Los mercados financieros reaccionaron con contundencia al espectáculo de subordinación que protagonizó Javier Milei en Washington. El dólar oficial trepó a $1.415, los bonos argentinos cayeron hasta 7,4% y el Merval en dólares se desplomó 6%, en una jornada negra que refleja el escepticismo de los inversores sobre la confianza que otorgaría este gobierno tras las elecciones.
Las palabras de Donald Trump condicionando el salvataje al resultado electoral terminó de despejar cualquier duda: el apoyo imperialista puede tener fecha de vencimiento y los mercados ya están preparándose para el escenario post elecciones.
El comportamiento de los indicadores financieros no hace más que confirmar lo que algunas encuestas vienen anticipando. Con una derrota electoral, Milei quedará mucho más debilitado que ahora y sin el respaldo que necesitaba de Washington. Los dólares financieros operaron a $1.474,10 (MEP) y $1.468,90 (CCL), mostrando la creciente desconfianza en la capacidad del gobierno para mantener la estabilidad cambiaria más allá de octubre. Por eso, es que los inversores, lejos de hacer caso a los intentos oficialistas de suavizar las declaraciones de Trump, comenzaron a desprenderse masivamente de los activos argentinos.
Lo sucedido en la Casa Blanca fue determinante. Trump no solo suspendió la reunión a solas en el Salón Oval, sino que sometió a Milei a una humillación frente a toda la prensa internacional. Este mensaje fue clarísimo: Estados Unidos no está dispuesto a apostar un alguien que puede perder. Y en caso de que lo apoyen post derrota electoral, las condicionalidades para un salvataje podrían ser muchos más violentos. Si los pedidos por el swap de monedas tenían un nivel de entrega obsceno, la posibilidad de que un Milei muerto, gobernando luego de una derrota, consiga una ayuda de su amigo Trump, solo sería posible si Argentina se convierte en la estrella número 51 de la bandera de los Estados Unidos.
Los mercados, que operan con información privilegiada y sondeos precisos, ya habían incorporado esta realidad semanas atrás, pero las declaraciones públicas del presidente norteamericano aceleraron el proceso de desinversión. La foto de los presidentes distribuida posteriormente por la Casa Blanca no logró revertir la percepción de que el salvataje tiene los días contados.
Las tasas de interés se dispararon a niveles estratosféricos, con cauciones que alcanzaron el 199,9% anual en el MAE y 266,1% en las operaciones de REPO del BCRA. Este brutal costo de dinero anuncia el colapso del financiamiento para la economía real, que ya no encuentra en líneas crediticias por debajo de las tasas del 100% anual. Mientras el gobierno se gasta reservas en sostener un tipo de cambio artificial, los trabajadores sufren el impacto de una recesión que se profundiza día a día.
Por otro lado, el derrumbe en los bancos fue muy importante, mostrando la huida masiva de capitales por las crisis financieras postergadas. Los títulos públicos más líquidos, como el AL30 y GD30, cayeron 5,3% y 4,9% respectivamente, mostrando la huida masiva de capitales especulativos que hasta ayer se beneficiaban con los dólares baratos que prometía inyectar el Tesoro estadounidense. Ahora, la estrategia de Bessent y Caputo demostró ser insuficiente para contener una hemorragia que tiene causas estructurales.
Mientras el equipo económico intenta una última operación de expectativas para calmar los mercados, los inversores se preparan para las ochos ruedas que restan hasta los comicios con una estrategia clara: llevarse todos los dólares baratos que inyectó el Tesoro estadounidense (lo hizo a través de una operación del banco Santander, por la cual vendió los dólares del organismo y compró pesos para estabilizar el mercado cambiario), conscientes de que después del 26 de octubre el escenario cambiará drásticamente.
La ilusión de un salvataje infinito se terminó, junto con la muestra de incapacidad de un gobierno que no pudo, todavía, garantizar las exigencias de los EEUU y el FMI (la gobernabilidad), más allá de su exagerado alineamiento hacia ellos.
Esta crisis financiera expresa en números rojos lo que el pueblo argentino siente en su vida cotidiana. El experimento libertario es un rotundo fracaso y su continuidad depende de una caridad imperialista que tiene condiciones cada vez más exigentes. Los mercados, ya están descartando la posibilidad de que Milei pueda revertir su suerte electoral. La pregunta que queda es cuánto más deberán sufrir las mayorías trabajadoras antes de que esta farsa llegue a su fin. Solo haciendo que este gobierno se vaya esa pregunta puede ser contestada. El derrotero de las condiciones de vida de los trabajadores, mientras continúe este grupo de corruptos, ajustadores y entregadores en el poder, será igual al de los gráficos reflejados por el mercado, en rojo y descendente.