Fátima Belén Barrios era travesti y trabajadora sexual. Tenía 29 años cuando el domingo 18 de julio, en la subcomisaría del Barrio Guadalupe, en la capital de Formosa, fue asesinada por la policía provincial. Tras las denuncias de algunos vecinos se la habían llevado detenida y, ante el reclamo de la familia, la respuesta de la policía fue: “Está muerta”. El cuerpo de Fátima se encontraba lleno de golpes y cortes.
De este modo, en Formosa y las otras provincias del país, todos los días seguimos contando compañeras trans muertas en manos del transodio y la discriminación de clase y de género. Fátima es otro duro y triste ejemplo de la principal violencia institucional cotidiana hacia el colectivo travesti-trans: la policial. Repudiamos a la yuta de Gildo Insfrán, eterno gobernador del peronismo feudal de Formosa, y exigimos el castigo a los responsables directos y políticos del asesinato de Fátima. De poco sirve un DNI no binario que te reconozca la identidad si la cana te sigue quitando la vida.
Es necesario que se efectivicen medidas para revertir la exclusión social y la violencia que padece la comunidad trans, lo que incluye disolver estas policías y crear una nueva seguridad preventiva y no represiva. Exigimos la aplicación real del cupo laboral trans-travesti, en todo el país y sin precarización. También, que se trate y apruebe la Ley Integral Trans para brindar soluciones de inclusión en todos los ámbitos de la vida del colectivo: vivienda, salud, educación, trabajo y asistencia social. Y terminar de eliminar los códigos contravencionales que criminalizan el trabajo sexual o prostitución.
Micaela Escobar