Tocamos la puerta de alguna casa en el conurbano bonaerense. Nos abrió ella, con su cabellera larga enrulada, su camisa amarilla holgada y su sonrisa brillante.
María Ruiz, es una cantante y educadora del sur de Alicante, específicamente del pueblito Callosa de Segura, “culturalmente tenemos una identidad concreta allí”, afirma. Es la primera vez de la cantante en Argentina en el marco de su gira “10 años de canciones”, tuvimos el agrado de charlar y luego asistir a su recital.

“En mi casa había una guitarra colgada que era de mi madre, en una estantería. Le pedía a mi padre que me subiera para tocar las cuerdas todos los días”, así como empezó nuestra charla con ella, de la misma manera que empezó su concierto en Galpón B, en el barrio de Boedo.
Lo que fue, algo así, como un ritual en la infancia se volvió pilar fundamental para su vida y a los 7 años entró a una escuela de música. Inculcada por una madre docente y un padre lector, siempre le gustó la escritura y la poesía, con solo 14 años empezó a ponerle melodía a aquello que escribía.
“Aunque la música me atravesaba, mi vocación inicial era educativa”. María luego estudió Educación Social y un master en género. Y aunque por ese tiempo la música se volvió un hobby, estaba intrínsecamente unida a su estudio y trabajo. “Para mí, la música siempre tuvo un tinte pedagógico. Quería hacer con mis canciones lo que otros hicieron conmigo: transmitirme valores”.
Callosa de Segura le empezó a quedar chico y ahí fue cuando viajó hacia Madrid. Empezó a tocar en la calle, en sitios pequeños, en micrófonos abiertos y se topó con un movimiento emergente de música que la impulsó y hoy se están cumpliendo 10 años desde ese momento. 10 años de canciones.
“La careta, los complejos, la armadura
todo bien con los aplausos a la diva
pero hoy es más poderosa la cultura
si es valiente para hablar de Palestina”
La primera canción que cantó demostró la convicción que tiene María para la cultura: una cultura que interpele, que se posicione. “Yo sé que el mensaje provoca una reacción, pero ese es el sentido del arte. Si el arte no provoca nada ni tiene un objetivo de transformación, no tendría sentido para mí”.
Recordé preguntarle si alguna vez tuvo miedo por las reacciones violentas, aún más en tiempo de ultraderecha y me respondió: “Nunca, al revés: me siento muy orgullosa de lo que canto. Al principio te impacta más la reacción, pero mi respuesta siempre es la misma: si la política no la hacemos nosotros, la van a hacer otros por nosotros”.
En su casa no se hablaba de política, había un silencio por el trauma de la dictadura franquista. Aún así, su curiosidad la llevó a militar en la izquierda y a tener relación con sobrevivientes, se dio cuenta que a pesar del dolor, había que alzar la voz: “Entendí la importancia de la memoria histórica”.

Podemos decir que Maria nunca dejó de militar, cambió la forma sí. En sus canciones podemos encontrar las banderas del feminismo, de la comunidad LGBT+, de los derechos humanos y también sobre el amor y la amistad. Porque en tiempos de individualismo, la ternura en los lazos sociales, se vuelven un acto revolucionario.
En su concierto agradeció a Mocchi y a Joan Paredes, quienes fueron su trinchera en esta gira Latinoamericana. Ambos se subieron al escenario, Joan abrió el show y Mocchi cantó junto a ella. También enormemente agradecida con los espectadores, a quienes llamaba “familia”.

En Argentina la palabra “Libertad” se ha vuelto un poco contradictoria y la ultraderecha de Milei se la ha adueñado para tapar el ajuste nefasto hacia la clase trabajadora. María nos confesó tener un poco de dudas de cantar “Primavera nuestra”, que dice “felizmente radical por amar la libertad”. En Galpón B, todas esas dudas se esfumaron porque a sala llena el coro de la “familia” le seguía el canto.
En España la situación política tiene puntos en común con lo que pasa en el mundo entero. El feminismo la atraviesa muchísimo, se reivindica lesbiana y comenta que la última ola feminista le dio fuerzas para seguir su música. Una de sus canciones “No soy como Dios” fue escrita cuando en Madrid se empezó a cuestionar el derecho al aborto. Recordó ver a muchas compañeras posicionarse pero no a muchos de sus compañeros “¿Donde están? me preguntaba”
“No puedo separar el artista de lo político. Me parece vergonzoso que, ante un genocidio como el de Palestina, artistas con tanta visibilidad y poder no se pronuncien. Hablo de todos los frentes y luchas. No posicionarse es más político que hacerlo”.

María es grande siendo simple. Es una de nosotres, que logró transformar en música lo que muchas veces no logramos decir o lo que sí sabemos, pero necesitamos amplificar. Se volvió una referente para muchas.
“No tengo la ambición de llenar estadios ni entrar en las dinámicas de la industria. Prefiero proyectar mi energía en que el mensaje llegue a mi entorno cercano, y que ellos lo lleven a su entorno, creando una onda expansiva. Si logramos salir de un concierto con el objetivo de construir desde el mismo lugar, para mí ese es el triunfo”.
Julieta Luna – Adalberto González

