León XIV se llama. Muchas personas tienen expectativas y toda la política y el sindicalismo tradicional mundial se desvive en elogios.
Respetamos la religiosidad popular y la libertad de ideas, no la hipocresía y doble moral de las élites. Y además, sinceramente, cabe preguntarse si hay razones para aplaudir o festejar algo de esta institución retrógrada y defensora irrestricta de este sistema que nos esta llevando a la barbarie y del nuevo jefe vitalicio de un Estado que es directamente medieval.
Primero, el dato no menor que al Papa lo eligen 133 cardenales, varones todos (obvio) y varios sospechados de abuso.
Además: ¿sabían que en el Estado Vaticano los trabajadores no se pueden casar sino los despiden? ¿Y que es obligatorio ser católico y que está prohibido militar en partidos políticos que no sean católicos? ¿Y que no hay derechos laborales, ni sindicatos, ni pagos de horas extra, ni indemnización, ni nada? ¡Hasta los tatuajes y los piercings están prohibidos!
¿Qué hay para festejar de una institución de homoodio, machismo y encubrimiento de pederastas? Para no hablar de la corruptela de la Banca Vaticana, lavadora de dinero sucio del narco y la especulación.
León XIV remite a León XIII el llamado Papa de “los trabajadores”, que el peronismo reivindica, que CFK salió a recordar en redes sociales. ¡Pero ese fue el Papa que militó contra la organización de los trabajadores en partidos socialistas y sindicatos! Un papa reaccionario y súper activo para impedir la independencia política de la clase obrera frente a la explotación capitalista.
En fin: con el pueblo que cree, en todo caso, respeto. Con los de arriba que posan para la foto, repudio. Para una institución que atrasa dos mil años, nada que festejar.