martes, 5 noviembre 2024 - 07:20

La Plata. Seis meses sin Lito Costilla, otra víctima de la Bonaerense

Se cumplen 6 meses del asesinato en manos de la Policía Bonaerense de Lito Costilla, un joven delivery de la ciudad que tenía 28 años.

En el día de ayer acompañamos a familiares y amigues de Lito Costilla movilizando desde Plaza Italia a la Unidad Fiscal n° 10, donde Carlos Alpino Vercellone lleva la investigación, para exigir juicio y castigo a los responsables. De la marcha y acto participaron también Marta y su esposo, los papás de Lucía Pérez.

La familia del joven Lito denuncia a la Bonaerense de Berni e identifican como encubridores a toda una línea de funcionarios que responden al intendente macrista Julio Garro, demostrando una vez más que no existe grieta para la represión y el gatillo fácil.

El caso

El 7 de octubre de 2020 en el barrio de Tolosa, La Plata, Lito festeja su aniversario en familia. Salió en su moto a llevar a un amigo a su casa y nunca regresó.

Su familia se entera por una vecina. Lito se encontraba muerto en la calle, apenas a unas cuadras de distancia de su casa.Al llegar al lugar, los policías le dan una versión falsa de los hechos, calificando lo ocurrido como un accidente, explicando que Lito conducía a alta velocidad, tomó un pozo y fue despedido por el impacto; que los policías se acercaron al lugar ante el aviso de un vecino.

Lito era delivery y conocía muy bien la zona. La familia dudó inmediatamente de esta versión y comenzaron a hacer preguntas, a buscar las grabaciones de cámaras de la zona y entrevistarse con testigos.

De esta manera se dieron con que Lito era perseguido por los policías Mauricio Rodríguez Medina, Ceferino Sergio Martínez y Damián Aquino, quienes se transportaban en dos unidades de la División Motorizada de la Policía Bonaerense. La persecución quedó grabada por distintas cámaras de seguridad, también cómo los agentes apagaron las luces de los vehículos y cómo ingresan a contramano.

Según el testimonio de un vecino, Lito fue empujado mientras su moto estaba en movimiento y luego golpeado en el piso por los policías.

Hubo tres peritos que analizaron la escena y llegaron a la misma conclusión: el impacto solo pudo ser posible por una fuerza externa que impulsó a Lito, ya que la motocicleta no superaba los 30 kilómetros por hora al momento de la caída.

Algunas preguntas que se hace Dai, hermana de Lito: ¿Cómo es que tiene rota las costillas del lado opuesto al que cayó? ¿Cómo puede ser que tenga roto el tabique pero que nunca se le haya salido el barbijo? ¿Por qué nunca modularon por radio los policías de la persecución?

La familia de Lito nos cuenta que él sufría un constante hostigamiento por parte de la policía, que le pedían coimas, que le robaban la comida o la recaudación del reparto.

Hoy la causa tiene la carátula de homicidio culposo, lo que supone que no existió la intención de matar por parte de los homicidas, sino simplemente un accionar imprudente. Pero no parece nada imprudente y sí bastante intencionado el empujar a un motociclista en movimiento y luego golpearlo en el suelo.

El encubrimiento y el problema de fondo

Desde el mismo momento del deceso, los policías comenzaron a construir una coartada, ajustando la versión falsa de los hechos que darían a conocer. Pero cometieron numerosos errores, ajustando sus declaraciones a nuevos hechos que fueron saliendo a la luz. Apelaron a altos mando de la Departamental que siguen actuando para entorpecer la investigación.

Según algunas versiones, estos policías integraban una banda delictiva al interior de la fuerza, que se encargaba de recaudar para ellos y para altos mandos, vinculados al narcotráfico y bastante entrenados en la exigencia de coimas y la extorsión a laburantes como Lito.

El comportamiento corporativo, actuando para salvar a los homicidas, asciende desde la comisaría local, la Departamental y altos funcionarios municipales y provinciales, y no se trata de una actitud que solo encontremos en el caso de Lito; lo vimos también ante la desaparición forzada seguida de muerte de Facundo Astudillo Castro y otros. Esto nos lleva a afirmar que no es un problema de “algunas manzanas podridas”, el problema es toda la institución.

