jueves, 26 diciembre 2024 - 09:58

Grupo de Boedo vs Grupo de Florida. La falsa antinomia de la literatura argentina

En la cultura argentina es habitual encontrar falsas antinomias. No son inocentes ni casuales. Detrás de ellas siempre operan intereses políticos y económicos y cuestiones de clase. Siempre son un intento de distraer el debate verdadero y profundo, como lo es en este momento la “grieta” entre la derecha y el progresismo o entre neoliberalismo y populismo. Pero la grieta cultural es algo novedoso, ya existía a comienzos del siglo XX y el nuevo milenio solo le dio forma más sofisticada y actualizada.

La supuesta grieta literaria

Para entender de qué se trata este mecanismo, cómo operó desde siempre y por qué razón; vamos a analizar un claro ejemplo: el pretendido enfrentamiento entre escritores argentinos en los años ‘20 y ‘30 del siglo pasado, agrupados en dos corrientes denominadas Grupo de Boedo y Grupo de Florida. Los primeros debatían sus obras y pensamientos en cafés de la calle Boedo (café El Japonés) 1 y publicaban en la Editorial Claridad fundada por Antonio Zamora. Los segundos se reunían en la confitería Richmond de la calle Florida, algunos de ellos formaron luego la famosa revista Sur (Borges, Girondo y Ocampo) en 1931. Al primer grupo pertenecían los escritores Roberto Arlt, Alvaro Yunque, César Tiempo, Nicoles Olivari, Leónidas Barletta y Elías Castelnuovo (los 3 últimos fundadores del grupo); al segundo grupo lo conformaban entre otros Jorge Luis Borges, Evar Méndez, Conrado Nalé Roxlo, Oliverio Girondo, Ricardo Molinari, Leopoldo Marechal, Raúl González Tuñón, Victoria Ocampo y Ricardo Güiraldes. Basta leer estos nombres para darse cuenta rápidamente que en estos dos grupos estaba lo más significativo y trascendente de las letras y la cultura argentina de esa época ¿Por qué el enfrentamiento entonces?

En Wikipedia se intenta explicar esta oposición: “La tradición suele ubicar al grupo Boedo como opuesto al grupo de Florida, aunque los límites entre ambos nunca estuvieron definitivamente marcados. Se atribuye al grupo Florida una mayor identificación con las élites económicas, mientras que al grupo Boedo se le ubica más cerca de los sectores obreros y populares. El grupo Florida se reunía en el centro, mientras que el de Boedo lo hacía en los suburbios. Aquel daba máxima importancia a los aspectos de renovación de las formas artísticas, mientras el segundo daba máxima importancia a los contenidos sociales y políticos.” ​ 2

Sin embargo, esta explicación luce insuficiente si consideramos que escritores como Roberto Arlt y Raúl González Tuñón alternaban entre los dos grupos. El propio Borges trató de desprenderse de la estigmatización con un grupo al que nunca tomó en serio. Es cierto que en términos de origen social los dos conjuntos manifestaban diferencias. Los primeros (Boedo) estaban más ligados a sectores plebeyos de los barrios del sur de Buenos Aires y los segundos estaban vinculados a la pequeña-burguesía porteña, clase media acomodada e incluso algunos como Victoria Ocampo provenían de sectores ligados a la oligarquía y burguesía terrateniente. Y también es cierto que representaban contenidos políticos distintos siendo los primeros intelectuales de izquierda y militantes barriales o sociales entre los cuales había anarquistas, socialistas y comunistas y los segundos tenían entre sus filas nacionalistas y conservadores ¿Pero en qué se diferenciaban sus estilos literarios? Los estilos literarios no se oponían por cuestiones ideológicas, sino que expresaban diferencias estéticas y poéticas más complejas que nada tenían que ver con supuestos posicionamientos político-ideológicos.

Reducirlos a una oposición oligarquía-pueblo es una manera de confundir sobre la verdadera naturaleza de los debates ¿Era el grupo de Boedo un grupo de escritores obreros, de extracción obrera o un reflejo de una corriente cultural obrera? No. No había entre sus integrantes ningún militante de extracción obrera. Sí había marxistas y leninistas ¡Y también… estalinistas! ¿Era el grupo de Florida un grupo de empresarios o burgueses? Salvo el caso mencionado de Ocampo, ninguno era propietario ni poseedor de grandes riquezas. En el caso de Borges, aunque su padre era diplomático no era rico y trabajaba como periodista en el diario Crítica. Por lo tanto, pretender crear una dicotomía burgueses- proletarios entre estos grupos de escritores es —desde el punto de vista del origen social en sí— una falsedad.

La independencia del arte, para la revolución

¿Pero acaso sus contenidos literarios no expresaban intereses diferentes de distintos sectores sociales? Esta idea de que el arte o la literatura expresan ideas políticas o sociales directas sin simbolización o mediaciones afectivas, estéticas o emocionales es una vieja idea de fuerte raigambre en el estalinismo. Stalin convirtió el arte soviético en el arte de la burocracia oficial. El PC argentino de modo similar creó su propia corriente de artistas “populares” fomentando el aura de psico bolchevismo que rodeaba a esos cultores, pero siempre al servicio de propagandizar la unidad con sectores burgueses y los frentes populares.

El arte, la cultura y la literatura como tal no pueden quedar presos de ninguna corriente política o ideológica y mucho menos de gobiernos burgueses o burocráticos. No puede limitarse la función de lxs artistas a ser un correlato de la realidad social o histórica de una época determinada. Lxs artistas siempre se rebelan contra el sistema en tanto subsistan las clases sociales y no haya plena y absoluta libertad y oportunidad para escribir, componer música o interpretarla, o pintar, dibujar, esculpir, etc. Incluso un artista fascista gozaría de libertad para crear arte en un sistema socialista no burocrático, aunque sus contenidos ideológicos fueran repudiados por todxs.

