sábado, 23 noviembre 2024 - 17:25

Manifiesto del Primer Congreso Panafricano de la LIS

África es de los continentes más ricos, sin embargo, concentra los niveles más extremos de pobreza y desigualdad en el mundo. El saqueo de nuestras tierras y el genocidio de nuestros pueblos perpetrado por el capitalismo colonial e imperialista no terminó con la independencia formal lograda el siglo pasado. Las corporaciones multinacionales, junto a un puñado de socios capitalistas locales, son dueñas de nuestras mejores tierras, extraen nuestros recursos, explotan a nuestros trabajadores y hunden a nuestros pueblos en la pobreza y el hambre. Los gobiernos africanos son cómplices del saqueo, son socios del imperialismo en el robo de nuestros recursos y fuerza laboral, aplican las políticas que facilitan ese robo y reprimen a nuestros pueblos para mantenerlos oprimidos.

Los Estados imperialistas y sus organismos multinacionales manejan nuestras economías, impulsan golpes de Estado y guerras civiles e incluso nos invaden y masacran directamente para sostener su saqueo. Cuando, empujados por el resultado de esas políticas, muchos africanos buscamos una salida migrando, nos reciben con discriminación, represión y violencia. Miles de vidas se pierden intentando apenas lograr un futuro mejor para nuestros hijos.

A pesar de obtener la independencia formal de las potencias coloniales a mediados del siglo XX, muchos países africanos se han enfrentado a importantes obstáculos para establecer la plena soberanía y la autodeterminación. La mayoría obtuvieron su “independencia” hace algunas décadas y todavía están bajo la bota de sus ex amos coloniales. En Kenia, Sudáfrica, Zimbabue y más países se emprendieron luchas armadas con poco o ningún éxito. La mayoría de los Estados africanos negociaron su independencia; por eso tanto saqueo.

El neocolonialismo se exhibe con frecuencia a través de la explotación económica, la injerencia política y la hegemonía cultural. Las empresas multinacionales, muchas de las cuales tienen su sede en antiguos países coloniales, tienen una enorme influencia sobre las economías africanas, explotando los recursos naturales y creando dependencia económica. Además, los países extranjeros mantienen su influencia política apoyando o influyendo a los líderes y las políticas nacionales, lo que determina el curso del desarrollo nacional.
De esta miseria neocolonial no hay salida posible sin enfrentar todo imperialismo, tanto de las viejas potencias como Francia, Inglaterra y EE.UU., como de nuevas potencias como Rusia y China. Debemos luchar por terminar con todos los amos imperialistas, no por cambiar uno por otro.

Esta lucha antiimperialista y anticolonial necesariamente implica luchar junto a nuestros compañeros saharauis por la liberación de la última colonia plena de nuestro continente, el Sahara Occidental, a manos de un socio del imperialismo europeo: el reino de Marruecos.

De igual forma nos solidarizamos con el heroico pueblo de Haití y repudiamos la actitud cómplice de algunos gobiernos africanos que se prestan al juego del imperialismo occidental al grado de ofrecerse para intervenir militarmente a su servicio.

Estamos junto a nuestros hermanos de Níger contra el imperialismo francés y lo defenderemos con todos los métodos a nuestro alcance en caso de que las amenazas de invasión de los colonialistas se concreten. Al mismo tiempo somos claros: el nuevo gobierno no es nuestro gobierno. En Níger, toda África y el mundo no sólo luchamos contra el imperialismo, sino también por derrotar al capitalismo y para que gobiernen los trabajadores a través de concejos democráticamente elegidos.

La única vía hacia la liberación de África es la unidad de los pueblos africanos, que han sido artificialmente divididos por el imperialismo capitalista que tiene socios locales en la burguesía y gobiernos cómplices. Por eso no nos une la identidad étnica ni nacional, sino la clase social. Los trabajadores, campesinos, explotados y oprimidos de África no tenemos nada que ver con los ricos africanos socios del imperialismo. Tenemos más en común con los trabajadores del resto del mundo que con ellos. La liberación de África no se logrará con los socios locales del imperialismo: se logrará con la unidad clasista de los pueblos africanos mancomunados con los trabajadores de todo el mundo. Por eso construimos un movimiento anticolonial, antiimperialista, en la perspectiva del panafricanismo revolucionario, por una África socialista unida en el marco de un mundo socialista.

Nuestro movimiento es clasista porque los trabajadores producen toda la riqueza en el mundo y por lo mismo tienen el poder social y la capacidad de frenar la producción y de reorganizarla bajo su control democrático. Buscamos construir el factor subjetivo de la revolución, el sujeto social de la revolución, la fuerza social capaz de dirigir al conjunto de los oprimidos del mundo para cambiar todo.

