jueves, 26 diciembre 2024 - 23:01

Los años previos al estallido de 2001. Algunos elementos de la contracultura

La década de los noventa se caracterizó por una contradicción emergente que puso en crisis a muchos movimientos revolucionarios en el mundo. Las y los pobladores de Alemania del Este rompieron a martillazos el muro de Berlín. En las pantallas de todas las televisiones circulaban las imágenes que los medios masivos dieron en llamar el “fin de la historia”, “la muerte del comunismo” y otras tantas menciones preparando el terreno para la contraofensiva económica. Pero sobre todo el golpe asestó sobre la conciencia de millones de trabajadores y jóvenes que desencantados por la contundencia de los hechos,  se dejaron convencer, al menos por cierto tiempo, por esta farsa.

En la Argentina fue la era de Menem, o también llamada de la pizza y el champagne. Una especie de cambalache entre vanidad y superficialidad mientras se privatizaban las empresas del Estado y se despedían trabajadores a mansalva. La mayoría fue ganada para la salida individual, por eso pulularon por todas partes kiosquitos y remiserías que las y los trabajadores habilitaban con las indemnizaciones.

El poder de la pantalla y sus innovaciones

Los medios masivos de comunicación entraron también en esta lógica.  

1989 se sanciona la Ley 23.696 de Reforma del Estado, que permite flexibilizar la Ley de Radiodifusión vigente y la Ley 24.192 del año 1992 aprueba la presencia de capitales extranjeros. Se privatizan algunas emisoras de tv abierta y se autoriza la creación de los multimedios.

El mercado lanzó a la sociedad una serie de productos como videocámaras personales, la posibilidad de tener más de un televisor por casa, el avance y masividad del cable. Esos cambios también modificaron las tendencias del consumo cultural. La pantalla tuvo un lugar central y el mercado supo cómo aprovecharlo.

La programación se hace flexible,  se inicia la era de las productoras independientes, la tercerización y la compra de contenidos de otros países. Surge como medida única de la permanencia o no de un programa el rating.

La franja infanto juvenil aparece como un nuevo nicho comercial, de manera que también surgen las ficciones más relevantes de la televisión argentina durante esta década.

El show mediático corre sus fronteras y se sumerge en la política. Y los políticos hacen parte de ese show.  La medida de la “imagen” supera los proyectos y las acciones. Lo que importan son las cirugías, los autos de carrera, las ex, los escandaletes. Las decisiones políticas se diluyen bajo el pastiche farandulesco.

Sin embargo el under porteño (Parakultural) daba el respiro necesario a tanto plastificado, y desde allí salieron figuras y programas  como “De la cabeza”, predecesor de “Chachachá” y “todo por dos pesos”, tiras semanales que expresaron con el tono más irónico los absurdos de un país en decadencia y al borde del estallido. De estos, el sketch mas festejado era aquel con deformación de foco donde un “ministro” de ahorro postal Don Gilberto Manhatan Ruiz  hacía las veces de Cavallo.  Lo encarnaba un entonces genial Alfredo Casero, una de las revelaciones de estos programas. Junto a él aparecían Diego Capusotto, Fabio Alberti, Pablo Cedrón, Mex Urtizberea, Mariana Briski, Vivian el Jaber.

La radio experimentaba a su vez un cambio fundamental. Aparecía la Rock and pop con sus horas continuadas de música de las bandas a la que la mayoría no llegábamos. Grabar en casetes con temas pisados por el locutor se transformó en aquellos días un deporte interesante.

Y Grinbak, el entonces empresario y dueño de la radio amplió el negocio trayendo  por primera vez a la Argentina a los Rolling Stones, U2, Paul McCartney, Madonna entre otros.

El rock suburbano recoge el guante

Mientras el mundo estratosférico y banal se desmoronaba bajo las danzas de odaliscas, en las calles, los trabajos, los lugares de estudio se iba fogoneando un fermento de resistencias.

Un hecho crucial en la provincia de Neuquén va a marcar el método por excelencia en el país. Los docentes salieron a manifestar por el recorte de una bonificación, son desalojados de la ruta y reprimidos. Alrededor la falta de trabajo y la pobreza encienden la cosa. A los días el movimiento crece, se suman más trabajadores, algunos ocupados, la mayoría no. Cortan la ruta y no hay manera que las fuerzas los replieguen. Una bala de arma reglamentaria rebota y le pega en el cuello a una joven. Era Teresa Rodríguez quien muere. La bronca aumenta.

Cutral-có era el lugar, el corte de ruta se transformó desde ese momento en el método de la mayoría de los laburantes. Sobre todo de sectores que nunca se hubiesen imaginado. Los docentes entre ellos.

Bandas como la Bersuit de entonces, sin declaración violina del cantante Cordera de por medio, habían sacado “Libertinaje” en 1998 y letras como “Se viene el estallido” y “Sr Cobranza” de Las Manos de Filippi, anunciaban de alguna manera lo que se preparaba por abajo.

“…Volvió la mala fue corta la primavera
Cerdos miserables comiendo lo que nos queda
Se llevaron la noche
Nuestra única alegría
Gente poniendo huevos
Para salir de esta ruina

Se viene el estallido…”

El himno que reivindicaba a un otrora Perro Santillán combativo se transformaría en el himno del movimiento cacerolero del 2001.

“…Y ahora va, ahora qué
Son todos narcos, y el presidente
Es el tipo que mantenga más tranquila a nuestra gente
Llega plata del lavado”
Mientras no salte la bronca el norte no manda palos
Ay, ay ay, uy uy uy…

…Porque tienen el poder y lo van a perder
Porque en la selva se escuchan tiros
Y son las armas de los pobres
Son los gritos del latino
Tienen el poder y lo van a perder”

También álbumes de Los Piojos como Chac tu chac y luego Ay Ay Ay pintaban una aldea donde convivían los pibes de la calle con los linyeras y las sustancias como centro de la cuestión.

“…En la tierra el ruido
Y la prostitución
Y las calles mugrientas
Con mercados hambrientos
Que perforan la estación
Como largas culebras

Los mocosos se trepan
Se van hacia el sol
En los trenes de piedra…”

Luego de la muerte de Luca Prodan sus integrantes forman Divididos por una parte y Las Pelotas por otra. Como el ying y el yang de una misma energía, ambas bandas descollan con sus composiciones.

Capitán América refleja el boom de los hipermercados, la apertura a una economía de mercado lisa y llana. La expansión de shoppings sobre viejos edificios de empresas del estado.

“…Caen sobre mí
Las cadenas de supermercados
“Compre más barato”
Garantizado

Moviéndose
Caen sobre mí
Correrse pa’l fondo
Y si no puedo ver dónde voy
Parece que me pasé

América
Debo estar en América del Sur
Bien al sur…”

Los acontecimientos de diciembre del 2001 y los que siguieron dieron mucha letra a las bandas que se animaron a decirlo así, de manera directa.

Asi, la banda del Cabra, Las manos de Filippi grabó en 2002 “Los métodos piqueteros” haciéndose rápidamente popular en las acciones en la calle.

“…Se les quema el pantalón
Todos se van a quemar
Cavallo, de la Rúa
Y empiezan a desfilar

La burocracia tira agua
Y no nombran de la carpita
La herramienta piquetera
No quiere que se repita

Los mejores, los únicos
Los métodos piqueteros
Los mejores, los únicos
Los métodos piqueteros…”

En víspera de un nuevo aniversario del estallido, estamos atentas y atentos a las nuevas voces del arte musical que sabrán ponerle ritmo y letra a lo que vendrá.

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