El domingo pasado vecinas y vecinos del barrio El Toboso se vieron afectados por la presencia de un plaguicida en el aire. Algunos pocos pudieron autoevacuarse, mientras la gran mayoría sufrió el contacto con el nocivo producto. Desde la Red Ecosocialista MST nos acercamos al lugar y dialogamos con vecinas afectadas. Les compartimos una crónica y reflexiones al respecto.
La afectación tuvo lugar en la localidad de Lisandro Olmos, partido de La Plata, en una zona de quintas ubicada en calle 39 entre 213 bis y 214. Allí se llevó adelante una fumigación, aparentemente con un fungicida en base a Clorotalonil y Cimoxanil en un terreno que cuenta con diez invernaderos, separados por apenas diez metros de las viviendas más próximas.
La alarma se encendió cuando los vecinos percibieron un fuerte olor e inmediatamente presentaron síntomas como irritación, ardor en los ojos, dificultad para respirar, ardor y sequedad en la garganta, náuseas. Ante la grave situación, algunos pocos vecinos pudieron autoevacuarse en medio de la noche hacia hogares de familiares en otros barrios. La gran mayoría permaneció en vigilia hasta la llegada de las autoridades civiles al día siguiente.
El arribo de la Policía ecológica al lugar derivó en el labrado de un acta al propietario de los invernaderos y la posterior denuncia radicada en fiscalía.
Cabe recalcar la ausencia del Estado y la falta de respuesta por parte de las autoridades provinciales y municipales competentes. Las vecinas que logramos entrevistar denuncian la falta de información sobre el impacto de las fumigaciones en la salud y nula asistencia médica brindadas por los funcionarios.
Entre la población afectada se encuentran niños, mujeres embarazadas y personas bajo tratamiento oncológico.
No es una quinta, es todo el modelo productivo
El modelo de producción agrícola que predomina es el llamado “convencional” que se caracteriza por un uso intensivo de los recursos naturales, además conlleva un uso masivo de insumos químicos, que traen asociados diferentes consecuencias desde un punto de vista ambiental, social, económico, productivo y cultural.
Actualmente existe conocimiento social del impacto que implica el uso y la exposición a plaguicidas sobre la salud de la población y el ambiente. Aunque muy pocas personas saben de forma certera sobre los riesgos de exposición a estos productos, y por ende se generan accidentes y contaminación en diversos lugares.
Estos agroquímicos diseñados para matar seres vivos, si llegan a las personas o lugares donde éstas viven pueden causar mucho daño tanto ambiental como en la salud.
¿Qué agroquímico se utilizó en El Toboso?
El fungicida en cuestión es conocido por su nombre comercial “Strike”. El fabricante recomienda aplicarlo al suelo, pero siempre una porción termina en la atmósfera. Tal fue el caso que terminaron fumigando a todos los vecinos del barrio el Toboso. Además, el hecho fue potenciado por los pocos vientos que había y el fenómeno meteorológico conocido como inversión térmica, que provoca que las partículas del químico queden más tiempo en el aire.
Este agroquímico, al igual que muchos otros, actúa por contacto, por inhalación o por ingestión y puede resultar nocivo de cualquiera de estas formas. “Strike” es un polvo humectable fungicida de aplicación foliar, no sistémico, con capacidad de traslocación local, y acción por contacto. Está formulado con Clorotalonil y Cymoxanil, compuestos sumamente peligrosos, que se aconseja manejar como carcinogénicos y que al contacto puede irritar ojos y la piel.
Según la ficha de seguridad, tal como lo dispone la Organización Mundial de la Salud, este producto resulta “poco peligroso”, algo que no pareció observarse este fin de semana con la fuerte afectación que sufrieron decenas de vecinos.
Algunas reflexiones
‘Todos son responsables’. Y sin embargo sabemos que detrás de ese todos, así, sin jerarquización ni ponderación, en realidad se esconde un ninguno. … Fragmentación, tarea técnica y disolución de responsabilidades…” (La Ciencia sin freno, Guillermo Folguera).
