La Plata. Marcha por el fin del genocidio y por la liberación de Cele Fierro y toda la Flotilla

Este sábado 4 de octubre cientos de personas marcharon en La Plata desde la Plaza Moreno hasta la Plaza San Martín para exigir el fin del genocidio en Gaza y la liberación inmediata de los activistas secuestrados por el ejército israelí, entre ellos la diputada del MST Frente de Izquierda Cele Fierro. La movilización fue organizada por el Comité de Solidaridad y Acción por Palestina, del cual el MST forma parte, y expresó además el rechazo al alineamiento del gobierno de Javier Milei con el régimen de Netanyahu.

Antes de salir de Plaza Moreno se realizó una barrileteada y durante el recorrido, los manifestantes realizaron escraches frente a Starbucks y McDonald’s, denunciando a estas multinacionales por su complicidad y financiamiento al sionismo. Las calles resonaron con cantos y banderas que exigían alto el fuego inmediato, fin de la ocupación y justicia para el pueblo palestino, conectando la lucha internacional con la responsabilidad política del gobierno argentino en el escenario actual.

Al contrario del mito difundido para justificar crímenes de guerra, Israel no es “la única democracia de Medio Oriente”. Muy lejos de eso: se trata de un Estado artificial, teocrático y genocida, creado como una extensión de los intereses imperialistas británicos y estadounidenses, y sostenido hasta hoy por ellos.

La importancia de acciones como la Flotilla Sumud Global

La escalada del genocidio en Gaza ya lleva casi dos años, y durante gran parte de este tiempo la tragedia de todo un pueblo parecía no captar la atención de un sector significativo de la población mundial. Crecimos y fuimos educados para aceptar como algo “normal” que siempre exista algún conflicto en el llamado Medio Oriente, presentado casi siempre bajo la simplificación de disputas religiosas.

Esa narrativa, sumada al bombardeo constante de imágenes desgarradoras de cuerpos mutilados y al conteo creciente de muertos, muchas veces provoca un efecto de insensibilización. Los palestinos terminan convertidos en víctimas de una “guerra que nadie recuerda cuándo empezó”, y la distancia, sea geográfica, cultural o política, dificulta la identificación con quienes caen cada día frente a las cámaras o, peor aún, en el silencio fuera de ellas.

En este contexto, cada gesto que rompa esa indiferencia es fundamental. El reconocimiento del Estado palestino por parte de varios países europeos es una de las consecuencias visibles de esta creciente atención internacional. No obstante, aunque ese reconocimiento representa un avance simbólico, también implica aceptar la existencia del Estado sionista, lo cual deja claro que todavía está lejos de ser una solución justa. Aun así, constituye un paso en la construcción de un futuro posible para los palestinos, donde su derecho a existir no pueda ser negado.

Y aquí radica el principal efecto de la Flotilla: extender la solidaridad con Gaza más allá de las fronteras, llevarla a los hogares y las conciencias en todo el mundo. No es únicamente un barco que desafía un bloqueo, sino una herramienta que rompe el cerco de la indiferencia y recuerda, una y otra vez, que Gaza no está sola.

No es solo por la Flotilla

La Flotilla Sumud Global, al igual que las que la precedieron y las que probablemente vendrán, es una herramienta de doble filo: intentar romper el bloqueo ilegal impuesto por Israel y visibilizar los crímenes que el sionismo comete día tras día. Y, aunque uno de esos objetivos no se haya alcanzado, las reacciones de pueblos en diferentes países muestran que los valientes activistas lograron dirigir los reflectores hacia lo que muchos preferían ignorar.

El genocidio palestino nunca había sido tan discutido desde su inicio, e Israel se encuentra cada vez más aislado.

Sin embargo, no podemos perder de vista el riesgo de que quienes trabajan para frenar el genocidio terminen recibiendo más atención mediática que el propio crimen que intentan visibilizar. Acciones como esta no deberían convertirse en el foco exclusivo, porque las verdaderas víctimas del genocidio que lleva más de 70 años en curso son otras. En palabras del poeta palestino Mosab Abu Toha:

“No se puede ignorar que los valientes humanitarios a bordo de la flotilla, que arriesgaron sus vidas para entregar la ayuda que sus propios gobiernos no les proporcionaron, aún cuentan con esos mismos gobiernos para luchar por ellos cuando son capturados ilegalmente en el mar.

Nosotros, los palestinos en Gaza, carecemos de esa protección.

Cuando desaparecemos, ya sea sacados de camas de hospital, enterrados bajo los escombros de nuestras casas o quemados vivos en tiendas de campaña improvisadas, nos desvanecemos sin dejar rastro.

Mi corazón está destrozado por mi pueblo: borrado sin nombres, sin fotos, sin tumbas y sin medios de comunicación.

Una vez que se han ido, se han ido”.

No se trata de minimizar la acción de las Flotillas, sino de mantener la mirada en lo que importa más, incluso para los propios activistas secuestrados.

Todos los ojos en la Flotilla, pero también todos los ojos en Gaza.

Contra la indiferencia: Gaza no está sola

Frente a la magnitud del genocidio, es fácil caer en la apatía o en la sensación de que nada puede hacerse. Esa parálisis es justamente lo que buscan quienes sostienen la ocupación y el exterminio: un mundo que mire hacia otro lado mientras Palestina arde.

Pero cada marcha, cada flotilla, cada escrache y cada voz que se levanta contra la barbarie rompe ese cerco de silencio. La historia demuestra que sólo la movilización popular, sostenida e internacionalista, puede torcer el rumbo y abrir caminos hacia la justicia.

Gaza no está sola. Y mientras existan pueblos que se movilicen, que exijan el fin del genocidio y que se nieguen a aceptar la normalidad de la muerte, habrá esperanza de que Palestina libre, laica y socialista.

Marcela Gottschald

Otras noticias

Somos un medio de y para los trabajadores
No tenemos pauta ni aportes de empresarios

Si valorás nuestra voz, sumate a bancarla

Colaborá con nosotros