debacle del gobierno y van a disputar por el control de sus territorios y cuotas de poder, donde ninguna de las fracciones aparece como hegemónica.
Y porque, aunque Cristina y el sector K plantearon morigerar el curso abiertamente pro-establishment de Alberto, planteando “derramar” un poco de una supuesta subejecución presupuestaria y encarar algunas tibias medidas posibilistas para recomponer el barco, no tienen plan alternativo. Como tampoco Massa. Todos avalan el presupuesto 2022 a la medida del FMI y el acuerdo con el Fondo, lo cual es un cepo absoluto a las necesidades populares, transforma en verso toda promesa de cambio y, por el contrario, anticipa nuevas penurias de la mano de más ajuste y reformas estructurales regresivas. Por ello la perspectiva es a mayor confrontación social de un pueblo trabajador que dijo basta el domingo y se manifestará en las calles. El fantasma de otra rebelión como la de 2001 sobrevoló algo más que los nerviosos análisis en los medios de prensa. Está en la preocupación de las patronales y todos los estamentos del poder real. Así como el crecimiento del Frente de Izquierda Unidad como tercera fuerza nacional y nuestra pelea porque se fortalezca, se amplíe y se postule como alternativa de gobierno de cara no solo a las elecciones sino a los próximos estallidos sociales.
Lo que se viene
Alberto viajó a La Rioja a reunirse con gobernadores para tratar de lograr una base de apoyo para retomar la gestión lo antes posible, el lunes próximo. Seguramente no habrá respuesta a la carta de Cristina y ensayarán los anuncios “sociales”.
- El Consejo del Salario Mínimo se adelantó para el martes 21 de septiembre y se aumentaría el salario mínimo para dibujar un 53% anualizado.
- Se adelantaría un anuncio para jubilados que se iba a hacer el 29 de septiembre No habrá aumento de jubilaciones y pensiones. Se habla de una tarjeta con la que se podrá comprar en determinados negocios.
- Habría una suerte de remake del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), también acotado a una tarjeta de alimentos.
- A la par están anunciados una ley de compra y otros beneficios para las patronales. Para no desentonar.
La burocracia sindical sigue con el rol de bombero. Con tibias críticas como la CTA o genuflexiones como las del moyanismo y la CGT. Hay que denunciarlos y reclamarles que rompan, a la par que preparamos desde abajo un plan de lucha nacional. Es la hora de fomentar la movilización bregando por una salida obrera y popular a la crisis, rompiendo con el Fondo, ajustando a los ricos y volcando esos recursos en salario, trabajo, salud y educación como primer paso de un programa de emergencia.
Y es la hora de fortalecer el FIT Unidad, los únicos que planteamos en serio otro modelo, anticapitalista, para que la crisis la paguen las corporaciones y el FMI. Hacemos un llamado especial a los miles de defraudados con el Frente de Todos que ven que esto es peor de lo mismo, a romper y sumarse. Potenciar y ampliar el FIT Unidad, como venimos planteando desde el MST, es la única manera de fortalecer una salida alternativa y frenar a la derecha y sus políticas que hoy se manifiestan en el seno del propio gobierno.