Y acá todos dicen, pero nadie habla. Todos escuchan, pero nadie empatiza. Todos figuran, pero nadie interviene. Llegaron las cámaras, llegaron los trabajadores del Estado y, aun así, no llegó el acompañamiento, ni la atención médica, ni la información. Porque nadie previene, nadie transmite, nadie explica. Y las familias se van a dormir con mil preguntas que esperan alguien les responda, que a alguien le importe. Esos repetitivos “nadie” y “alguien” donde deberían estar ocupando lugar los gobiernos.
Hay que involucrarse y cuestionar a fondo. Nada es azaroso cuando se trata de negocios: Retener el saber para unxs pocxs, dar pantallazo de presentismo cuando en realidad están ausentes, explotar las tierras y los mares a costa de contaminarlo todo.
Hay que empezar a preguntarse qué modelo de producción y consumo queremos, seamos productores o consumidores. Qué alimento queremos comer, qué agua queremos tomar, qué educación queremos recibir. Luchar por los derechos laborales, por el acceso a la tierra y por un sistema de salud sólido es luchar por la libertad de decidir, de tener autonomía y vivir con dignidad.
¿Mal uso o mal desarrollo? Cambiar todo el modelo
Nos quieren convencer que en estas quintas y en los campos actualmente se producen alimentos ¿Cómo puede considerarse alimento a un cultivo que requiere altas dosis de veneno aplicadas a lo largo de todo su proceso productivo? ¿Cómo pretenden convencernos de su supuesto carácter inofensivo para la salud y el ambiente, si para aplicar estos productos se requiere la misma protección que para manipular productos cancerígenos? ¡¿Si varios de estos componentes son catalogados como cancerígenos?!
Existe un fuerte mito difundido por los productores de estos agrotóxicos que afirma que sus productos son inofensivos “siempre y cuando se apliquen de forma y en cantidades recomendadas”. Pero esto es una antonomasia: un veneno no pasa a ser inofensivo si se aplica con la protección adecuada; sigue siendo igualmente letal, pero su letalidad no llega a afectar al aplicador gracias a la protección recomendada. De igual manera, si el veneno se aplica en dosis más bajas, nunca se deja de aplicar veneno.
Lo que este mito y todo el marketing del mundo pretenden ocultar es que existe otra manera de producir en el campo, sin agrotóxicos ni transgénicos, de manera agroecológica y ofreciendo trabajo genuino y salud a las comunidades. Pero este otro modelo es inconcebible dentro de la lógica capitalista donde prima la ganancia de los propietarios de la tierra, de los comerciantes y de las empresas productoras por encima del derecho a la salud, al ambiente sano y a la alimentación de calidad.
Lxs ecosocialistas del MST en el Frente de Izquierda Unidad levantamos un modelo de producción agrícola que parta de una reforma agraria para redistribuir la tierra, terminando con los monopolios del campo y los pooles de siembra; donde lo que se produzca y la forma de hacerlo sea deliberado democráticamente por las comunidades y en función de las necesidades sociales, no de la ganancia privada. Para estas y otras medidas es necesario que ante la actual crisis política y social que sufrimos, sea el pueblo trabajador el que decida todo. Por esto exigimos el llamado a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana para refundar el país, y hacer que la crisis la paguen los capitalistas, no los trabajadores ni la naturaleza.
Al servicio de esta lucha y muchas otras, ponemos el llamado a una Audiencia pública en defensa del ambiente el próximo viernes 19 de agosto a las 11horas en el Anexo de la Legislatura bonaerense. Enterate de todo y anotate para participar aquí.
Mirá la entrevista a las vecinas aquí:
Autores:
Santiago Aguilar Ferra
Nuria Sosa
Yanella Centurion
Leonel Acosta