El martes 5/10 falló el quórum para tratar la sanción definitiva de la Ley de Etiquetado Frontal de los Alimentos. El faltazo del bloque de diputados de Juntos por el Cambio, más un grupo de diputados del Frente de Todos. impidió la sesión, reflejando la fuerte presión de las empresas de la alimentación por frenar la sanción del proyecto. Estas empresas, con la complicidad de los gobiernos de turno, son responsables del hambre y la malnutrición de la población.
El Senado dio media sanción a este proyecto el 29 de octubre de 2020. Pasó prácticamente un año antes de que esta norma, que consiste en la obligatoriedad de colocar en la cara frontal de los alimentos un octágono negro con mayúsculas blancas que alerte sobre los excesos de azúcar, sal y grasas en los alimentos y las bebidas sin alcohol, se pudiera tratar en la llamada Cámara baja.
El lobby empresario logró que Juntos por el Cambio no diera quórum. En él están las empresas azucareras que defiende tanto Manzúr, como el presidente de la comisión de Acción Social y Salud Pública, el tucumano del Frente de Todos, Pablo Yedlin, o la senadora, también tucumana del FdT, Beatriz Graciela Mirkin, quién ya votó en contra en el Senado. No lograron que el proyecto cayera antes, pese a los palos en la rueda y las dilaciones de Massa para tratarlo, pero van a tratar de imponer reformas que hagan que pierda toda fuerza, de miras a la próxima sesión del 16/10, en la que será tratado.
Como señala Pablo Corso en su nota publicada en La Nación del 2/09: «La bomba contra la salud pública que representan los procesados y ultraprocesados podría empezar a desactivarse con un sistema sencillo y directo, que despierta el elogio de las organizaciones que lo motorizaron y la ira de las empresas que la obstaculizaron».
De acuerdo a los parámetros fijados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el etiquetado, que ubicado en la cara frontal del alimento deberá ocupar el 5% de la superficie del mismo, corresponderá cuando sobrepase el límite recomendado cuando los aportes de sodio y energía son equivalentes, si la cantidad de energía de las grasas totales supera el 30%, la que proviene de los azucares el 10% y si la de grasas trans es mayor del 1%. También será obligatorio colocar leyendas cuando existan edulcorantes y cafeína, «no recomendables en niños/as».
El proyecto de ley contempla también la prohibición de publicidad favorable dirigida a niñes y adolescentes para los productos que sean alcanzados por el sello negro, y ordena al Poder Ejecutivo reformar el Código Alimentario. La ley, una vez sancionada, se calcula que tardará dos años en hacerse efectiva.
La población argentina tiene sobrepeso y obesidad en un 66,1%, según los datos de la 4ta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, realizada en 2019. Frente a este cuadro, las declaraciones de Sergio Britos, director de CEPEA, en torno a que: «el perfil de nutrientes de la OPS es extremadamente exigente en sus umbrales, de manera que llegaría a aplicarse al 91% de los productos envasados, y no es cierto que todos esos productos sean poco saludables. El sistema de sellos negros no muestra los aspectos positivos de los alimentos», son de un cinismo a toda prueba, destinado a defender las ganancias de las alimenticias que además se quejan por los costos del nuevo empaquetado y etiquetado.
La ley de Etiquetado Frontal de los Alimentos, no resolverá en su limitado texto las necesidades de acceso a los alimentos saludables, que seguirán siendo de difícil acceso para la mitad de la población sumida en la pobreza. Para ello, hace falta un programa integral que cambie todo el sistema de producción y distribución, al que nos referimos en estas páginas. Pero igualmente constituye un paso en el combate contra los monopolios alimentarios y el veneno que empaquetan como alimentos baratos, por eso la resisten y por eso debemos exigir su sanción definitiva y vigilar su aplicación.
Escribieron: Leiza Benitez y Gustavo Giménez
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Los alimentos más caros aumentan la pobreza
Los precios de los alimentos suben más que el índice general de precios. Esta inflación de los pobres, cuyos ingresos pierden cada día más en la carrera, es una de las claves para abordar los niveles históricos de pobreza e indigencia que tiene la Argentina. Un país que produce productos alimenticios para cuatrocientos millones de habitantes.