Nuestro movimiento es internacionalista porque los trabajadores de todo el mundo tenemos los mismos intereses contrapuestos a los mismos enemigos que nos explotan y oprimen. La burguesía tiene instituciones que defienden sus intereses en todo el mundo como los diversos bloques imperialistas, la ONU, el FMI o el Banco Mundial. Sólo un movimiento unido de los trabajadores de todo el mundo puede enfrentar con éxito a la burguesía imperialista.

Nuestro movimiento es anticapitalista porque el capitalismo decadente en crisis no tiene nada que ofrecer a la humanidad, sólo más explotación, opresión, hambre, guerra y destrucción ambiental. Este sistema, intentando inútilmente superar su crisis y estancamiento, ataca los derechos de los trabajadores, sociales y democráticos; impone sangrientas dictaduras, agita masacres étnicas y religiosas e intervenciones armadas y avanza en la destrucción del planeta para asegurar sus ganancias. No hay democracia real bajo este sistema: la única democracia posible viene de la mano de los trabajadores y sus propias organizaciones. Por eso luchamos por la destrucción de este sistema y la construcción del socialismo mundial.

Nuestro movimiento es revolucionario porque el capitalismo no se puede reformar, sólo las masas movilizadas con los trabajadores a la cabeza y una dirección revolucionaria pueden derribarlo. En todos lados, las masas una y otra vez encaran el camino de la rebelión y la revolución. Pero cada vez se encuentran bloqueados por dirigentes y burocracias reformistas. Por eso la crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de su dirección revolucionaria.

Hoy la tarea central de los socialistas revolucionarios es construir partidos revolucionarios y una internacional con peso de masas para impulsar la movilización permanente para derrotar a los gobiernos capitalistas, luchar por la destrucción del orden burgués y el establecimiento del gobiernos de los trabajadores y el socialismo en todo el mundo.

Defendemos la expropiación de todos los grandes capitales, ya sean extranjeros o locales. Defendemos la distribución de la tierra entre quienes la cultivan y la promoción de la agricultura colectiva con técnicas modernas. Defendemos el derecho a la autodeterminación de todas las nacionalidades oprimidas. Defendemos el control democrático de los trabajadores en la producción y el comercio. Defendemos la asignación planificada de recursos para las necesidades y el beneficio de todos en lugar de las ganancias de unos pocos. Defendemos el empleo, la alimentación, la atención sanitaria, la educación y la vivienda decentes como derechos de todos los miembros de la sociedad. Defendemos acabar con todas las bases militares imperialistas en África y otras partes del mundo. Defendemos la igualdad de derechos de la mujer y enfrentamos todo tipo de violencia y discriminación. Toda inversión extranjera debe estar condicionada con una total transparencia, con permiso y supervisión de un gobierno democrático de trabajadores. Defendemos la abolición de todos los regímenes de visas y restricciones de viaje para las masas trabajadoras. Defendemos un mundo sin explotación nacional ni de clase, sin opresión, desempleo ni miseria.

Esta es nuestra tarea estratégica. Al contrario de pasadas experiencias marcadas por el burocratismo y la imposición, nos unimos en torno a los principios políticos, ideológicos y de acción mencionados, con absoluta independencia política de toda fuerza burguesa. Pero con flexibilidad táctica para empalmar con los procesos reales de la lucha de clases y en un espacio de debate fraternal y acción conjunta. Construimos una organización internacional para la intervención concreta en la lucha de clases global, la realización de campañas internacionalistas y la colaboración mutua en la construcción de herramientas de lucha. Y con el método de un sano centralismo democrático para discutir y resolver entre todos y actuar como un solo puño en la lucha de clases.

Este es el proyecto que construye la Liga Internacional Socialista, reuniendo a decenas de organizaciones y miles de militantes en los cinco continentes, para unir a los revolucionarios del mundo por encima de las divisiones nacionales, étnicas o identitarias con el objetivo de dirigir a la clase trabajadora en su lucha por el socialismo mundial. La Liga Socialista Revolucionaria de Kenia encarna estos principios y ha sido la anfitriona de este evento.

Este es el proyecto que este congreso busca expandir en África. Convocamos a las organizaciones y militantes que quieran ser parte de esta nueva construcción revolucionaria en África a encarar juntos este desafío para luchar por un futuro socialista. Esta es una oportunidad importante para construir y extender la LIS en todo el continente africano.

¡Hermanos y hermanas de clase de toda África, unámonos! ¡No tenemos nada que perder más que nuestras cadenas! ¡Tenemos, en cambio, un continente y un mundo que ganar!

¡África moja, África huru, África ya kisosialisti!
¡África unida, África libre, África socialista!

Nairobi, 30 de agosto de 2023

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