La semana pasada, con un clima previo de inflación descontrolada, corrida cambiaria con disparada del blue y extrema debilidad política para frenar la tremenda crisis económica, asumió Sergio Massa como súper ministro de economía. Con el aval de todo el FdT, concentra poder político para intentar cerrar la profunda crisis a favor de las corporaciones y la gran burguesía. Viene a profundizar el ajuste derivado de los acuerdos con el FMI. Ese es el contenido central de las medidas anunciadas apenas asumió, como analizaremos en este artículo.
Sin abundar en el salto en la crisis económica que precedió a su desembarco como ministro, su asunción vino precedida de una aceleración descontrolada de la inflación con remarcaciones del 20 al 30% por encima del ya habitual 5-6% mensual, combinada con una disparada casi sin techo del blue que superó el 150% del oficial y más de $ 100 en un solo día. Completaban el cuadro una corrida bancaria que ponía en peligro no ya la economía sino la estabilidad política. Fueron algunas de las claras señales que los especuladores y grandes grupos de poder le mandaron al gobierno para hacerle saber que el reemplazo de Guzmán por Batakis no los conformaba ni alcanzaba, necesitaban más garantías para sus negocios y ganancias. Un gesto de recomposición de la gobernabilidad al servicio de aplicar más y mejor el ajuste. Los sectores internos del FdT comprendieron que tenían que cerrar filas y jugarse con lo que muchos consideran la “última bala” para costurar la crisis. Y de allí el nombramiento de Sergio Massa como un súper ministro que concentre el poder de decisión en economía, finanzas, producción y relaciones con el imperialismo. Y, ahora, también la energía. Esa y no otra es la génesis de sus medidas, saben que probablemente no tengan otra oportunidad sin generar grandes confrontaciones con el pueblo trabajador. Precisamente por eso su ajuste es tan brutal y explícito, tan de cara a los mercados y las grandes corporaciones y de espaldas al pueblo y sus necesidades cada vez más acuciantes.
Detrás de los anuncios
Con su habitual verborragia Massa definió cuatro ejes para sus medidas: orden fiscal, superávit comercial, fortalecimiento de reservas (dijo para los de arriba) y desarrollo con inclusión (se acordó, por último para intentar complacer supuestamente a los de abajo). Veremos qué significan en realidad cada una de ellas para desentrañar de dónde parten y a qué apuntan. Veremos que, claramente, significan varias vueltas de tuerca en el ajuste que hace años sufrimos los trabajadores y el pueblo.
¿Qué significa el orden fiscal propuesto? Confirmó cumplir con la meta del FMI de bajar el déficit fiscal un 2,5%, cosa que se habría cumplido en el primer trimestre con Guzmán pero estaba comprometida en estos últimos meses por el déficit de balanza comercial y el gasto fiscal creciente. También aclaró que, con el fin de ahorrar hasta el último peso no se utilizarán “adelantos del Tesoro” en todo lo que reste de 2022. Esto llevará a baja de presupuestos en salud, educación, obras públicas y otros rubros de interés social.
También anunció un mayor congelamiento de la planta del Estado de lo anunciado pro Batakis. Es decir, no habrá nuevos nombramientos ni pase a planta de los contratados y precarizados en la administración pública.
Y quizás el punto nodal esté en la eliminación rápida, progresiva y total de los subsidios a la energía que se implica más de U$S 10 mil millones anuales, destinados a subsidiar a las empresas de servicios e importaciones de hidrocarburos. Es por supuesto una de las mayores exigencias del FMI también. Con la segmentación propuesta ya desde antes del Batakis, se habían ahorrado el subsidio en más de 4 millones de casas que, al sumar todos los ingresos del grupo familiar o ganar por encima de $ 350.000 quedaban excluidas del mismo. Pero esto fue insuficiente para el Fondo y para Massa, ahora quiere ir por los otros 10 millones de hogares, a los que sí les corresponde el subsidio. La trampa del nuevo ministro es que si gastan más de 400 kW/mes todo el excedente queda automáticamente excluido del subsidio. La consecuencia es clara, la inmensa mayoría pagará tarifas que se estiman en 3 veces superiores a las actuales, aunque la vendan como “promover el ahorro por consumo”. Un supertarifazo.