El aumento internacional de los precios de los alimentos que exporta la Argentina son una buena noticia para los capitalistas que manejan el negocio y una mala noticia para todos aquellos que ya no podemos comer carne porque el maíz o las vacas vuelan para China, por ejemplo, gracias a un gobierno que es incapaz de nacionalizar el comercio exterior o de tomar cualquier medida que frene esto, ya que afecta la sagrada ganancia de los pulpos empresarios.
Es un fenómeno mundial
Durante la Pandemia el precio de los alimentos subió en el mundo alrededor de un 40%. Entre septiembre de 2020 y el mismo mes de este año el aumento fue el 33% según el índice que prepara la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Según este informe que toma la evolución de una canasta entre los que se encuentran los aceites vegetales, azúcar, cereales y carne, los precios reales de los alimentos son los más altos desde el 2011.
Por ejemplo, en nuestro país este año la soja paso de un rango de 300 a 350 dólares la tonelada, a cotizarse en mayo U$S 602; el maíz de U$S 185 que cotizaba en febrero a U$S 258 en el mismo mes. Las exportaciones de soja, maíz y trigo van a facturar un 45% más que en 2020.
Para tener una idea de cómo impactan estos precios en el consumo mundial de alimentos, el trigo, la cebada, el maíz, el sorgo y el arroz son responsables del 50% de la nutrición global, y hasta del 80% en los países más pobres(1). Estos datos tienen su correlato en un impresionante aumento del hambre a nivel mundial.
Según el informe de las Naciones Unidas sobre «El estado de la inseguridad alimentaria 2021», en el 2019, 650 millones de personas pasaban hambre en el mundo, para llegar a fines del 2020 a 811 millones de hambrientos. El 11% de la población mundial. Si se toma en cuenta no solo los que no tuvieron acceso a una alimentación suficiente, sino también a los que no pudieron acceder a una alimentación adecuada, la cifra se multiplica a 2.300 millones. El 30% de la población del planeta. «Este es el pico más alto de hambre y desnutrición crónica que hemos encontrado», afirmó Máximo Torero Cullen, economista jefe de la FAO.
Además gracias al calentamiento global, la productividad de la producción agrícola se ha reducido en un 21% desde la década del ’60 y la sed de ganancias de la producción capitalista viene reduciendo los bosques, para ampliar la frontera agrícola y tierras de pastoreo, contaminando con pesticidas y aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero (la agricultura actual genera entre el 19 y 29% de todas las emisiones).
Lo paradójico es que hay suficiente producción de calorías en el mundo para dar de comer a toda la humanidad. En efecto, según Cullen: «Si hoy día tú sumas toda la producción mundial en términos de calorías, tenemos para alimentar a todo el mundo. No es un problema de mayor producción. Es de distribución. Y eso está atado a la desigualdad». En el mismo sentido para Patricia Aguirre, especialista en Arqueología de la Alimentación, «la producción mundial de alimentos hoy podría satisfacer a 10.000 millones de personas, cuando en todo el mundo somos 7.500 millones».
Acá está la clave. No hay ninguna posibilidad de desarrollar una producción agroecológica, que cuide el medio ambiente y satisfaga las necesidades alimentarias de la población mundial, sin alterar el sistema de producción y distribución capitalistas, basada en la idea de alimentos como mercancía que tiene que alcanzar los mayores márgenes de ganancia posibles, a base de la mayor extracción de plusvalía y renta del suelo, aunque media humanidad se muera de hambre y el planeta siga envenenándose.
- Datos del art. «Por qué el precio global de los alimentos es más alto hoy que durante la mayor parte de la historia moderna», publicado por la BBC News el 28/09/2021
Escribió: Gustavo Giménez
Cuando la alimentación es un negocio…
¿Sabemos qué comemos? ¿A qué alimentos accedemos? ¿Existe la dieta saludable?
Hay oferta exorbitante de comida. Variedad de marcas y precios en el mercado. Si ahondamos un poco se ve el uso de químicos, antibióticos y procesamientos en «los alimentos» responsables de enfermedades como el cáncer, la obesidad, y la diabetes. Siendo los sectores más pobres los que corren más riesgo.
