En jornadas sucesivas del 20 al 27 de Julio de 1976, tras la puesta del sol y en la oscuridad propiciada por cortes intencionales en el suministro eléctrico, el ejército con la estrecha colaboración logística y operativa de la Empresa Ledesma desató una cacería que duró varias noches, efectuándose más de 400 secuestros en todo el departamento de Ledesma, Jujuy, con un saldo final de 33 desaparecidos.
A 48 años, este no es un aniversario más ya que ocurre al mismo tiempo que enfrentamos a un gobierno que oscila entre la simpatía y la reivindicación directa de la última dictadura militar, con sus métodos de tortura y exterminio contra el activismo y los trabajadores. Aquellos “rebeldes”, que la explotadora corporación Ledesma intentó callar en esas noches de terror, y que hoy, “reencarnados”, se encuentran en la primera línea en contra del ajuste, el saqueo y represión libertaria.
Hace tan solo unos días trascendió que un grupo de diputados libertarios organizaron una escandalosa visita al genocida Alfredo Astiz, ideólogo de los vuelos de la muerte, y a otros militares recluidos en el penal de Ezeiza por delitos de lesa humanidad, con el objetivo de tratar por su prisión domiciliaria.
Memoria, verdad y justicia es sostener la cárcel común para los genocidas, y lograr la condena de todos los responsables civiles, militares, eclesiásticos, burócratas sindicales y empresariales, involucrados en la represión ilegal, la tortura, desaparición y muerte durante la última dictadura militar.
1976: El golpe militar fue un golpe del capitalismo
El caso de la Noche del Apagón es emblemático porque expone los fundamentos de la dictadura militar: un régimen para aplastar a la vanguardia obrera y estudiantil en ascenso, que enfrentaba a las patronales, burocracias sindicales, gobernadores y al gobierno nacional de Isabel Perón y el PJ, de punta a punta en todo el país.
No fue una aventura militar, fue un régimen impuesto por medio de la violencia estatal del ejército y las fuerzas represivas (policía provincial, la Federal y Gendarmería), legitimado por la cúpula eclesiástica, con el apoyo del imperialismo yanqui y con el patrocinio -y al servicio- del empresariado nacional / trasnacional.
Ese es el fundamento de la colaboración entre la corporación Ledesma, el ejército, policía y gendarmería, durante la última dictadura militar en la represión ilegal contra activistas obreros, estudiantes y adversarios políticos en Libertador y Calilegua. Por eso, en aquellas noches, la Empresa Ledesma dirigida por Carlos Blaquier, quién fuera uno de los hombres más ricos de nuestro país, puso a disposición todos los medios a su alcance. Provocando cortes en el suministro eléctrico, que en ese entonces administraba, poniendo a disposición caminos, vehículos y personal, y desde ya, delatando a los obreros “indeseables” por sus actividades sindicales.
La lista de detenidos incluía a trabajadores del Ingenio, hijos y familiares de obreros, docentes, profesionales, estudiantes y militantes políticos. Secuestrados de forma cobarde, en la oscuridad, fueron llevados a distintos centros clandestinos de detención en la Provincia de Jujuy, donde fueron interrogados y torturados. Una treintena de ellos continúan desaparecidos.
Carlos Blaquier (presidente de la empresa por ese entonces) y Alberto Lemos (su gerente administrativo), fueron procesados por su participación en los hechos, pero numerosos procesos judiciales truncos, garantizaron su impunidad. Finalmente Blaquier murió impune el 13 de Marzo de 2023.
Por el contrario, sí se ha logrado juzgar y condenar, en una lucha que duró décadas, a algunos de los responsables policiales y militares de la represión ilegal, por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar en nuestra provincia.
Para conocer con más detalle las peripecias detrás de los secuestros, desapariciones y la lucha por la verdad, memoria y justicia, recomendamos la lectura del testimonio de nuestra compañera “Rita” Eublogia Cordero de Garnica (ver). Fallecida en 2017, fue secuestrada ilegalmente en 1976 junto a sus hijos, por las actividades sindicales de su marido, fundador del Sindicato Azucarero de Calilegua, y luego liberada.
Ella, como otras madres, luchó incansablemente hasta el último aliento por justicia para sus hijos, Miguel Ángel Garnica y Domingo Horacio, de 20 y 23 años respectivamente, secuestrados y asesinados durante esas jornadas de la Noche del Apagón. En su estadía en el penal de Gorriti, luego de su paso tortuoso por el centro clandestino de detención de Guerrero, fue interrogada por José Miguel Medina, en esa época obispo de Jujuy, y luego trasladada a Buenos Aires.
Continuemos la lucha de los compañeros detenidos-desaparecidos
Sí, Blaquier murió impune. Pero alcanzar la justicia es un ideal que trasciende a las personas y a los hechos puntuales. Por eso, mientras seguimos luchando por castigo para cada uno de los genocidas y sus cómplices, debemos tomar como propia la lucha de los compañeros detenidos-desaparecidos y llevarla al triunfo.
Cuando por fin derrotemos a los Blaquier, a los Milei, al modelo extractivista de muerte, explotación y saqueo que dio lugar a tan sangriento genocidio; cuando finalmente los trabajadores y las comunidades seamos dueños de los valles y de la caña, habremos logrado entonces justicia definitiva. En este nuevo aniversario de la Noche del Apagón, los socialistas del MST en el Frente de Izquierda – Unidad te invitamos a dar esa pelea.
Juan Russo
Referente Juventud Socialista / MST Jujuy
Frente de Izquierda Unidad