jueves, 14 noviembre 2024 - 02:20

Gabinete de Kicillof. El regreso de los barones

En sintonía con Alberto Fernández y reflejando que el duelo por la derrota es de carácter nacional, Kicillof también produjo cambios en el Gabinete. La semejanza es más global. La derrota también en Buenos Aires se procesa por derecha, pejotizando el gabinete y dando injerencia en el núcleo de decisiones a los intendentes, los señores feudales, los nuevos barones del conurbano.

La llegada de los intendentes Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) como jefe de Gabinete, Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas) a Producción y la diputada Cristina Álvarez Rodríguez -todos altos dirigentes del PJ- implica la intervención del aparato del PJ ante la debilidad en que quedó un gobierno que venía hegemonizado por el kirchnerismo y con cuadros universitarios de La Cámpora en los lugares clave. Nardini, como uno de los vicepresidentes, integró con Caló y Scioli el núcleo duro de decisiones nacional del justicialismo nacional y hoy es pieza importante en el PJ provincial que preside Máximo Kirchner. Álvarez Rodríguez, que se vende como descendiente de Evita, viene de ser presidenta del PJ bonaerense y ministra del gobierno de Scioli.

Pero además de representar al aparato del PJ, la llegada de Insaurralde a la Jefatura de Gabinete –desplazando a Bianco, mano derecha del gobernador- , con peso en la zona sur y apoyo de los intendentes (y también de Máximo) implica el reclamo de compartir poder por parte de los punteros territoriales, que ven peligrar sus dominios de cara a noviembre luego de la estrepitosa paliza recibida justamente en el principal bastión peronista, dominado por el ala K y cristinista del Frente de Todos. Hubo febriles y críticas reuniones donde los intendentes le facturaron a Kicillof por su rol de mariscal de la derrota. Y la necesidad de cambios para darle “volumen” al alicaído gobierno.

Causas y consecuencias

La derrota bonaerense tuvo ribetes históricos y sus consecuencias están en curso. Por eso la preocupación de los barones, de los dueños del poder político en los territorios y la decisión de costurar la crisis en las alturas. El Frente de Todos perdió 2 millones de votos y cayó casi 20 puntos respecto de las PASO de 2019. Gobierna en 71 de los 135 municipios y perdió en 42 de ellos, lo cual muestra la extensión de la paliza. Que haya perdido en bastiones históricos como Quilmes, San Martín y Tigre (el sector de Massa perdió en todos los municipios que gobierna) y haya bajado en otros como La Matanza y Florencio Varela, marcan la profundidad de la derrota. La abstención fue la mayor desde 1983.

Las causas son las mismas que en el nivel nacional. Sin dudas el epicentro de la catástrofe social se halla en territorio bonaerense. Una provincia que produce cerca del 40% de la riqueza nacional y tiene un pueblo empobrecido y un Estado que no garantiza los servicios esenciales. El manejo verticalista y las políticas de ajuste de la gestión de Kicillof, que ha marginalizado buena parte de la población y mantiene a los trabajadores estatales por debajo de la línea de pobreza con la complicidad genuflexa de los dirigentes sindicales burocráticos ha profundizado la miseria que dejó el gobierno de Vidal.

Miles se sintieron defraudados y castigaron al ver estos resultados por parte del Frente de Todos y de Kicillof, quien criticó en campaña la gestión de Vidal hablando de “tierra arrasada”, pero en dos años de gestión agravó los indicadores sociales. Que prometió viviendas populares, pero desalojó violentamente familias asentadas en Guernica y fomentó la política represiva de Berni. Y que tildó de “festival de deuda” la enajenación de soberanía que significó la quintuplicación y extranjerización de la deuda pública bonaerense por parte de Vidal, para luego convalidarla en su totalidad. Y firmar un acuerdo vergonzante incluyendo el pago cash de 1.800 millones de dólares con los que se podría haber duplicado los presupuestos de salud y desarrollo social en medio de la pandemia y la peor crisis social.

Kicillof junto a Sergio Berni

Malas noticias

Conjuntamente con la asunción de los nuevos ministros, Kicillof anuncia medidas “para reactivar la producción y fomentar la obra pública”. Posiblemente se lancen algunos parches sociales como en Nación. La preocupación por poner un dique al drenaje de votos y mejorar el panorama de cara a noviembre incluye a todas las alas del Frente de Todos en su nueva correlación de fuerzas, al sindicalismo vendido y a la oposición que ha guardado silencio en aras de la gobernabilidad.

Pero con privatistas y precarizadores del empleo como Nardini e Insurralde, que hacen gala del arancelamiento sanitario y el monotributismo como forma de empleo en sus municipios y son dignos exponentes de los nuevos barones del conurbano, no pueden esperarse cambios positivos a favor del pueblo trabajador o de los miles de jóvenes sin futuro. La consolidación del acuerdo con los usureros de la deuda, el presupuesto en ciernes con perfil de ajuste y el blindaje de las ganancias de los dueños de la provincia son las estrategias inamovibles más allá de cualquier movida táctica con fines electoralistas.

Movilización de médicos residentes de Malvinas Argentinas

Como lo planteamos en la campaña desde el MST en el FIT Unidad, hay que dar vuelta la taba en la provincia más grande del país. Sin un default soberano de la deuda y un impuesto progresivo y permanente a las corporaciones y ricos de la provincia, toda promesa de mejorar la situación del pueblo, es puro verso y una completa utopía.

Se multiplicarán las luchas de lxs obreros de decenas de empresas que despiden, suspenden o niegan los salarios, de lxs trabajadorxs del equipo de salud que reclaman por su reconocimiento o de los docentes que defienden la educación pública, de los jóvenes por trabajo, en los barrios por tierra, vivienda y seguridad. Apoyarlas, preparar y reclamar y plan de lucha para unificarlas y fortalecer al FIT Unidad que en la provincia emergió como tercera fuerza, serán tareas de primer orden que desde el MST encararemos con toda la fuerza.

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