«Ricos flacos y gordos pobres» es uno de los libros de la antropóloga especialista Patricia Aguirre. Ella explica cómo a lo largo de los años, la alimentación como actividad social cambió, llegando a que hoy haya una diferenciación de la alimentación donde las harinas refinadas, los azúcares y aditivos son para los sectores vulnerables en el afán de tener más saciedad. «…Vimos aparecer la comida de pobres y la comida de ricos…»1 en los últimos 30 años, la problemática nutricional que se veía en los hospitales periféricos del conurbano bonaerense era la desnutrición. Y lo que se ve hoy es la obesidad infantil. Esto no es sólo en la Argentina, sino que es un problema global».2
Es decir, hay una unidad entre la clase social, los datos de pobreza y la malnutrición.
Un problema a dos puntas
La malnutrición, sea por exceso o falta de ella, es un problema que está en el mundo y que tiene su fiel réplica en el país como resultado de la crisis económica que obliga a consumir alimentos de baja calidad y con publicidades que incentivan su consumo.
- Respecto a la obesidad en Argentina, el 40% de los niños tienen sobrepeso convirtiendo al país como uno de los principales con más obesidad en Sudamérica.3
- En los comedores infantiles, es el 40% de los chicos están desnutridos.
- Instituto Conin dice que dos de cada tres niños presentan algún tipo de malnutrición.4
Sobre transgénicos y ultraprocesados
La periodista Soledad Barruti hace una definición: los ultraprocesados no son comida, son productos comestibles. Explica: «Quitan lo más caro, que es la comida, y meten lo barato: saborizantes, aditivos, y rellenadores como soja o maíz de pésima calidad. Si te paseas por los pasillos del supermercado, todas las etiquetas tienen comida real en sus ilustraciones, frutas y verduras; pero los verdaderos ingredientes son almidón, saborizantes, azúcares, aceites y sal. Estas empresas tienen el mismo desafío que la empresa que vende zapatillas: que compres más, que seas un mejor consumidor.»5
La lógica capitalista es la que lleva a qué los alimentos estén ultra procesados, tengan colorantes y hasta antibióticos. Si pensamos en que sacando los ultraprocesados solucionamos el problema, aparecen los transgénicos y agrotóxicos, defendidos por el agronegocio que nos envenena hasta con frutas y verduras.
María Dolores Ralgón, doctora en Ingeniería Agrónoma de la Universidad Politécnica de Valencia,6 defiende la importancia de la agroecología y socializa algunos datos respecto a qué tipo de alimento deja la producción con agrotóxicos: «El equipo de la Universidad de Valencia ha recopilado series históricas elaboradas por laboratorios de investigación alimentaria como los de Geycy (Suiza) o el de Karlsruhe (Alemania) agregadas a investigaciones propias. Algunos ejemplos:
- El brócoli perdió desde 1985 55% de magnesio, 62% de ácido fólico y 73% de calcio.
- Papas, 78% de calcio, 48% de magnesio.
- Zanahorias: 24% de calcio, 50% de hierro, 75% de magnesio.
- Manzanas: 60% de vitamina C.
- Un jugo de naranja ecológico contiene 20% más de vitamina C que el agroquímico, sin provocar acumulación de pesticidas en el cuerpo.
En fin, si la comida está bajo el negocio capitalista sólo serán productos para la ganancia y no un alimento saludable. En ellos se esconden desde agrotóxicos, maltrato animal, antibióticos y variedad de químicos hasta la explotación de trabajadores precarizados. ¿Hay una salida posible a ello? Sí, la hay. En la próxima nota profundizamos.
Escribió: Leiza Benitez
- https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/ cash/17-3031-2007-06-24.html
- https://resumen.cl/articulos/antropologa-patriciaaguirre-la-comida-refleja-las-relaciones-sociales
- https://www.mdzol.com/sociedad/2021/8/19/ argentina-tiene-el-mayor-indice-de-obesidadinfantil-de-sudamerica-180277.html
- https://www.mdzol.com/sociedad/2021/5/28/ malnutricion-infantil-alarmantes-estadisticas-unlapidario-dato-de-conin-162060.html
Concentración monopólica
Los responsables de los precios cada vez más inalcanzables de los alimentos están en manos de una serie de empresas monopólicas. Veinte industrias elaboran el 80% de los alimentos y bebidas que se consumen. Entre ellas encontramos a Arcor, Molinos de La Plata, Dadone-La Serenísima, Adecoagro, Ledesma, Coca Cola, Nestlé, Mondelezex Kraft, Molinos Cañuelas, Morixe. Por otro lado, están las grandes cadenas de ventas que manejan el 65% de los productos que se consumen en el país, Coto, Carrefour, Cencosud, La Anónima, Walmart, entre las más grandes.
