Por: Viki Caldera
Patria Grande, la agrupación que dirige Grabois, mantuvo durante 2 años un rotundo silencio cómplice respecto del genocidio transmitido en vivo y en directo del pueblo palestino. El 7 de octubre decidió abrir la boca solo para corroborar que son parte de esa “comunidad internacional” inútil para frenar el genocidio y hostil con la lucha del heroico pueblo palestino. En estas líneas aportamos al debate con la posición sumamente equivocada de esta corriente falsamente progresista.
Refritando los dos demonios
Toda la declaración está atravesada por una falla de origen: entender que los hechos son parte de un enfrentamiento entre dos sectores equiparables: “El 7 de octubre de 2023, Hamas atacó Israel, asesinando a 1195 personas -la enorme mayoría civiles-y secuestró a 251 personas, entre ellas 21 argentinos (…). Esos horrores no justifican lo que vino después. La violencia se agravó hasta convertirse en un genocidio a cielo abierto: decenas de miles de civiles palestinos”. Ponen en pie de igualdad acciones de un grupo armado -con el que no tenemos ningún acuerdo ni metodológico, ni político ni estratégico- con el genocidio perpetrado por el ejército -mejor armado y mas tecnificado del mundo- de un Estado colonial y genocida. No hay dos demonios, como no los había en Argentina en la Dictadura de Videla. Hay solo uno y es el que viene cometiendo crímenes aberrantes desde mucho antes del 7 de octubre y que desde esa fecha ha decidido encarar la solución final: borrar del territorio a todos los palestinos, con las armas más viles y fascistas, llegando a hambrear a un pueblo entero.

Negar la Nakba, reconocer a Israel
Dicen “este episodio se inscribe en un contexto de 56 años de ocupación de Cisjordania y Jerusalén Oriental y de un bloqueo sobre Gaza que degradó las condiciones de vida de millones de palestinos”. En un mismo texto Patria Grande reconoce la legitimidad del enclave colonial, artificial y gendarme del imperialismo que es Israel y niega la Nakba (catástrofe en árabe) de 1948 que le dio origen. La fundación del Estado de Israel se hizo sobre la sangre, la expoliación, la expulsión y el robo de la población Palestina. Nunca fue un Estado legítimo y nunca abandonó su idea original: quedarse con todo el territorio palestino expulsando a toda la población originaria con los métodos que fueran necesarios.
Una “salida humana” que va contra la humanidad
Coherentes con todo el planteo pro sionista que desarrollan, la salida que proponen no es ni mas ni menos que la fracasada “dos Estados, Israel y Palestina, viviendo lado a lado dentro de fronteras seguras y reconocidas”. Se suma así al coro de la “comunidad internacional” que buscando quedar bien sin resolver nada reconocen al Estado palestino cuando ya quedan cenizas y huesos y les proponen convivir con su verdugo de vecino para una “paz justa y duradera”.
Es honestamente indignante. Hace 77 años que el pueblo palestino sufre un asedio permanente. Generaciones y generaciones de expulsados, torturados, mutilados, asesinados por el Estado sionista y colonialista de Israel. Cada vez que la “comunidad internacional” propuso esta salida, el resultado fue una expansión mayor del Estado colonial sobre el territorio palestino y un mayor nivel de represión y apartheid sobre el pueblo. No hay nada de humano en eso y mientras tanto se sigue permitiendo y dando tiempo a la bestia para que avance con su plan brutal, cuyo triunfo llevará inexorablemente a la humanidad hacia un lugar más oscuro y terrible, hacia la barbarie que hoy encarnan Trump y Netanyahu y que no podemos permitir.