El problema de fondo radica en algo muy simple que explicó la hermana de Lito ayer ante el cordón policial: nos enseñan desde la niñez que la policía nos cuida, pero eso no es cierto. La policía, como todas las fuerzas represivas del Estado, responde a los intereses de la clase social que tiene el poder. Esa clase social son los empresarios argentinos, los internacionales y la casta política que los representa. Así, la policía nunca encarcela empresarios cuando estos despiden, tampoco a funcionarios que vacunan a sus amigos en lugar de a los esenciales, reprimen a jubilades en protestas, pero nunca a quienes les recortan sus haberes. Y así podríamos dar miles de ejemplos más.

La represión policial como política de Estado

En medio de la cuarentena, el gobierno nacional y el gobernador bonaerense Kicillof, anunciaron el lanzamiento del Plan de Fortalecimiento de la Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, con una inversión de $38 mil millones y la incorporación de más de 10 mil nuevos efectivos policiales que se sumaron a los ya existentes 96 mil. ¿Por qué en medio de la pandemia se invierte tanto en la Policía Bonaerense en desmedro de otras áreas realmente esenciales como la salud? La respuesta es que necesitan prepararse. La conflictividad social es alimentada por la combinación de las crisis sanitaria-social y económica. Los gobiernos no tienen respuestas sociales ni económicas al problema de la falta de vivienda y la suba de alquileres, por eso se prepara para desalojar violentamente, como lo vimos en Guernica; no tienen respuesta social para la inflación, por eso se preparan para reprimir las protestas por aumento de jubilaciones, planes y salarios; no tienen respuestas sociales ante los despidos, por eso se preparan para seguir reprimiendo a la clase trabajadora, como lo vimos con los despidos de Penta y tantos otros.

La propia orientación del gobierno nacional, los gobiernos provinciales y municipales de depositar el control de la cuarentena en las fuerzas represivasen lugar de personal civil, ha enmascarado la impunidad y el accionar represivo en nombre de una supuesta política sanitaria.

Así los números demuestran que los casos de asesinatos en manos de agentes de las fuerzas armadas han pegado un salto desde la publicación del DNU 297/20 de la cuarentena.Según informa CORREPI, en 2020 hubo 411 asesinatos en manos de agentes del Estado. De estos, 348 fueron durante la cuarentena, período durante el cual hubo un asesinato cada 16 horas.

Al 15 de febrero de este año, la gestión de gobierno actual registra un total de 448 muertes, distribuidas en 115 fusilamientos de gatillo fácil, 285 muertes en cárceles y comisarías, 19 femicidios y travesticidios relacionados de uniforme, 4 desapariciones forzadas seguidas de muerte y otras modalidades como consecuencia de otros hechos delictivos de las fuerzas.

Sin lugar a dudas, esta ola de asesinatos seguirá contando con un manto de impunidad y entorpecimiento delas investigaciones mientras se sostenga la figura de Berni en el ministerio más mafioso que tiene la provincia.

Nuestra propuesta

Por todo esto, desde el MST en el Frente de Izquierda Unidad sostenemos que es imposible reformar a la policía, que hay que disolver la Bonaerense y pasar a una política de seguridad preventiva, no represiva, con control y participación activa de la clase trabajadora en sus barrios.

La Justicia también es parte del problema. Hay que impulsar la elección directa y revocabilidad de jueces y fiscalesa través del voto populary los juicios por jurado.

Toda política de seguridad tiene que partir de impulsar el mayor acceso a los derechos sociales elementales con trabajo genuino, condiciones de estudio, esparcimiento y desarrollo integral de las personas. Pero claro, los partidos que defienden este sistema son incapaces de asegurarnos una vida digna. Por eso queda en nuestras manos, las manos de los familiares de las víctimas, de los organismos de derechos humanos, organizaciones sociales, barriales, feministas, ambientales y la izquierda, construir esa salida de la grieta.Una salida por izquierda.

Cele Gaitan y Leonel Acosta

Fotos: Cele Gaitán

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