Pero la idea de que el arte es política es una idea reaccionaria porque en tanto se hace arte “para consolar a los pobres o calmar a los obreros” ese falso arte está al servicio de la explotación y la ignorancia capitalista. Y ni hablar de la mercantilización del arte. Pero el arte verdadero es revolucionario en sí, sea cual sea su modo de expresión, sus estilos, sus formas, su estética y qué cosas de la vida y la realidad se expresan en él directa o muy distorsionadamente. Y justamente someterlo a la voluntad de un partido o de una ideología es condenarlo a la inanición. Porque el arte se alimenta de contradicciones, de rebeliones cotidianas, de expresiones de almas individuales y grupos colectivos, del inconsciente colectivo y sobre todo del deseo.

Al contrario de lo que pensaban quienes promocionaron esta grieta otrora y lo que piensan quienes la promocionan hoy, Borges no era un artista elitista. Sí era filosóficamente individualista y en tal sentido se inclinaba más al anarquismo que al socialismo, pero tampoco comulgaba con los conservadores y como vimos en un artículo anterior 3, también enfrentó a los nacionalistas a ultranza como Lugones. Pero la literatura borgeana es superadora incluso de sus propias concepciones filosóficas y políticas —muchas aberrantes como su apoyo al golpe gorila de 19554 y más tibiamente al del 1976, al que después repudió— y muestra cómo el empleo de herramientas literarias y un estilo de escritura libre puede significar un verdadero uso dialéctico de lo literario, más allá de las significaciones ideológicas que muchas veces se le atribuyen.

El caso de Arlt es bien ejemplificador. Navegó en los dos grupos, pero expresaba a sectores plebeyos de la sociedad, no en términos de proclama o promulgación sino en términos de sufrimientos y padecimientos como en el caso de 300 millones. Esa expresión se constituyó en un estilo directo pero muy flexible. Las narraciones de Arlt socavan en los personajes dolientes de la sociedad de su época (en las Aguafuertes porteñas, en Ardosain de Los siete locos) y buscan con esa estética cruda mostrar todo lo humano sacando la “corteza social”, desnudando cuanto de verdad y locura tienen, cuanto de crueldad y cuanto de soledad. Es considerado el creador de la novela argentina moderna.

Ricardo Güiraldes, padre de la novela Don Segundo Sombra, fue un escritor costumbrista, gauchesco, tradicionalista. Era lo opuesto de Borges. Estaban literariamente enfrentados, sin embargo, frecuentaban las tertulias de la Richmond ¿Había posibilidad de conciliar estos estilos? Claro que no. Pero los detractores del grupo de Florida se empeñan en buscar una identidad inescrutable; tratan de pasar un rasero que iguale todo. Así de antidialécticos son.

Y la revolución para la liberación definitiva del arte

Los ejemplos abundan, pero ya hay suficiente ilustración. Es interesante observar este mecanismo. Al respecto señala el artículo de Wikipedia: “El Grupo de Florida se caracterizó fundamentalmente por la búsqueda de innovaciones vanguardistas relacionadas con las formas, como el cuestionamiento a la métrica y la rima en la poesía. Apoyaron el surrealismo, el dadaísmo, el ultraísmo y en general todas las corrientes de vanguardia europeas de la época.”5 Y justamente era el surrealismo la corriente que mejor expresaba los sentimientos de la intelectualidad contra el sistema y atentó contra sus preceptos ideológicos ¿Por qué el políticamente incorrecto Borges iba a comulgar con el surrealismo? Esta pregunta no tiene respuesta para sus detractores. Los creadores de antinomias falsas al servicio de falsas conciencias o falsas ideologías se obstinan contra la contradicción.

Se empeñan en demostrar que un escritor/a es negro o blanco, bueno o malo, políticamente correcto o incorrecto; pero de narrativa, de literatura, de estética y de poética ni hablan. Es tan absurdo como criticar a un eximio futbolista porque habla comiéndose las eses y no decir nada de sus maravillosas habilidades con el balón. Estos personajes críticos del “campo popular” no pueden decirnos ni un párrafo de la extensa obra escrita, de su morfología, su significado, su simbolización y su excelsa habilidad en el manejo de las herramientas narrativas y su dialéctica implícita. Simplemente tiraron a la basura todo eso y se dedicaron a denostar al escritor “oligarca”. 

Pero, aunque lo ignoren los cultores de lo “nacional y popular” y los creadores de antinomias somos miles en el mundo los escritores que admiramos a estos maestros y muchos somos militantes obreros, feministas, disidentes, ecosocialistas, etc. Y no queremos que ningún rector “oficial” nos diga como pensar y qué leer.

Detrás de las falsas antinomias se esconde la carne podrida de la burguesía que quiere pueblos y obreras/os ignorantes e incultos para explotarlos mejor. Nosotros los escritores de vanguardia vamos a luchar incansablemente por dar vuelta todo, por derrotar al capitalismo y edificar una nueva sociedad —el socialismo— pero también vamos a llevar al movimiento obrero todas las conquistas del arte, la ciencia, la cultura y la literatura. Porque tenemos derecho a disfrutarlas.

Orlando Restivo- Dirigente de CICOP y escritor

Referencias.:

1 https://es.wikipedia.org/wiki/Grupo_de_Boedo

2 https://es.wikipedia.org/wiki/Grupo_de_Florida

3 https://periodismodeizquierda.com/literatura-borges-y-la-argentinidad/

4 se refiere al golpe militar que derrocó a Perón el 16 de septiembre de 1955 al que   se conoce también con el nombre de “revolución” libertadora.

5 https://es.wikipedia.org/wiki/Grupo_de_Florida.

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