En cuanto al superávit comercial, hay que saber que en los últimos meses las importaciones aumentaron más que las exportaciones (44% vs 25%), mientras que en junio se registró un récord histórico e importaciones con compras por más de U$S 8.500 millones, lo que Cristina llamó festival de importaciones y ahora está en la mira de Massa, demostrando que mientras el 90% de los argentinos sufrimos la crisis más grave de los últimos años, un puñado de grandes importadores, a través de maniobras y permisos, sobrefacturaban importaciones, comprando con dólar oficial y vendiendo a dólar blue, con ganancias de más del 100%.
Pero la contracara de esto es que los grandes exportadores, sobre todos los relacionados con el agronegocio, no sólo hacían las consabidas maniobras de subfacturación, sino que incluso en los últimos meses se negaban a liquidar y vender la soja almacenada. Por supuesto para ellos, sólo tiene concesiones, así para este sector, el de la minería, producción de hidrocarburos y hasta para la economía del conocimiento anunció lo que denomina “regímenes especiales” que no son otra cosa más que un dólar más caro, o sea una devaluación encubierta para una gran masa de dólares que mueven estos sectores, no ya para el blue al que siempre tildan de marginal o poco significativo, pero que cumplió su función de presionar para devaluar el oficial, hasta ahora y en las primeras medidas, al menos lo está consiguiendo para todos estos grupos de poder económico. Y que motorizará aún más la inflación, que en julio será superior al 8% y para la cual Massa declaró que “no soy mago”.
¿Cómo pretende fortalecer las reservas? De manera muy clara y sencilla para él, dijo que con estas concesiones a los agroexportadores pensaba conseguir U$S 5.000 millones casi de inmediato, pero además que esperaría el desembolso del FMI, otros U$S 1.200 millones de organismos internacionales y unos U$S 700 millones de la CAF, además deslizó que tiene ofertas de otros grupos internacionales. Es decir que, en vez de aumentar las retenciones, exigir la liquidación de los dólares del campo, suspender los pagos de la deuda externa para hacer frente a la tremenda crisis, lo que Massa nos propone es más endeudamiento y mayores ganancias a las grandes corporaciones a través de un dólar especial y alto para ellos. En ambos casos el que termina pagando este festival de endeudamiento y ganancias extraordinarias es el pueblo.
Nada para los de abajo
Claro, ante tamaña transferencia de recursos hacia arriba, pretendió amortiguar los anuncios con algunas migajas, escasas y para pocos. Como de compromiso y para no quedar tan mal con la base electoral del Frente de Todos, el súper ministro anunció un bono para los jubilados y otro para los trabajadores que ganan menos de $150.000. Con la promesa vaga de una recomposición salarial en los privados a través de un acuerdo entre el Consejo Empresario y la burocracia sindical para alcanzar paritarias por encima del 60% que se firmaron hace pocos meses. Una burla frente a una inflación esperada superior al 80% anual. Y frente al reclamo creciente de reapertura de paritarias y salario acorde a inflación.
Lo peor sin dudas viene para los sectores más vulnerables, a los que dijo prestaría atención para luego especificar que pretende avanzar en la quita de los planes sociales a expensas de una promesa irrealizable de cambiarlos por trabajo genuino. Junto con el intento de cercenar el derecho al manejo democrático de la ayuda social mediante auditorías que habiliten masivos recortes. Avanzar también por el camino ya propuesto por Cristina de eliminar a las agrupaciones y organizaciones de desocupados, con la excusa que es el propio Estado el que debe garantizarlos, lo que llevó incluso a fuertes roces con referentes de desocupados de su propio espacio como los que manifestó abiertamente Grabois apenas pronunciado el discurso.
Este cambio cualitativo en las relaciones de poder y verdadero giro a la derecha, tiene el aval de todo el Frente de Todos. Hay que pararle la mano a este nuevo y brutal ajuste sobre el pueblo y dar vuelta todo, para que la crisis la paguen los capitalistas.