El anuncio del Banco Central confirmando el swap por 20.000 millones de dólares con Estados Unidos no logró todo lo que el operativo político y mediático buscaba: calmar la ansiedad del mercado y contener la sangría de divisas. En una reacción que expresa una profunda desconfianza. El dólar oficial volvió a subir y cotiza cerca del techo de la banda cambiaria, los bonos caen y las acciones retroceden.
Un swap que a nadie convence
Lejos de ser un salvavidas, el acuerdo solo evidencia la total dependencia de un gobierno que, a seis días de las elecciones, transita una crisis con múltiples aristas, sin otro recurso que la entrega absoluta a los designios de Washington. El mercado, con su lógica enfocada únicamente en las ganancias, tal vez, dio una muestra de su voto antes del 26 de octubre, haciendo saber que la solvencia del plan económico diseñado por Milei y Caputo se encuentra agotado.
La reacción del mercado cambiario fue totalmente opuesta al del relato oficialista. Minutos después del comunicado del BCRA, el dólar mayorista no solo cedió, sino que se acercó al techo de la banda de flotación. Hay analistas que señalan que “la presión sobre el tipo de cambio se mantendrá durante toda la semana” y que “la demanda por cobertura cambiaria persistirá a cualquier tipo de cambio dentro de la banda”, una forma técnica de decir que la fuga de capitales continuará sin pausas.
Este movimiento demuestra que los capitales perciben el swap como lo que es, un parche para pagar deuda con más deuda. Esta especie de salvataje no resuelve los problemas de fondo de una economía en recesión, con reservas negativas y un ajuste que estrangula el consumo de todos los trabajadores y trabajadoras.
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Un operativo desesperado
Este fracaso en apaciguar los mercados se da en el marco de un operativo político de supervivencia. Las declaraciones del propio Javier Milei, intentando explicar el mecanismo, no hicieron más que confirmar el carácter colonial de este acuerdo, “Es para darle seguridad a aquellos que invirtieron en la Argentina”, afirmó, dejando en claro que la prioridad es garantizar la renta de los especuladores.
Paralelamente, la visita del consultor trumpista, Barry Bennet y sus reuniones con figuras como Ritondo, Pichetto y De Loredo, revelan que se está tejiendo un acuerdo de gobernabilidad post electoral. El objetivo es bastante claro: asegurar un recambio, por lo menos ministerial que de oxígeno al gobierno, sin importar el resultado del domingo, para garantizar la implementación de las reformas laboral y tributaria que el gran capital y el FMI exigen.
La ingeniería política incluye otro elemento clave. El oficialismo impulsa que la Justicia Electoral muestre el resultado a nivel nacional y no por provincia, un artilugio para poder esgrimir el número total que, se espera, sea más favorable y pueda ser vendido ante Trump y los mercados como una victoria contundente.
Esta maniobra quedó en evidencia durante el simulacro de escrutinio provisorio realizado en el Correo Argentino, donde la DINE utilizó criterios no explicitados y proyectó un total nacional que favorecería artificialmente al oficialismo. La estrategia busca inflar el desempeño de La Libertad Avanza – única fuerza que compite con la misma marca en los 24 distritos – ocultando los resultados reales distrito por distrito, donde la oposición fragmentada lo superaría. La frase de Trump, advirtiendo que solo serán “generosos” si Milei gana, funciona como una extorsión abierta que explicita el precio de la dependencia.
El Frente de Izquierda Unidad. La opción para este 26 de octubre
Este simulacro, de alguna manera, muestra la desesperación de un gobierno acorralado por múltiples crisis, que van desde los escándalos de las coimas de Karina Milei, el narco financiamiento recibido por Espert, hasta los golpes que continúa recibiendo en el parlamento, todos potenciados por el agotamiento de un programa económico que ya no tiene margen de respuesta. Y todo esto, hace mucho más tangible el descontento de la gente con las políticas libertarias.
Frente a este panorama de entrega y crisis, donde el gobierno rifa la soberanía a cambio de sobrevivir unos meses más, la respuesta de las mayorías trabajadoras y los sectores populares debe ser determinante. Este domingo, el voto al Frente de Izquierda Unidad es un golpe a este gobierno. Es la herramienta para llevar al Congreso una voz que no cedió, ni negoció con el ajuste y que denuncia cada una de estas maniobras de sometimiento. Votar por más diputados y diputadas de izquierda es fortalecer a los sectores en lucha. Fortalecer el plano parlamentario también sirve para potenciar la movilización contra este gobierno de narcos, corruptos, ajustadores y entregadores.