Como una muestra cabal de su decadencia y en un hecho con pocos antecedentes históricos, la burocracia sindical elogió y se reunió con el embajador norteamericano. Dirigentes de la CTA T y de la CGT en diferentes oportunidades llegaron al bochorno de reunirse con Marc Stanley, representante del imperio saqueador en Argentina.
Este martes por la tarde y a través de un tuit, el embajador de los Estados Unidos en Argentina elogió el rol de los sindicatos “para proteger los derechos de los trabajadores” y la importancia que tienen para “construir una economía sólida”, mientras aparecía en la imagen junto a Roberto Baradel, secretario general del SUTEBA y Hugo Yasky, secretario general de la CTA- T y diputado nacional del FdT.
Nada más lejos de la realidad que esos elogios para con estos traidores. Mientras Baradel se reunía con Stanley la docencia bonaerense estaba de paro por la reapertura de paritarias y un salario igual a la canasta familiar. Ni hablar de Yasky, quien la noche anterior estuvo en el programa Opinión Pública en Canal 9 elogiando el ajuste de Massa, diciendo que “está tomando medidas que son necesarias para que el país económicamente no vuele por los aires, aunque sean medidas dolorosas”, coherente con su genuflexión ante el que hace unos meses había tildado de “virrey”. El mismo que desde el Frente de Todos llaman Juan Domingo Biden, atribuyéndole un supuesto rol de defensor de la sindicalización de los trabajadores.
Por su parte, por si algo más faltara, Pablo Moyano -co-secretario general de la CGT- dijo en el programa Desiguales de la Televisión Pública que un mes atrás estuvo con el embajador Stanley y agregó que “el embajador de los Estados Unidos es más peronista que muchos de los nuestros”.
La burocracia sindical de nuestro país corre todo el tiempo más alla del límite del cipayismo. Hay que dejar en claro que ni la CGT ni las CTAs cumplen el rol de defender a los trabajadores, ni el de “fortalecer una economía sólida” para los de abajo. Por el contrario, son los garantes de que se pague una deuda ilegítima y fraudulenta al FMI mientras se ajusta de manera sistemática a las mayorías populares. Son quienes pactan con los empresarios y el gobierno que garantizan que el salario mínimo esté en la mitad de lo que hoy cuesta una canasta familiar para no estar debajo de la línea de la pobreza. Son los que cacarean que la democracia está en juego y que han llegado a elucubrar que había un golpe de Estados en marcha contra el gobierno mientras se juntan con quienes durante toda la historia reciente en nuestro país orquestaron los golpes de Estado, la embajada yanqui.
Está burocracia podrida no va más, urge barrerlos de los sindicatos y darle lugar al activismo joven, combativo y de izquierda que surge en los sindicatos para poner en pie una nueva dirección combativa y contruir un modelo sindical distinto, independiente, democrático y para la lucha, que esté al servicio de las necesidades de los trabajadores y las mayorías populares y de impulsar la movilización. Un sindicalismo que, en lugar de someterse a los partidos patronales, se pongan también al servicio de construir la herramienta política de izquierda que hace falta para que de una vez por todas gobernemos los que nunca gobernamos, las y los trabajadores.