Algunas de las grandes cadenas tienen una producción vertical ya que intervienen en todos los aspectos del negocio, producción, transporte y comercialización.
La cadena alimentaria empieza en la producción. Allí nos encontramos con una gran concentración de la tierra, cada vez más importante. Según Mempo Gardinelli y Pedro Peretti en su libro La Argentina agropecuaria, 6.000 familias y sociedades (muchas extranjeras), controlan por propiedad o alquiler el 48% de la tierra cultivable, en la que obtienen grandes rindes por la combinación de la siembra directa más la utilización de transgénicos.
Un ejemplo de esta concentración, es que en el año 2020, en la producción y venta de aceite comestible, Aceitera General Dehesa, Molinos Río de la Plata y Arcor controlaron el 90% del mercado interno. Oleaginosa Moreno-Glencore, Vicentín y la Asoc. de Cooperativas Argentinas el 90% de las ventas al exterior. Controlan el precio y nos venden el aceite al precio que lo venden en dólares afuera y si no les conviene el precio local, desabastecen, especulan y acaparan esperando mejores oportunidades, presionando al mercado local para que absorba mayores precios.(1)
Una gran parte de estos pulpos agrupados en el Consejos Agroindustrial Argentino (CAA) es con quien el nuevo ministro de Agricultura Domínguez quiere lanzar el nuevo plan agropecuario. Sobran las palabras…
- Art. «Argentina: El dólar y el precio de los alimentos. La pinza agrofinanciera que propicia una hiperdevaluación» de Horacio Rovelli, publicado en Sin Permiso 09/05/2020.
Gustavo Giménez
Alimentos para todes saludables y accesibles
El debate por el etiquetado claro a puesto la consigna que da título de esta nota esta nota al orden del día. Es posible. Aquí, algunos ejes para lograrlo.
Un programa de emergencia
Es necesario garantizar el acceso inmediato a los alimentos necesarios a toda la población, en particular de la mitad que está por debajo de la línea de pobreza y no puede adquirir todos los productos saludables para sus familias. Para ello es necesario:
- Aumentar los salarios, jubilaciones y planes sociales al nivel de la canasta familiar en forma inmediata.
- Congelar el precio y eliminar el IVA de los alimentos de la canasta básica alimentaria.
- Aplicar la Ley de Abastecimiento a toda empresa que acumule y desabastezca los productos necesarios para el consumo popular.
Controlar, redirigir la producción y atacar la concentración monopólica
- La Nacionalización del Comercio exterior y la creación de organismos regulatorios como fueron la Junta Nacional de Granos o de Carnes, con control social, para dirigir la producción agropecuaria.
- Nacionalizar la hidrovía del Paraná como todos los puertos privados por los que se evaden controles y sale la producción del país.
- Por fuertes impuestos a las empresas monopólicas, altas retenciones a sus exportaciones, y segmentación de acuerdo a su tamaño, privilegiando a los pequeños productores con créditos y baja carga impositiva.
Por un cambio de fondo en la producción alimentaria
- Reforma agraria integral, expropiando a los terratenientes que concentran la tierra y a los grandes capitalistas del agronegocio, repoblando con agricultores el «desierto verde», poniendo bajo control obrero todas las fábricas ligadas a la producción agropecuaria.
- Nacionalización de la banca con control social para liquidar la especulación financiera y redirigir el crédito al desarrollo de un modelo productivo agro ecológico.
- Prohibición del uso de agrotóxicos, transgénicos y demás métodos extractivistas, reconvirtiendo los puestos de trabajadores destinados a estas actividades.
- Intervención estatal de todo lo que se produce para garantizar el comercio directo sin intermediarios capitalistas: del productor al consumidor impulsando la economía de proximidad.
- Impulso de la ciencia y la tecnología para el desarrollo de una producción agro ecológica.
- Educación socioambiental y alimentaria integral. Democratización de los medios de comunicación al servicio de la producción de alimentos como bienes comunes y no como mercancía.