Martín Guzmán, ministro de Economía, viaja esta noche hacia Estados Unidos para tener la primera reunión del año con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El objetivo de la comitiva dirigida por el jefe del Palacio de Hacienda es lograr un nuevo acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI.
Antes de juntarse con el staff del Fondo y la dirigente máxima de la institución imperialista, Kristalina Georgieva, Guzmán también se verá, según trascendió por fuentes del Banco Mundial, con el presidente del mismo, David Malpass, y el director de Operaciones, Axel van Trotsenburg.
Las reuniones por las que trabajó el Ministerio de Economía forman parte del plan trazado por el gobierno para llegar con el mayor apoyo posible, para establecer el refinanciamiento del acuerdo Stand By solicitado por el gobierno de Mauricio Macri, equivalente a un monto de U$S 45.000 millones. Sin importar la judicialización del préstamo encargada por Alberto Fernández a la Oficina Anticorrupción, el gobierno se dispone a negociar y pagar una deuda que rompió hasta con los propios estatutos del FMI.
El mundo de las finanzas, contemplando las elecciones de medio término, supone que no se sellará ningún acuerdo hasta después de los comicios. Sin importar la especulación de los buitres, un acuerdo de las características que piensa Guzmán significaría una nueva entrega de soberanía del país, atando la economía por un plazo de 10 años al FMI. Además, como lo indica la descripción de la página oficial del organismo, para llevar a cabo un acuerdo de Facilidades Extendidas, se requieren nuevas reformas: laborales, previsionales e impositivas.
Desconocer y no pagar este acuerdo sería una verdadera política para comenzar a subsanar los desastres económicos heredados del macrismo. Sin hacer esto, se mantiene el hilo de una política neoliberal que somete colonialmente al país, pagando una deuda espuria a costa del bolsillo del pueblo trabajador.