Una sola voz, miles de gargantas y una consigna emblemática que marcó el carácter antipatronal de esta pelea. El repudio a Massa y la CGT, completan claras señales de esta pelea que fortalece al movimiento obrero, al sindicalismo combativo y la izquierda clasista. Sintetizamos las principales conclusiones de esta lucha.
El triunfo de los trabajadores del SUTNA coloca importantes conclusiones para los luchadores y la izquierda.
Una derrota de la estrategia de la patronal y el plan del gobierno
Esta lucha demostró que, cuando se pelea hasta el final, con unidad y decisión de los trabajadores, se puede ganar. Las patronales y el gobierno se jugaron a derrotar el conflicto y por eso escalaron el conflicto sin mover su propuesta aun teniendo ganancias récord. En esta política fueron apuntaladas escandalosamente por el gobierno que actuando coordinadamente con las patronales avaló un cierre unilateral de la paritaria. Sin embargo, no pudieron doblegar la pelea y cuando se lanzó el paro indefinido no aguantaron ni una semana la presión obrera. Fue un cachetazo al posibilismo que implementan desde la burocracia para desalentar la radicalización de las peleas. Demostrando que se pueden colocar los salarios por encima de la inflación y establecer cláusulas gatillo de actualización automática que se vienen negando en los demás gremios estatales y privados.
Un triunfo político sobre una campaña reaccionaria
Se ganó pese al frente común de las patronales, el gobierno, la derecha de Juntos por el Cambio y los liberfachos de Milei. Una campaña a la que también se sumó la lacra cegetista de Daer y compañía, que le pidieron al gobierno “dureza” con los gremios de izquierda. Y amplificada en los medios, donde los dinosaurios de siempre replicaron y aumentaron con letra propia esta campaña reaccionaria, en la cual además de mentiras sobre los trabajadores se llegó a ventilar la necesidad de “intervenir” a los sindicatos combativos y de izquierda y encarcelar activistas. Pese a la disputa desigual, no lograron ganar esta batalla por la opinión pública.
Una lucha que tonifica al movimiento obrero de conjunto
El triunfo de la batalla del neumático, ha repercutido en toda la clase obrera y potencia el ánimo para las luchas en curso. Porque hay decenas de conflictos, muchos autoconvocados por la defección de las direcciones
burocráticas o dirigidos por sindicatos recuperados y la izquierda. Los docentes de diversas provincias con paros y marchas históricas por su masividad, el equipo de salud de CABA, con la enfermería de ALE y la APyT y el conjunto de los trabajadores del Garrahan, la CICOP de Pcia. de Buenos Aires por el pase de la miles de enfermeras a la carrera. Los estatales arrancaron asimismo un paro nacional y la caldera acumula presión. También sin dudas para los piqueteros que confluyeron en la movilización.
Golpe a la burocracia y envión para el sindicalismo combativo
Además de bajar el costo laboral y promover la flexibilización, las patronales y el gobierno, pretendieron asestarle un golpe a la izquierda clasista y el sindicalismo combativo. Así como vienen teniendo una política preventiva en distintos gremios para evitar paritarias conflictivas, cerrando filas con la burocracia, garantizando sus privilegios en función de lograr un acuerdo de paz social, frente al SUTNA actuaron de manera muy diferente. Salieron a quebrar a un sindicato que se plantó, que radicalizó la lucha y colocó un muy “mal ejemplo” para todos los trabajadores. Ganó la decisión en asambleas y la lucha hasta el final. Un claro contraste de modelo sindical. Quedó mal parada esa dirigencia que viene aislando los conflictos y atacó esta pelea. Pero también quienes se limitaron a una adhesión de compromiso. Si se hubiera dado un apoyo un activo por parte de los dirigentes sindicales metalmecánicos, de los camioneros, de la CGT y las CTA, lanzando un paro nacional y un plan de lucha, seguramente se hubiera ganado antes. Pero prefirieron cerrar filas con el gobierno que fomenta su modelo sindical burocrático. Le tienen terror a las asambleas soberanas, a la movilización, a llevar la pelea hasta el final, a que avance una nueva dirección clasista. Y este triunfo favorece este proceso que crece desde abajo.
Se fortalece también la izquierda
Durante el desarrollo de esta lucha, se intentó demonizar particularmente a la izquierda trotskista por supuestamente promover “paros salvajes” e “ideologizar los conflictos”. Pero quedó a los ojos de todos, que ganó un sector referenciado en la izquierda y que también fue la izquierda quien se volcó efectivamente a sostener el conflicto en puerta de fábrica, en las marchas, en el aguante frente al Ministerio de Trabajo. Cuando las coaliciones oficialistas y la oposición de derecha se pusieron sin tapujos en la vereda de enfrente, sin grieta ni doble discurso que valga, la izquierda fue quien defendió los intereses de los trabajadores. Y, como lo hicimos desde el MST y el FIT Unidad, los únicos con una salida alternativa para que la crisis la paguen las patronales y el FMI.
La batalla de fondo continúa
La jugada les salió mal y están preocupados. El último día del conflicto se lo escuchó desesperado en los medios a Madanes Quintanilla (FATE) en una verdadera confesión de parte. Entrevistado por Longobardi, el hombre de
las cubiertas salió a explicar que “la sociedad no está entendiendo este conflicto…” “…si esta modalidad de relación entre el sector privado y un gremio se llega a extender, vamos a tener problemas mucho más profundos…” “…un efecto contagio que nos va a traer problemas gravísimos de mediano plazo”
El diario de cabecera del establishment lo ratifica: “En la Casa Rosada hay una fuerte inquietud de fondo: que no se genere un efecto contagio entre los gremios más combativos que podrían replicar la metodología intransigente de SUTNA para canalizar sus reclamos salariales. Frente a la escalada de la inflación, con una conflictividad cada vez mayor en la calle y en temporada alta de negociaciones paritarias, el riesgo de desmadre es alto.” “El conflicto del neumático rediseña los manuales de negociación y conflictividad” (La Nación, 1/10/22)
Guillermo Pacagnini y César Latorre