La economía en tensión. Salarios y consumo en caída marcan el clima electoral

Mientras el gobierno exhibe la baja de la inflación como logro, los bolsillos siguen ajustados. Caen los salarios reales, crece la informalidad y el consumo no repunta. A pocos días de las elecciones, el malestar económico amenaza con volverse voto castigo.

Salarios en baja y más empleo precario

El panorama económico previo a las elecciones refleja el pulso desigual de la gestión libertaria. Aunque el equipo de Javier Milei celebra la estabilidad cambiaria y la desaceleración de los precios, la realidad cotidiana de trabajadores, jubilados y familias se deteriora: los ingresos pierden frente a la inflación, el empleo formal se estanca y el consumo masivo se retrae.

Desde noviembre de 2023, cuando asumió Milei, los salarios totales cayeron 5,25 % en términos reales. Los empleados públicos son los más afectados, con una pérdida del 14 %, mientras que los privados registrados casi empataron la inflación, aunque sin mejoras.

La tasa de desempleo trepó al 7,6 % —la más alta desde la pandemia— y el empleo informal ya alcanza al 43 % de los trabajadores. En paralelo, se destruyeron más de 60 000 puestos registrados, reflejo del enfriamiento de la economía real.

Jubilaciones: los más golpeados

El ajuste también recae sobre los jubilados. La mínima perdió cerca del 5 % de poder adquisitivo y el bono extraordinario de $70 000 lleva más de un año congelado. Los haberes medios, sin bono, tuvieron un leve repunte del 10 %, pero el recorte en servicios sociales y sanitarios compensa cualquier mejora.

Desde 2017, el sistema previsional arrastra una pérdida del 41 % en términos reales, lo que profundiza la desigualdad entre quienes cobran la mínima y los sectores con mayores ingresos.

Consumo y pobreza, señales del desgaste social

El consumo masivo, uno de los termómetros más sensibles del humor social, muestra una caída interanual del 4,4 % en supermercados. Aunque el promedio general de consumo mejoró levemente (+4,4 %), la brecha entre sectores crece: las familias de menores ingresos gastan cada vez menos en alimentos y servicios básicos.

La pobreza alcanza al 31,6 % y la indigencia al 6,9 %, mientras la morosidad de los hogares llegó al nivel más alto en 15 años.

El voto del bolsillo, eje de la disputa

Con el poder adquisitivo en retroceso y el desempleo en alza, el “voto del bolsillo” se consolida como el eje de las elecciones. En el conurbano bonaerense, epicentro del impacto del ajuste, se anticipa un voto condicionado por la pérdida de ingresos y la caída del consumo.

Aunque el Gobierno confía en que la baja de la inflación genere una percepción de alivio, los datos sociales muestran una economía aún lejos de la recuperación.

El equilibrio entre estabilidad macro y bienestar cotidiano será, finalmente, el juez más severo de la gestión libertaria.

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