El “como si” del gobierno es alarmante. Los recientes anuncios muestran una vez más que no se atacan las causas de los incendios, más bien se busca desviar la atención. La llegada del grupo Albatros viene de la mano de discursos que intentan explicar que los incendios son una combinación de la sequía histórica con la actividad recreativa de las islas. Se dice así que la intencionalidad de las quemas está ligada a individuos que realizan actividades recreativas y por “descuidos” generan los focos ígneos. Sin embargo, venimos de un proceso de lucha tan profundo que logró demostrar que hay una relación directa del fuego con negociados ganaderos y de la especulación inmobiliaria. Las quemas son intencionales, responden a la lógica de las ganancias de un puñado de personas. Sí, los humedales que se queman tienen nombre y apellido, no porque en su mayoría tengan dueño, sino porque en una gran extensión el gobierno de Entre Ríos ha cedido permisos de utilización, incluso de manera no muy clara o legal, y ahora buscan culpar a la ciudadanía por acciones que son responsabilidad del Estado. Vimos cómo durante esta semana se montó esta estrategia discursiva: Cabandié incriminaba a Bordet y viceversa, mientras el fuego hacía lo suyo. Ahora, aparentemente, surge la coordinación estatal pero sólo para culpar a las acciones individuales y no para discutir y resolver las causas de este problema. Con humo no hay lluvias, sin lluvias la sequia se profundiza y con los dólares que espera el FMI los negociados crecen. Toda una situación que se presenta como caldo de cultivo para nuevos fuegos.
En este contexto nos rodea una preocupación, que surge de estar convencidos de que la salida real a esta situación es un cambio profundo de modelo y no pantallas discursivas, mucho menos salidas represivas. El cambio de modelo que necesitamos comienza con la Ley de humedales consensuada. Sí, la que discutimos y construimos las organizaciones y asambleas que vivimos en los lugares donde llueven las cenizas de los humedales que por acción u omisión estatal se están extinguiendo.
Queremos una ley que permita reconocer la importancia vital de los humedales, los del litoral y los de todo el pais, y que resguarde lo que debe ser resguardado porque de más está decir que no hay planeta B.
Como expresábamos, estamos en alerta. La salida del gobierno no deja de ser una salida represiva. Acuerda Nación y Provincia en una cooperación, que es la intervención en territorio del grupo Albatros, un grupo que, por ejemplo, estuvo involucrado en la muerte de Rafael Nahuel en el sur. Un grupo “élite” de prefectura especializado en situaciones de alto riesgo que aseguran que, con su llegada, se termina todo tipo de activad en las islas. Preocupa porque nunca una medida represiva puede ser la salida a un problema socioambiental.
Preocupa porque la justicia ha brillado por su ausencia en todos estos años y porque el patrullaje de la zona debería realizarse con un control social, ni militar, ni policial. Preocupa porque la criminalización de la protesta está a la orden del día. Pero las acciones de lucha van a seguir creciendo, porque sabemos que luchar es la única garantía.
El movimiento socioambiental en todo el país, las multisectoriales por los humedales, seguiremos luchando porque dimos pasos importantes en estas semanas, sobre cómo conquistar que avance la Ley de humedales en el congreso. Por eso, para que sea ley, apoyamos el corte del puente que se realizará el 17 y 18, vamos a rodear el Congreso el 22 cuando se proponga tratar en plenario de Comisiones Ley de Humedales y en todas las acciones que la organización popular viene generando en defensa de nuestro ambiente.
Desde la Red Ecosocialista y el MST en el FIT-U seguimos insistiendo: no hay planeta B, la ley de humedales es urgente, la reforma agroecológica en favor de las mayorías sociales también.