No es solo Netanyahu, es el sionismo
También apelan a un giro argumental, que muchos sionistas de buenos modales utilizan, según el cual la causa del genocidio es el gobierno de ultraderecha de Netanyahu “La retórica militarista y las prácticas represivas del actual gobierno israelí no protegieron a su población ni detuvieron la violencia.” Esto también es absolutamente falso: en Israel se han sucedido gobiernos de distinto signo político desde su creación artificial en 1948 hasta esta parte -desde laboristas hasta ultra conservadores- sin que eso signifique ningún cambio sustancial en la política de enclave colonial de ocupación y en la limpieza étnica sobre el pueblo palestino.
Nos confundiríamos, y mucho, si pensamos que esto se puede solucionar con un cambio de figuritas. En esto también es coherente Patria Grande, siempre buscando los males menores, para no jugarse a resolver el fondo del problema que en el caso palestino es, sin dudarlo ni un momento, la opresión colonial que sufren por parte del Estado sionista de Israel hace 77 años.
Ni el cuerpo, ni la cabeza, ni el corazón
La pifiada monumental en la declaración no es casual ni sorprende. A veces dicen que es mejor quedarse callado y parecer un tonto que hablar y confirmarlo. Si en la frase cambiamos “tonto” por “cómplice” aplica perfecto al caso en cuestión. Patria Grande se mantuvo callada y ausente de la lucha por terminar con el genocidio en Palestina. Nunca convocó, nunca apareció. Tímidamente se animaron a pedir por la liberación de los tripulantes de la Flotilla secuestrados por Israel, pero su principal candidato en CABA ni siquiera firmó el proyecto de su partido que exigía que el gobierno nacional intensifique las gestiones diplomáticas para liberar a los argentinos de la Flotilla cuanto antes. Nunca le pusieron el cuerpo, ni la cabeza ni el corazón a esta causa.
En la vereda opuesta está nuestra compañera Cele Fierro, que ayer llegó a casa y mientras escribimos estas líneas tenemos el pecho inflado de orgullo. La solidaridad internacional no es un principio legal abstracto, es acción concreta, es militancia y activismo, es construcción de organización y de orientación política. Y es una tarea de nuestra clase, la de los laburantes y pueblos oprimidos del mundo. Eso es lo que construimos con la Liga Internacional Socialista y ese es el ejemplo que con Cele le damos al mundo: revolucionarios, internacionalistas, socialistas dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para terminar con este sistema de explotación y opresión.
Conclusiones finales
Este debate no es un fin en sí mismo, sino un instrumento para poder pensar y activar una salida real para el genocidio que hoy nos conmueve y nos sensibiliza a todos. Los datos son crueles y a veces parece que decimos cifras sin lograr llegar a la esencia del sufrimiento. ¿Cómo pueden dimensionarse 18 mil niños asesinados? ¿Cómo se llega a la comprensión cabal de que los bebés en Gaza no tienen qué comer, que sus mamás no producen leche porque están deshidratadas y hambrientas? ¿Es posible que nos entre en la cabeza que se tiraron en Gaza bombas equivalentes a seis Hiroshimas? Pero nos obligamos a comprender el horror para poder actuar y frenarlo. Y lo que nos dice Palestina y corrobora la acción internacionalista y humanitaria de la Flotilla es que todas las instituciones y gobiernos capitalistas -sean de ultraderecha o falsamente progresistas- son inútiles para frenar el genocidio y resolver de manera duradera la causa palestina, no porque no tengan las herramientas necesarias, sino porque no quieren. Porque la continuidad de este sistema injusto que es el capitalismo imperialista requiere de un Israel gendarme fuerte en la región para controlar cualquier conflicto de los pueblos árabes. Y eso lo van a defender, aun cuando el saldo sean cientos de miles de vidas aniquiladas.
Por eso la única salida va a venir desde abajo, de la organización y rebelión de los pueblos del mundo y especialmente de los pueblos árabes, que tienen una intensa trayectoria de lucha, a pesar de las traiciones recurrentes de sus gobiernos. No hay solución sin derrotar al Estado sionista que oprime y extermina y a partir de ahi construir una Palestina única del río al mar, laica, democrática y socialista.