Los espacios artísticos y culturales, se han visto paralizados por esta histórica pandemia. Pese a ser considerado, el acceso a la cultura, un derecho humano, este sector quedó desamparado por completo: con subsidios insuficientes y para pocos y con trabajadores cuyo único sustento se vio diezmado. Si esto es así a nivel general, el panorama de la cultura en Florencio Varela es aún más desolador. Los políticos de turno se llenan la boca hablando de la importancia del acceso a la cultura y la inclusión, pero éstas no son más que meras palabras.
La falta de políticas públicas para fomentar y sostener la cultura local, es una realidad que el municipio arrastra desde hace años, la pandemia no hizo más que profundizarla. Ninguna gestión se ha ni siquiera preocupado por emitir una ordenanza para regular las actividades culturales ni los espacios destinados a tal fin. Anteponiendo siempre trabas burocráticas, con la premisa que “mientras menos se haga, menos quilombo”.
Abonando a esta línea, desde 2015 se dejaron de financiar los carnavales varelenses, tras más de 10 años de realización. Dichos carnavales, no sólo empleaban a decenas de profesores, artistas y trabajadores, sino que eran el lugar de pertenencia, de identidad, de convergencia de cientos de jóvenes y adultos de distintos sectores en un mismo espacio común. De hecho, ese mismo 2015, por su magnitud e importancia, habían sido declarados de interés provincial.
La crudeza del desfinanciamiento y la falta de voluntad política hacia la cultura y la educación, la vemos también en el caso de la Escuela de Arte República de Italia. Pese a que esta institución funciona hace más de 30 años en Varela, formando músicos, artistas visuales y plásticos, aún no posee edificio propio. Las clases se dictan en condiciones paupérrimas, en una estructura que, desde 2017, tiene peligro de derrumbe.
Como se ve, nada se hace desde el municipio para revertir esta situación. Lejos de poner en valor la cultura local en estos momentos tan apremiantes, sólo se manejan sin más criterios que la arbitrariedad y la censura. Un ejemplo de esto es el caso de la escuela de samba G.R.E.S. La Majestuosa. El día 16 de enero arribaron más de 15 personas con el fin de clausurar un evento en pleno desarrollo. Dicho sea de paso, tal evento había sido anunciado en el cronograma enviado a la municipalidad y contaba con todos los protocolos establecidos a nivel Nacional y Provincial. Peor suerte corrió el Centro Cultural Borderó, cuyo espacio fue clausurado hace poco más de una semana.
El hartazgo y la bronca de artistas y trabajadores de la cultura de Florencio Varela, cuyas fuentes de trabajo, proyectos y espacios corren peligro, llegó a un límite. En este sentido, el miércoles 24 de febrero se realizó una marcha a la municipalidad para que se tomen cartas en el asunto. Desde el MST en el FIT Unidad acompañamos su reclamo porque el arte, echando por tierra toda atadura, no podrá ser silenciado ni clausurado. Por eso exigimos la mayor libertad a artistas y trabajadores para que puedan desplegar su trabajo proclamando a viva voz su derecho a la existencia. “La independencia del arte – para la revolución: la revolución – para la liberación definitiva del arte”.
Corresponsal